Manuel Antonio Velandia Mora
En el nuevo año no me comprometo a vivir al máximo, seguiré con mi rutina de siempre, que es vivir la vida como si fuera el último día de mi existencia.
No me empeñaré en buscar la felicidad; esa se encuentra a la vuelta de la esquina, sin propósito alguno, con solo mirar a los ojos de alguien que goza el olor de la hierba fresca mientras digiere el último encuentro.
No me responsabilizo de hacer lo que no me gusta, sé que no lo voy a cumplir, sólo dedico mis energías a aquello que de verdad me apasiona.
No espero encontrar el amor de mi vida; ya lo he tenido.
Si al caso llegara, tan sólo sería otro intento para encontrarme a mí mismo.
No pretendo tener por derrotero revisar mi existencia, no tengo nada de que arrepentirme; he hecho cuanto he querido y creo haberlo realizado bien.
No busco perdonar a nadie, el enojo no me dura más de cinco minutos; prefiero no desgastarme odiando sino invertirme amando.
Seguiré soñando como siempre, pero no espero que un milagro se cumpla.
Nada me ha sido negado, si no lo tengo es porque no me interesa; sí ya no hace parte de mi existencia es porque ya cumplió su función y me dejó enseñanzas con las que construyo la libertad, fortalezco mis alas y vuelo, sin que nada me ate.
Si de mí dependiera, aun cuando fuera verano, disfrutaría la nieve rosando mi rostro y el viento helado acariciando mi cuerpo desnudo; tomaría una estrella en mis manos y en ella sentiría la plenitud del universo.
De mi si depende disfrutar el aquí y el ahora, recordar la caricia recibida en la cuna, los besos de los hombres amados, las lecciones aprendidas, los amigos de toda la vida, los atardeceres junto al mar, los libros leídos, los cruceros en familia, los regalos sencillos que alegran mis momentos, mi trabajo creativo y la mente desbordada en fantasías, los instantes no negados, las pasiones pasajeras, apreciar las hojas en otoño y la sombra de los árboles junto al río, y, en los momentos en que nada parece tener sentido,proveer y recibir palabras y abrazos de los seres amados.
¿Qué más puedo pedirle a la vida?
Nada, soy millonario en vivencias.
𝑷𝒐𝒆𝒎𝒂 𝒅𝒆 𝒂ñ𝒐 𝒏𝒖𝒆𝒗𝒐.
Manuel Antonio Velandia Mora
No entiendo ese insaciable afán por contar los días, rememorar las hazañas y validar las historias, quemar los recuerdos y lanzar las cenizas al viento, creerse que todo tiempo pasado fue mejor, o que los días venideros serán para lograr lo no alcanzado.
Nada de lo que viene es posible sin los tiempos recorridos.
Si somos futuro, es por causa de lo hemos pasado.
Si vienen otros tiempos, es debido a que hubo un antes.
Si nos llegan nuevos amores es gracias a los desamores.
Si encontramos la felicidad, es porque gracias a la vida hemos sido infelices.
Nada es eterno, ni las grandes tristezas ni las pequeñas alegrías.
La vida es un continuo estar siendo.
No puedo decir soy, ya que previamente he sido;
no afirmo seré, porque no es posible anticiparse al instante futuro.