jueves, septiembre 19, 2024
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Guardianes del bosque y de la vida

Del 16 al 20 de agosto se realizará el VII campamento ecológico en el valle del río Cimitarra, una iniciativa campesina que defiende el último bosque tropical del norte del país

René Ayala B.
@reneayalab

La Zona de Reserva Campesina del Valle del Río Cimitarra es fruto de una experiencia organizativa de comunidades campesinas que, desde los años 80, han colonizado la región del río Cimitarra. Este río, que nace de la confluencia de los ríos Tamar e Ité en el nordeste antioqueño, se constituye en la línea divisoria que separa el departamento de Antioquia del sur de Bolívar antes de entregar sus aguas al gran Magdalena. Familias de toda la ruralidad colombiana, huyendo de la violencia política, se establecieron allí y forjaron una organización que desde sus inicios levantó las banderas del derecho a la vida y la permanencia en el territorio.

Organización y resistencia campesinas

La Asociación Campesina del Valle del río Cimitarra, ACVC, irrumpe y se forja en las grandes movilizaciones campesinas del Magdalena medio contra el paramilitarismo a mediados de los años 90. Este proceso constituyó y consolidó una de las primeras figuras de zona de reserva reconocidas en el país. Desde entonces, han sido perseguidos, ilegalizados y hasta su zona de reserva fue suspendida, pero han logrado preservar su tejido social y comunitario defendiendo la economía campesina, implementando proyectos económicos y colectivos, y manteniendo su prestigio como referente organizativo en la región.

Uno de los ejes organizativos de la ACVC ha sido la defensa y promoción de la conservación y protección del medio ambiente. Estos campesinos impulsaron acuerdos comunitarios de conservación, siendo el más emblemático la “Línea amarilla” en la Serranía de San Lucas. Esta propuesta, surgida en los años 80, busca proteger desde entonces una extensa zona de selva virgen, con una gran cantidad de fauna, flora, especies endémicas y en vía de extinción, de un valor excepcional para la pervivencia de los que habitan esta zona, el país y el mundo.

Mujeres campesinas, protagonistas de la resistencia

Muchas mujeres han sido protagonistas de esta causa, la gran mayoría víctimas del conflicto armado que, con valor admirable, levantaron fincas y familias y asumieron responsabilidades claves en la dirección de su organización. Son la fuerza viva que impulsaron en el año 2007, con el lema de defender la babilla y la tortuga, especies emblemáticas de la región y en medio de la agudización del conflicto armado, la primera versión del campamento ecológico, una iniciativa inédita, que ya es un referente del papel del campesinado en la protección de los recursos naturales y del último bosque tropical andino del norte del país.

Irina Pérez volvió en el 2023 a reeditar las jornadas que realizaron los viejos que trazaron la “Línea amarilla”, pintando literalmente los linderos de la reserva natural con pintura amarilla para demarcar la zona que el campesinado ha preservado. Ella es lideresa de la ACVC, destacándose desde hace más de doce años en una de las seccionales de la organización, con epicentro en San Pablo, Bolívar, como defensora de derechos humanos, impulsora del equipo de mujer y género y coordinadora del equipo técnico, un espacio de interacción con jóvenes estudiantes y profesionales, con sensibilidad en los temas de la ruralidad y el ambiente, que es el núcleo responsable de la convocatoria del campamento ecológico.

Foto Asociación Campesina del Valle del Río Cimitarra, ACVC

El campamento

Hoy está comprometida con la realización de la séptima versión del campamento, con el lema “Por el agua, para la vida y la paz de la ZRC del Valle del río Cimitarra”, y con emoción comparte los pormenores de lo que será esta experiencia: “Tenemos la intención de seguir resaltando ese trabajo comunitario que realiza el campesinado en conservación y en la apropiación de la agenda ambiental. Este año nuestro enfoque será el cuidado de nuestras fuentes hídricas, de la protección del agua. Por eso, tendremos cuatro rutas que tienen los nombres de los ríos del territorio; río Santo Domingo, entre los municipios de Simití y San pablo; ruta río Cimitarra, nuestro eje simbólico y tangible, en el municipio de Cantagallo; la ruta del municipio Yondó es la de la ciénaga de Barbacoas y la de Remedios; la ruta de los ríos Tamar e Ité”.

Irina habla con convicción del impacto de esta experiencia, su dimensión como acción política y movilizadora: “Seguimos impulsando y resaltando la identidad y saberes campesinos, reconociendo los aportes del campesinado en la conservación y protección del agua. Los campesinos cuidan los nacederos, hacen restauración ecológica.

»Los campamentos impulsan y refrendan acuerdos que el campesinado ha mandatado autónomamente en sus asambleas comunales, y así se multiplica toda la cultura e identidad en la nueva generación para que se apropien del cuidado y protección del ambiente, y reconocer el papel fundamental del campesinado en la protección de la biodiversidad y la vida, todo aquí, en este polígono que constituimos hace más de 28 años, conservando 70 mil hectáreas y realizando acciones para buscar figuras jurídicas que protejan el territorio”.

El campamento es una propuesta que convoca organizaciones, procesos, universidades, que han acogido esta propuesta de origen campesino que, sin duda, es un referente de lucha por la justicia ambiental sin antecedentes. Irina ubica la dimensión de esta convocatoria: “Nos van a acompañar personas que quieran aportar y comprometerse con el fortalecimiento de los acuerdos comunitarios y compartir las experiencias con el campesinado, ver cómo las comunidades viven y resisten en el territorio a pesar de las dificultades, no solo de orden público, también económicas, y producto de la de falta de presencia de la institucionalidad”.

Se ha construido una narrativa perversa de los poderosos frente al campesinado, especialmente del que ha sido obligado por la guerra a traspasar la frontera agrícola. Se instaló el mito de que es depredador, devastador de la selva y la montaña, que hay que expulsarlo de las zonas de reserva forestal que, supuestamente, han invadido, cuando en realidad allí se refugiaron hace años, para defender el derecho a la vida y a la tierra y que, por el contrario, su presencia y organización han garantizado la preservación y el cuidado de la biosfera. Como en la Serranía de San Lucas, donde hombres y mujeres, además de luchar por sus derechos, defienden el derecho de todos al agua y la biodiversidad, a la vida.

Irina sonríe con su frescura de mujer ribereña y campesina, dejándonos su palabra y ejemplo, “el campamento es la lucha por un mundo mejor para todas y todos”.

“Los campesinos impulsaron acuerdos comunitarios de conservación, siendo el más emblemático la ‘Línea Amarilla’ en la Serranía de San Lucas”.

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