Redacción internacional
En las últimas horas, Puerto Príncipe, la capital de Haití, ha vivido niveles inauditos de violencia criminal y, según reportes de las agencias internacionales de noticias, al comenzar la presente semana el 80 por ciento de la capital estaba ya en poder de las bandas criminales, que alientan un inédito alzamiento para impedir el regreso al país del presidente de facto Ariel Henry.
El mandatario había salido de gira por África, con la intención, entre otros objetivos, de buscar ayuda para amortiguar la violencia protagonizada por pandillas armadas, que ya habían creado una situación más o menos insostenible. Durante la gira, Henry hizo unas declaraciones de prensa en las que expresó su intención de postergar por enésima vez la convocatoria a las elecciones generales en el país, anuncio que provocó indignación generalizada entre la población.
Las pandillas armadas de Puerto Príncipe se sumaron al rechazo a las declaraciones de Henry y desataron una serie de asaltos, en los que han combinado el saqueo a instituciones públicas y privadas con el anuncio de que, si el presidente regresa al país, habrá un caos generalizado de consecuencias impredecibles.
Copamiento de la ciudad
Durante la noche del 8 de marzo se produjeron tiroteos cerca del Palacio Nacional, sede del gobierno central. Para ese momento, las pandillas intentaban a toda costa ocupar varias unidades de la policía nacional, entre ellas la comisaría de la ciudad y la Unidad Departamental de Aplicación de la Ley (Udmo).
Al final del día, el Ministerio del Interior ardía en llamas, producto de la acción de las pandillas que han expresado su intención de “controlar el poder político en Haití”. Los acontecimientos, dijo ABC News, forman parte de un “asalto coordinado” dirigido a decenas de edificios gubernamentales, en el que distintos grupos atacaron en forma simultánea.
En medio del intenso fuego cruzado con las autoridades locales, el aeropuerto internacional, finalmente, cayó en manos de las pandillas armadas. Los vuelos comerciales fueron todos cancelados.
Caos generalizado
Las pandillas dicen que van a intentar saquear y tomar puertos marítimos, edificios públicos, tiendas comerciales, para lo que disponen de una fuerza de entre 7.000 y 8.000 hombres. De momento, están cerradas las escuelas, los bancos, centros comerciales. El transporte público se encuentra paralizado. Los intentos de copamiento incluyen al Estadio Nacional de Fútbol. Varias instalaciones de policía fueron abandonadas y algunas fueron incendiadas.
En medio del desorden se produjo la fuga masiva de más de cinco mil presos, algunos de ellos acusados de homicidio, violación y otros delitos, de las dos mayores cárceles del país. Un decreto que declara el estado de emergencia se expidió sin la firma del presidente. La promulgación fue hecha por el ministro de Hacienda, que se desempeña como primer ministro en funciones.
Un detalle que vale la pena tener en cuenta para futuros análisis de la situación en Haití es que los principales líderes de las pandillas coinciden en señalar que el gobierno de Ariel Henry es “ilegítimo” y “está bajo las órdenes de Estados Unidos”. No quieren, por consiguiente, ni que reasuma el poder ni que regrese al país.
