La COP16 y el voto por la vida

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Magnolia Agudelo Velásquez

Acaba de terminar en Cali la COP16, la “Conferencia de las Partes”, órgano supremo de toma de decisiones del Convenio sobre Diversidad Biológica, firmado por líderes de ciento cincuenta países en la Cumbre de la Tierra celebrada en Río de Janeiro en 1992, Convenio que promueve el desarrollo sostenible dentro de una visión que involucre los ecosistemas y las personas. Es decir, la vida en plenitud.

El desarrollo de ese Convenio es el Acuerdo Marco Mundial sobre Diversidad Kunming-Montreal 2022 que decidió detener para el año 2030 el veloz deterioro de la pérdida de biodiversidad. La COP16 de Cali buscaba tomar medidas para este trascendental objetivo: fortalecer, a nivel global, políticas ambientales. Prácticamente, todos los países del mundo tuvieron presencia con representantes del más alto nivel.

No dudamos, desde el punto de vista del anfitrión, el éxito de la Conferencia fue clamoroso. El lema “Paz con la naturaleza” y la declaración “La verdadera lucha del siglo XXI es por la Vida”, enarboladas por el presidente Petro en muchos momentos del magno evento, calaron hondo en el corazón de las y los asistentes. Y recordar: en ninguna de las quince versiones anteriores de la COP hubo tanto fervor ni participación. Basta decir que en la “zona azul”, la de los actos oficiales, participaron doce mil personas.

Y, por la “zona verde”, la conferencia paralela, la de los movimientos sociales, activistas y turistas, pasaron más de novecientas mil personas. Con toda suerte de actividades: artísticas, culturales, académicas y de denuncia de los actos depredadores de la naturaleza y la vida, el principal, la guerra. Y en este punto no faltó la denuncia del genocidio que se comete en Gaza ante la mirada impasible de los poderes paradójicamente presentes en la Conferencia que velaba por la vida.

Lo más importante a resaltar sobre tan extraordinario acontecimiento son sus conclusiones, porque el acto puede parecer magnífico, pero si sus resultados son pobres, entonces no resulta siéndolo. La COP16 llegó a acuerdos históricos para restaurar y proteger los ecosistemas del planeta. Se alcanzó un acuerdo global para conservar áreas marinas de gran importancia ecológica en aguas internacionales. No se llegó a acuerdo sobre el tema crucial de la financiación para la pretendida hoja de ruta del 2030. Además, se insistirá en la adhesión de países al Acuerdo sobre la Conservación y Uso Sostenible de la Biodiversidad Marina más allá de las jurisdicciones nacionales, que entrará en vigor cuando tenga sesenta adherentes.

En el ámbito nacional hubo decisiones trascendentales, superiores a las adoptadas por cualquier otro país. Están recogidas en el Plan de Acción de Biodiversidad, seis ambiciosas metas con 191 acciones. Se creó un órgano subsidiario permanente que integra a la gobernanza a los pueblos indígenas y comunidades locales en la toma de decisiones sobre conservación. El mismo reconocimiento a las comunidades afrodescendientes.

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