martes, octubre 15, 2024
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¿Es acaso el Papa simpatizante del Pacto Histórico?

En los últimos días hemos atestiguado cómo el nivel de la discusión política se va deteriorando. Y es que conforme nos acercamos al 13 de marzo, la incapacidad de todas las denominaciones de la derecha colombiana para afrontar el debate electoral se hace patente en las cada vez más creativas historias que inventan para intentar responder a las contundentes acciones de campaña del Pacto Histórico.

La situación es tan grave que incluso Luis Carlos Vélez, en el primer acto de honestidad de su carrera, reconoció que ninguna otra fuerza política logra acercarse a la campaña encabezada por Gustavo Petro.

La reacción de este periodista se dio en razón del encuentro que sostuvo el precandidato presidencial del Pacto Histórico con el Papa Francisco. Aunque posteriormente Vélez hizo declaraciones más virulentas contra el Pontífice, pero en un tono menos elevado que el de muchos de sus cófrades uribistas, su reacción resulta una clara muestra del estado de desconcierto en que parece encontrarse la derecha en medio de la pugna por la presidencia y el poder legislativo.

La gran prensa y las cabezas más visibles de las fuerzas conservadoras han calificado el encuentro entre el Papa y Gustavo Petro como un esfuerzo del líder católico de interferir en la política colombiana. Pero lo cierto es que tras toda la histeria que han intentado desatar, sus reacciones tan solo encubren la trascendencia de este hecho.

Y es que al tiempo que Petro y Francisco llenan los titulares, incluso con fotografías manipuladas que llegaron a engañar a algunos cibernautas, se vienen a la memoria las imágenes del Sumo Pontífice haciendo caso omiso a la comitiva del Centro Democrático que pretendía recibirlo en la calle 26 de Bogotá.

Ahora bien, estos contrastes no deberían sorprender a nadie. La derecha, y junto a ella sectores reaccionarios del catolicismo colombiano, en el mejor de los casos se han referido al Papa como “comunista”, y en el peor como enviado del demonio. Y es que Francisco representa para muchos recalcitrantes la máxima expresión de las corrientes sociales más potentes que han surgido en el seno de la Iglesia católica.

Esos mismos sectores políticos que hoy braman contra el Pontífice -y que no dudarían en afirmar que este, junto al presidente “soviético” Putin, financia la campaña de la izquierda- han preferido siempre una Iglesia que justifica la violencia, que practica la teología de la prosperidad mientras predica el voto de pobreza.

Por eso la derecha no soporta que un representante de fuerzas democráticas, crítico de la inequidad y la corrupción, sea recibido por el máximo jerarca de la Iglesia, quien además de ser líder religioso, es también un jefe de Estado.

A pesar de los esfuerzos de la gran prensa por resaltar la supuesta incoherencia de un líder de izquierda, que se supone ateo, al sostener un encuentro con el Vicario de Cristo, lo cierto es que esta reunión es una muestra de que en el Pacto Histórico caben las expresiones religiosas que privilegian el amor al prójimo, y que se preocupan por el destino de los pobres y excluidos en este mundo.

No en vano, a 92 años de su nacimiento, el llamado del cura Camilo Torres a la unidad de las fuerzas populares y democráticas que se oponían a las violentas políticas de hambre del Frente Nacional, sigue siendo vigente para nuestra realidad nacional.

Por último, cabe señalar que la furia que ha generado la visita del exalcalde de Bogotá al Vaticano entre los líderes y voceros de la derecha, es también una expresión del fracaso del gobierno uribista que venía a salvar al país de la debacle “castrochavista”. Duque no solo ha sumido al país en una dura ola de violencia, en una profunda crisis económica y social, sino que ha empeorado la miope política internacional de este país.

Mientras que, con su encuentro con Francisco, Petro viene a coronar una exitosa gira europea, Duque y sus ministros se dedican a buscar enemigos internacionales con capacidad nuclear solo para agradar al imperio estadounidense. La gira de Petro deja en evidencia las falacias del aparato diplomático colombiano, liderado por la canciller-vicepresidenta cuya familia se ha visto implicada en narcotráfico, y que hasta hoy ha fracasado en reunir a Duque con el actual presidente Biden.

El hecho cierto es que la bendición papal del Pacto Histórico y del candidato Gustavo Petro ya tuvo un gran efecto político-emocional: el pánico paralizó a los líderes del Centro Democrático y puso a delirar al líder Álvaro Uribe y su protegido Óscar Iván Zuluaga. Por su parte Iván Duque está viendo fantasmas y ahora tiene pesadillas en las cuales ve tropas rusas por doquier y no deja dormir al ministro de Defensa Molano, anunciándole las invasiones de Putin. Entre tanto Petro se solaza y el pueblo celebra anticipadamente el triunfo del Pacto Histórico.

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