martes, abril 23, 2024
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El “violento” oficio de ser periodista

María Galeano

«Hay un fusilado que vive» escuchó decir Rodolfo Walsh a un fulano en un café. Esa corta expresión estuvo cargada de motivos para él. Y no era para menos, se trataba de un sobreviviente de una masacre cometida en junio de 1956, contra un grupo de personas, opositoras al régimen de José León Suárez en la ciudad bonaerense.

Eran tiempos duros de persecución y de torturas. luego de la dictadura que se impusiera sobre el gobierno de Domingo Perón. Y también de la “operación masacre”. La misma de la que el joven escritor se enteraría en medio de su indagación, que no sólo había un sobreviviente del fusilamiento, sino siete.

Con su investigación, pasó de ser un escritor que publicaba principalmente cuentos policiales a ser el icono del periodismo de investigación de su tiempo. Se refugió en la escritura que relataba su contexto social y el joven interesado por la ficción, combinó su pasión con la militancia en los Montoneros.

“Operación masacre” fue el título del libro en el que concluyó su trabajo, sobre aquella operación criminal, publicada por partes en 1957, luego de indagar en barrios de obreros y comisarias para hallar pistas sobre los detenidos o en las emisoras para obtener la hora exacta en la que se registró la voz de los militares, dando la orden de la Ley Marcial, en la que se precisaba; “será fusilado en el acto todo perturbador de la tranquilidad”.

Este fue un cruce de información clave en la investigación de Walsh, pues evidencio que las fuerzas del Estado so pretexto de dicha Ley, aseguraron que habían actuado conforme al orden. Pero no fue así. Los obreros, el loco enamorado o el sindicalista ferroviario, fueron arrestados horas antes de la orden, llevados a una estación y luego conducidos a un basurero para ser asesinados por la espalda.

En su investigación estructurada sobre la marcha, en medio de la persecución, Walsh, no solo corroboró la culpabilidad de un crimen de Estado, halló unos sobrevivientes, sino que le dio paso a una escritura veraz, una combinación entre el periodismo con relatos, multiplicidad de fuentes y la ficción con un suspenso al mejor estilo de una novela policiaca, sin ocultar su compromiso militante de denuncia y de confrontación al régimen militar.

Walsh enseñó que el periodismo de investigación, es ir a buscar la veracidad de la información, es refugiarse con lápiz y papel hasta desenterrar cada detalle. No quedarse en lo superficial, a luz de un escritorio, tomar la iniciativa, crear para subvertir, incluso en los más difíciles momentos. Espulgar porque, ante todo, ser periodista es ser antropólogo de historias, es ir hasta el fondo del asunto para desenterrar la verdad.

En la “Carta abierta de un escritor a la Junta Militar”, la que imprimió y distribuyó en la calle, el 25 de marzo de 1977, antes de ser herido y fusilado, Walsh llamaba la atención sobre la barbarie de la dictadura: quince mil desaparecidos, diez mil presos, y decía: “El terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad. Derrote el terror. Haga circular esta información”. A los 46 años de su muerte, vale la pena recordar la pluma militante de Rodolfo Walsh y recordar que nuestro periodismo es entrega, veracidad y denuncia. Lo demás ¡es puro cuento!

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