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Guillermo Buitrago, auténtico y rebelde

Fue una especie de mecenas para otros compositores de la región. Con sus grabaciones sacó del anonimato a figuras como Luis Pitre, Abel Antonio Villa y Emiliano Zuleta, entre otros que dejaron huella en el folclore del país

Leonidas Arango

El precursor de la música vallenata fue Guillermo de Jesús Buitrago Henríquez, que en muy pocos años construyó una carrera artística sorprendente y perdurable. Nacido y muerto en Ciénaga, Magdalena, (19201949), fue hijo de un comerciante antioqueño y de la nieta de un marino y pianista neerlandés. No tuvo verdaderos maestros para la guitarra, el instrumento que siempre lo cautivó.

Siendo casi un niño perdió a su padre y tuvo que ejercer oficios como acolchonador de muebles, fabricante de fuegos pirotécnicos y auxiliar en una tienda de víveres. Pero en él se impuso la vocación musical y emprendió una carrera con presentaciones como solista en emisoras de Ciénaga y de Santa Marta.

Desde muy joven se empapó de los cantos populares caminando por las planicies del Caribe. En Santa Marta conoció a Julio César Bovea, con quien formó un trío de dos guitarras y guacharaca.

Para el año de 1946 ya tenía fama en el Caribe y desde Barranquilla mantuvo programas radiales en vivo. Allí grabó un primer acetato con dos piezas suyas, el merengue Las mujeres a mí no me quieren y el paseo Compae Heliodoro, interpretadas frente a su conjunto definitivo al que llamó Guillermo Buitrago y sus muchachos. En el puerto dirigió un programa radial donde cantaba y producía jingles publicitarios como Ron de Vinola, que transformó en canción.

Bajo la dictadura

Trabajos discográficos de Guillermo Buitrago. Foto Jaime Monsalve, en Twitter

El 9 de abril de 1948 cayó asesinado en Bogotá el caudillo Jorge Eliécer Gaitán. El presidente conservador Mariano Ospina Pérez reprimió a sangre y fuego el motín popular, decretó el estado de sitio y más tarde cerró el Congreso y asumió la dictadura.

El toque de queda se impuso en todo el país, pero no pudo callar a Buitrago, que compuso un paseo donde burló la censura y adoptó una posición política disfrazando como una fiesta la realidad que era una tragedia. En la grabación se oye al comienzo el grito ¡Alerta! y la imitación vocal de una sirena:

El pueblo se ha alborotado / y alerta están en la espera
cuando se da inesperado / el toquecito de queda.

Todos corren a sus casas / de las seis en adelante
las niñas corren descalzas, / las cosas están tirantes.

El toque me hace sudá /el toque me hace corré,
el toque me hace corré / el toque me hace sudá.

Una vieja chancletera / pasando cinco minutos
llevaba la lengua afuera / iba morada de susto.

Un cojo a mí me contaba / ‘Compadre, esto se respeta,
cuando más la necesitaba / se me partió la muleta’.

Al toque no le falta la picardía: las novias están calientes con ese gran toquecito…

Recordaba Buitrago que sintió el impulso de subirse a una tribuna pública para vociferar contra la dictadura, pero la represión se lo impedía. Optó por llevar al disco el paseo Grito vagabundo, que nunca pudo cantar su autor Buenaventura Díaz porque una enfermedad le había destruido un maxilar:

Yo quiero pegar un grito y no me dejan,
yo quiero pegar un grito vagabundo,
yo quiero decirte adiós, adiós mi vida,
yo quiero decirte adiós desde este mundo.

No podía gritar, pero cantaba con el poco volumen de su voz, tal vez minada por la tuberculosis. El grito vagabundo se convirtió en símbolo de protesta y, obviamente, fue prohibido por la dictadura. Por esos días también compuso y grabó un paseo que esconde una pulla política:

La loca Rebeca no la tienen presa
ciérrame la puerta que anda por ahí suelta,
tira piedra y palo, ella es comunista,
los capitalistas para ella son malos.

Invadiendo el campo de la moral, la censura también prohibió difundir el Ron de Vinola porque invitaba a «mirar por debajito» a una mujer.  Buitrago estaba demostrando que la música y la política pueden ser una misma cosa y que una canción puede circular de boca en boca con tanta fuerza como una gran movilización.

Sobriedad y ostentación

El aspecto de Buitrago debía ser muy atípico en el Caribe: casi siempre con traje formal, de contextura frágil, alto, pecoso, de ojos claros y pelo rubio engominado, todo lo contrario de la obesidad ostentosa de muchos artistas vallenatos de hoy. En su voz nasal quedaron versiones inolvidables de La víspera de año nuevo, La gota fría, Dame tu mujer José, El amor de Claudia y El huerfanito, entre muchas otras que entonó con una cadencia que no han podido imitar múltiples intentos comerciales que inundan las redes y las ondas de radio.

Fue una especie de mecenas para otros compositores de la región. Con sus grabaciones sacó del anonimato a figuras como Luis Pitre, Abel Antonio Villa y Emiliano Zuleta, entre otros que dejaron marca en el folclore del país. También apadrinó a Rafael Escalona, el creativo estudiante que años después dio un salto de lo auténtico a lo pragmático para disfrutar de los favores del poder.

El mundo cambiaba, el camino estaba abierto para las mafias del despojo de tierras y el género llamado vallenato se puso al servicio de narcotraficantes que destrozaron el espíritu musical de las sabanas del Magdalena. Hicieron aburrida la melodía, la envolvieron en orquestaciones de estruendo y convirtieron las letras en lloriqueo ramplón. El vallenato ya no se disfruta, se consume.

Cuando había alcanzado la cima de su carrera y estaba a punto de firmar jugosos contratos en Argentina y Cuba, Guillermo Buitrago falleció el 19 de abril de 1949 a la edad de veintinueve años por causas inciertas que han sido pretexto para mitos –suicidio, desnutrición, envenenamiento– aunque pudieron ser una combinación de cirrosis y enfermedad pulmonar. De su matrimonio con Lilia Gallardo quedó un hijo.

Guillermo Buitrago ofreció una mirada distinta e inteligente de su pueblo, que lo mantiene vivo como una expresión auténtica de la vida y del mejor sentimiento caribe.

Recomendados:

Edgar Caballero Elías: Guillermo Buitrago, precursor de la música vallenata (U. del Magdalena, 2020).

Carlos Payares González: Trazos sobre el gran Guillermo Buitrago a propósito de sus cien años de nacido (Cambio 24, 2020)

Ciro Quiroz Otero: Vallenato, hombre y canto (Ícaro, 1983)

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