martes, abril 23, 2024
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“El Pacto Histórico sentará las bases de la transformación social”

La defensora de los derechos humanos y candidata al Senado de la República, Jahel Quiroga, habla sobre la historia política de Barrancabermeja, el caso UP en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, el programa de la convergencia de centroizquierda y los compromisos con la gente

Redacción Política

¿Cómo ha sido volver a la lucha electoral después de muchos años?

-Después de 30 años me encuentro en un ambiente un tanto desconocido. Recuerdo la campaña que me llevó a ser concejal de Barrancabermeja junto con Rafael Gómez en los periodos 88-90, 90-92. Fue una época inolvidable, una campaña muy amigable. En Barranca la política es con música, con sancocho, como dice el compañero César Martínez, con trifásicos en los barrios. Por eso, volver a hacer política después de tanto tiempo es algo extraño, pero también es algo emocionante.

¿Cuál es la historia de vida detrás de la defensora de los derechos humanos?

-Yo nací en Chaparral, Tolima, a mucho honor. Soy hija de un funcionario público. Mis hermanos mayores nacieron en Rioblanco, Tolima. En la época de la violencia, la chulavita llegó y atacó el pueblo, especialmente al funcionario público, mi padre, que era un dirigente del partido liberal; prácticamente lo dejaron muerto y nos tocó huir, primero a Chaparral, luego a la capital.

Ya en Bogotá, mi madre finalmente quedó viuda. Ella sola nos sacó adelante. Todos los hermanos estudiamos en universidad pública. Yo estudié ingeniería industrial en la Universidad Distrital. En ese proceso me casé con un ingeniero de petróleos y esa es mi relación con Barranca.

Por supuesto, en la universidad yo ya había forjado una militancia social y política como representante de los estudiantes en el Consejo Superior de la Universidad. Mi militancia era con el teatro, que recuerdo llevábamos a los encuentros que hacía la ANUC-Sincelejo. Fue una escuela, donde éramos jóvenes maoístas radicales (risas).

La Barranca real

Y así llegan a la capital petrolera de Colombia…

-Exacto. Comenzando la década de los ochenta llegamos a vivir al barrio directivo en el corregimiento El Centro. En esa época mandaba Horacio Serpa Uribe, que tenía controlado políticamente todo el Magdalena Medio. Yo era profesional y pedí un trabajo en planeación regional. Como solo estaban contratando conservadores, me graduaron de conservadora, pero eran los retazos del Frente Nacional con la distribución partidaria de la burocracia.

Había una tensión muy fuerte dentro de la USO y el lugar donde yo vivía. La gente del barrio directivo no vive en la ciudad, ni siquiera hacen mercado ahí. Cuando yo llegué, las señoras me llevaron al pueblo, “vamos a mostrarte la guacherna” y me pasearon por la Barranca real. Ahí entendí que Barranca es la capital del territorio porque hay muchas colonias que han venido siendo desplazadas por el río.

Con mi trabajo como funcionaria, me fui acercando al pueblo barranqueño, conocí el sindicato y me sintonicé con las peleas del momento. Eran las épocas del nacimiento de la Unión Patriótica.

¿Cómo fue la experiencia del Frente Amplio del Magdalena Medio, FAM?

-Era el movimiento de Ricardo Lara Parada. Después de que el ELN lo mata, la mayoría de la gente se metió a la Unión Patriótica. El FAM tenía una táctica política que era cooptar profesionales. Por ejemplo, yo que tenía el cargo de los “goditos”, entré a una organización que ellos tenían de investigación social.

Eran muy folclóricos, de tertulias, de cosas un poco más intelectuales y académicas. Eran muy sectarios con el Partido Comunista. Por supuesto, acá debo hablar de Leonardo Posada a quien yo conocía desde la universidad. Nos reencontramos en Barranca y era el mismo, no se dejaba amilanar ante ninguna persona sectaria con el Partido. Todo el mundo le decía “el viejo man”, porque así saludaba, “entonces qué, viejo man”.

En Barranca la gente es muy cualificada políticamente, por eso cuando nace la UP en el 85, hay tanto impulso de la organización social que se reflejó en buenos resultados electorales tanto en el 86 como en la primera elección popular del poder local e importantes movilizaciones sociales, como el paro cívico del 87. Todo esto se fue al piso con la paramilitarización de Barranca finalizando la década de los ochenta.

El caso UP

Al respecto de toda esta historia, ¿cuál es su opinión a propósito de las declaraciones del padre De Roux con respecto a que el paramilitarismo “liberó” a Barranca?

-Al padre Francisco de Roux se le olvidó hablar del sufrimiento que tuvo que vivir el pueblo barranqueño con lo que significó la paramilitarización de la ciudad sin ninguna protección de las autoridades, porque los paramilitares se posesionaron como si no existiera Estado. Yo soy una sobreviviente de ese proceso de asesinatos, desapariciones, atentados, desplazamiento forzados y miedo. En otras palabras, el presidente de la Comisión de la Verdad está satisfecho por la paramilitarización en Barranca y toda la violencia que se desató en el territorio. Es inaceptable.

Con el genocidio contra la UP en marcha, la Corporación Reiniciar entabló la demanda internacional que después de casi tres décadas espera pronto una decisión. ¿Cuál es el balance con respecto a este proceso judicial?

-El balance sobre el caso es humano. Por más de 25 años hemos estado en primera fila luchando y resistiendo para que esa instancia internacional haga justicia con la UP. Se lo debemos a las víctimas, a la dignidad de ellas y a un trabajo que como organización hicimos con toda la complejidad que significaba el caso.

Quiero resaltar el ejercicio de escuchar los múltiples testimonios, demostrar con pruebas la responsabilidad del Estado en el genocidio político y el proceso de cualificación de las víctimas a partir de las coordinaciones. En lo personal, ha sido mi causa y me siento tranquila con la satisfacción del trabajo cumplido.

El Pacto

En las recientes correrías políticas, ¿Cómo se siente la campaña electoral? ¿Gusta la propuesta del Pacto Histórico?

-Lo importante del Pacto Histórico es el programa que le está apostando a las necesidades más sentidas de la gente. Fijémonos en la propuesta del plan de choque que presentaremos como bancada parlamentaria el 20 de julio para generar empleo, auxilios económicos a la mediana y pequeña empresa, y la decisión de potenciar la soberanía alimentaria para superar el hambre. Por un lado, es un programa para superar la crisis que nos ha dejado este pésimo gobierno, pero también es una propuesta para sentar las bases de la transformación social.

De salir electa como senadora, ¿cuáles serán las principales banderas de lucha dentro del Congreso de la República?

-Definitivamente será la vida digna. Yo he luchado más de 30 años como defensora de los derechos humanos y de las libertades de la gente. Luchar por la vida digna es que la población vulnerable no aguante hambre, que tenga agua, luz, alcantarillado, una vivienda, pero también tiene que ver con la cultura, el territorio, la protección de la naturaleza.

Me duele mucho la pobreza en el país. La UP está convencida del programa para transformar a Colombia y por eso mi compromiso si llego a salir electa como senadora es que el Pacto Histórico, como fuerza parlamentaria y probablemente como gobierno, le cumpla a la gente que está pasando necesidades.

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