María Corina Machado se distinguió por ser una de las líderes más extremistas que ha abogado públicamente por la intervención de tropas extranjeras en su propio país, invocando el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, TIAR, un engendro de la Guerra Fría, del que Venezuela no es parte
Ricardo Arenales
La prensa corporativa internacional y no pocas organizaciones de “derechos humanos”, generosamente financiadas por el Departamento de Estado de los Estados Unidos a través de organismos de pantalla como la Usaid, han puesto el grito en el cielo ante el anuncio de autoridades venezolanas de confirmar una sanción contra la líder derechista María Corina Machado, que la inhabilita para participar en las próximas elecciones generales en ese país.
La noticia ha sido presentada como una nueva escalada del régimen de Maduro para cerrar espacios democráticos y evitar que las principales figuras de la oposición compitan en franca lid en las justas electorales que se avecinan.
La historia, sin embargo, es diferente. Ha sido precisamente María Corina Machado la que se ha forjado su propio camino a la exclusión política, debido a un largo historial de actividades conspirativas, subversivas e ilegales contra el gobierno legítimamente establecido en Venezuela.
Complot subversivo
En ejercicio de su actividad política, María Corina se distinguió por ser una de las líderes más radicales que ha abogado públicamente por la intervención de tropas extranjeras en su propio país, invocando el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, TIAR, un engendro de la Guerra Fría, del que Venezuela no es parte.
Apoyó la idea de un gobierno interino, que sirvió de pretexto para canalizar millonarias ayudas internacionales y el saqueo y confiscación de bienes de la nación, cuyos réditos fueron a parar a los bolsillos de los principales cabecillas del proyecto antichavista.
Consecuencia del revés electoral de 2013 para los sectores más radicales de la oposición, María Corina, junto a Leopoldo López y Antonio Ledesma, le apostaron a un plan golpista denominado “La salida”. Intentaron, mediante una escalada en las calles, el derrocamiento del gobierno del presidente Nicolás Maduro.
Los disturbios en las calles, el incendio de edificios públicos, el linchamiento de activistas del chavismo, que arrojaron un saldo de 43 muertos y numerosos heridos, además de la expulsión de tres diplomáticos estadounidenses comprometidos en los hechos, fue una aventura liderada por María Corina Machado y el movimiento Voluntad Popular que, por cierto, contó con el apoyo entusiasta de los Estados Unidos.
No todos piensan lo mismo
Ahora María Corina se victimiza y quiere enviar el mensaje de que es una mártir del régimen. Quiere que su prontuario criminal no sea tenido en cuenta para sus aspiraciones políticas futuras. Y dice que si se le cierra esta posibilidad contemplaría de nuevo la fórmula del interinato. Es decir, de un gobierno provisional espurio. Es decir, la reencarnación del proyecto de Juan Guaidó, que en Venezuela se hundió estrepitosamente.
Los grupos de oposición han convocado un proceso interno de consultas, que denominan primarias, con resultados variopintos. No les fue tan bien como deseaban. Pero no todos los partidos de oposición comparten las posiciones radicales y pro norteamericanas de Corina Machado.
Hay sectores que creen que es posible transitar por los canales legales y confrontar las ideas del gobierno dentro de un proceso democrático. Es el caso del diputado opositor Luis Eduardo Martínez, del partido Acción Democrática, quien aseguró la semana pasada, en entrevista con el canal de noticias Sputnik, que el diálogo con el presidente Maduro es la única vía para resolver la “crisis política” del país.
“Si no hay diálogo y entendimiento, el único camino que quedaría sería la confrontación y ya se ha demostrado con la confrontación que no produce resultados positivos en Venezuela, no nos queda más que insistir en dialogar, reconciliarnos, entendernos, y en el caso de las sanciones, procurar que sean levantadas lo más pronto posible”, puntualizó el líder opositor.
