Estudiante universitario fue asesinado en Bogotá, luego de salir de clases. Su familia exige justicia y se limpie su buen nombre
El pasado 19 de julio, en horas de la noche, cuando la ciudadanía se preparaba para izar al otro día la bandera tricolor, haciendo honor al orgullo patrio en la lucha heroica que libró el Ejército por la independencia, la policía efectuaba un operativo luego de una llamada de la comunidad por un robo de auto en el barrio Palermo, en la localidad de Teusaquillo.
Bajo sus propias dinámicas, dos integrantes de la fuerza pública del cuadrante de la zona, un hombre y una mujer, desplegaron un operativo en una moto y, en extrañas circunstancias orillaron a un joven que se movilizaba en su motocicleta, y sin más detalles conocidos, dispararon contra la humanidad del joven. Algunos vecinos del barrio aseguran que luego de escuchar los disparos, al asomarse por las ventanas observaron como el joven fue montado en un vehículo de transporte público, su moto, casco y morral quedaron en el suelo en medio de la sangre.
Ningún ladrón, era un estudiante
No se trataba de un ladrón, o delincuente, como lo quisieron hacer pasar los integrantes de la Policía, se trataba de Kooby Bray Duarte Forero, un joven de 20 años de edad, estudiante de Ingeniería Química de la Universidad Escuela Colombiana de Carreras Industriales, ECCI, ubicada a pocas cuadras de donde ocurrieron los hechos y quien, según su mamá, el chico salió en su moto camino a su casa. Así lo aseguró Ángela Viviana Forero, madre de Kooby: “él regresaba a nuestro hogar, en la noche del martes 19 de julio, manejando su motocicleta. Camino a casa fue interceptado por un operativo que estaba realizando la Policía Nacional en el que fue impactado por disparos de arma de fuego, presuntamente ejecutados por una patrullera de dicha institución, en el barrio Palermo, donde sin más y sin recabar pistas acerca de su identidad o relación con el operativo en cuestión, arremetieron en su contra dejándolo sin vida”.
La fuerza pública del sector, en un primer momento, habría dicho que el muchacho estaba involucrado en un caso de hurto y aparentemente eso justificaba la acción violenta. Comenta la señora Forero: “Como familia, hemos sido enfáticos en reiterar el hecho de que Kooby Bray, no era un delincuente y que, en el momento de estos lamentables hechos, él salía de su universidad camino a casa, lo que se reafirma en cuanto a los resultados de las investigaciones, que en sus pertenencias no se encontró ningún arma de fuego o rastro que lo relacione con las versiones entregadas por la policía”. Según afirma la familia, las cámaras de la universidad muestran la hora en la que Kooby sale en su moto de la institución, una hora después de que la fuerza pública fuera notificada del robo.
Exigencias de la familia
A Kooby lo describe su familia como “un joven como tantos que van día a día tras sus sueños” era un amante de las motos, corredor novato en el autódromo de Tocancipá. El joven ayudaba en casa con los aportes de su trabajo en un taller de motos, a la par que estudiaba su carrera. “Un joven de una familia de clase media, de férreos valores, entregado a su familia, a sus sueños de servir desde su profesión al cambio y al mejoramiento de la sociedad”, afirma su mamá.
No solo se pide justicia sobre el crimen. Aunque la joven policía, de 23 años de edad, que le disparó a Kooby, aceptó los cargos, la familia pide que este caso, que lleva la Fiscalía, no quede en la impunidad, también se exige que se limpie su buen nombre. “Que se evalúe y se concientice a la Policía Nacional qué tipo de formación y preparación están recibiendo los colombianos que quieren hacer parte de la institución y se evalúe el daño que han hecho a miles de familias colombianas que, como nosotros, están pasando por el mismo Dolor”, afirma Ángela Forero.
Por otra parte, comenta su tío, Jorge Forero, en medio de la búsqueda de la verdad y de justicia por los hechos que le quitaron la vida a su sobrino, en varias ocasiones han realizado plantones en el lugar en donde le dispararon al joven, y para ello, han acudido a la universidad con el ánimo de buscar apoyo, y que les permitan poner los volantes en las carteleras de la ECCI. Sin embargo, la respuesta de la universidad no ha sido la mejor, en ningún momento le han permitido a la familia fijar un cartel en apoyo al caso. “No hubo ningún acompañamiento a mi dolor, ninguna manifestación por parte del grupo directivo de la universidad, ni por parte de los profesores que tuvieron la oportunidad de conocerlo y marcar una huella de conocimiento en él”, expresó la madre del estudiante. Mientras tanto, cada ocho días la familia y amigos y amigas de la víctima se reúnen con velas, bombas blancas y unos parlantes para expresar su indignación y exigir justicia.