Editorial 3230
En un panorama realmente complejo y lleno de señales contradictorias, las grandes movilizaciones populares, las decisiones acertadas de unidad en nuevos frentes amplios y populares entre movimientos sociales, corrientes, partidos progresistas y la izquierda revolucionaria, la presentación en sociedad de programas de cambios sociales y la recuperación de derechos arrebatados por el neoliberalismo y mayor democracia, han permitido que se inaugure un nuevo momento histórico en la lucha política y económica contra el capitalismo en Europa. Francia y el Reino Unido lideran esta nueva tendencia.
Sin embargo, no podemos cerrar los ojos ante las señales contradictorias que caracterizan la situación europea y francesa. Mientras en Francia la noticia es que ganó la izquierda reunida en el Nuevo Frente Popular, en el Reino Unido la noticia es que perdieron los conservadores. Ambos países enfrentaban una crisis de empleo, alto costo de la vida, situación de migraciones y han asumido un rol activo en la Guerra Rusia-Ucrania, al lado de estos últimos.
En Francia, por ejemplo, la izquierda, a la vez que libra una radical batalla contra el neoliberalismo y el fascismo, le tiene desconfianza al centro derecha macronista. Pero, al mismo tiempo, el centro derecha macronista le tiene pavor a la extrema derecha fascista y desconfianza a la izquierda.
El editorial del diario comunista francés L’Humanité, del 9 de julio de 2024, muestra la instantánea del momento político que viven: “Desde el veredicto de las urnas, a pesar de la niebla institucional y política, la ambición de la izquierda no ha sufrido ambigüedades. Y fue respaldada, el domingo por la noche, por manifestaciones espontáneas de miles de ciudadanos en todo el país”. “Nuestra vocación es gobernar Francia teniendo en cuenta el estado del país, profundamente fracturado y herido por siete años de política macronista. Tendremos que ejercer nuestras responsabilidades”, asegura, por su parte, Ian Brossat, senador y portavoz del Partido Comunista Francés.
En la geopolítica, las señales contradictorias adquieren magnitudes globales. Un parlamento europeo con mayoría absoluta de la extrema derecha aliada a los EE. UU. que apoya a la OTAN en su cerco contra Rusia, hegemonía que no se corresponde con resultados electorales internos de los países que lideran la guerra y que no logran en cada sociedad particular anclarse como un proyecto totalizante. El hecho que, en este momento, el poder en Estados tan poderosos como Francia y Reino Unido esté en manos de la izquierda y el progresismo, hay que celebrarlo, estos se convierten en medianos muros de contención al fascismo, generando equilibrio ante la hegemonía de derecha en la Unión Europea.
El Partido Comunista Colombiano, en su 23 Congreso (diciembre, 2022), concluía que “Los pueblos entienden cada día más que ni la militarización ni las guerras ni las provocaciones al borde de la tercera guerra mundial pueden representar una solución a la crisis de la civilización, el imperialismo, el patriarcalismo, el neocolonialismo y el capitalismo. La realidad mundial en el tercer milenio muestra un crecimiento de los factores que pugnan desde distintos ángulos de la lucha de clases global por construir un mundo humanizado, plenamente incluyente, sin hambre, sin guerras, sin depredación del medio ambiente en reconciliación con la naturaleza y la madre tierra”. Es lo que está pasando.
Más allá de contradicciones y retos, los pueblos de Europa se levantan contra el fascismo y las políticas de austeridad neoliberal liderados por más de una década por la hegemonía conservadora, que ha deprimido la vida de sus ciudadanos. La movilización, la lucha popular y la unidad de la izquierda y el progresismo dan resultado en Europa y en América Latina.