jueves, marzo 28, 2024
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El mito de la Colombia no racista (I)

Los ataques a Francia Márquez son una manifestación de los distintos modos de opresión y también de resistencia. Aunque hay otras dos mujeres afrodescendientes en la competencia vicepresidencial, los ataques se han dirigido contra la candidata del Pacto Histórico

Leandra Becerra

El racismo como estructura y sistema de dominación, está muy lejos de ser un asunto de ignorancia o falta de educación, mucho menos de resentimiento o falta de amor propio. Todo lo contrario, el racismo opera a través de múltiples dinámicas, desde económicas, políticas, sociales, culturales, estéticas, entre otras, que se expandieron y se siguen reproduciendo como proceso brutal de sometimiento de un parte de la humanidad contra otra.

Una de las herencias malditas más marcadas de la colonia en nuestros territorios, es justamente el racismo, que a través de un sistema de castas, nos nombró y etiquetó, entre negros, indígenas, zambos y mulatos.

Las fórmulas “afrodescendientes”

La actual contienda electoral, ha traído consigo un sentimiento popular generalizado de esperanza, ante la posible llegada de Gustavo Petro a la Casa de Nariño, además de esto, se ha destacado el denominado fenómeno político electoral o hito histórico en la representatividad política de los afro en Colombia, que en esta ocasión ha tenido especial preponderancia ya que no es uno, ni dos, ni tres, sino cinco las candidaturas afro a la vicepresidencia de Colombia. Ellas y ellos son:

Luis Gilberto Murillo, chocoano de nacimiento, quien después de su corta aspiración a la presidencia de la República, tras su silenciosa salida de la Coalición Centro Esperanza, fue nombrado por Sergio Fajardo como su fórmula vicepresidencial. Murillo, es el candidato vicepresidencial más probo en cargos de la administración pública, pues no solo fue ministro de Ambiente durante el Gobierno de Juan Manuel Santos, sino que también, fue candidato a la Gobernación del Chocó, en una de esas ocasiones quedó electo, pero no por mucho tiempo al ser destituido casi un año después de la elección.

En otro lugar, no muy lejano del anterior, se encuentra Marelén Castillo, quien tras la renuncia de la nefasta Paola Ochoa como fórmula vicepresidencial de Rodolfo Hernández, ha llegado a integrar este dudoso proyecto político. Marelén, tiene una experiencia ligada a la academia, fue rectora de la Universidad Minuto de Dios y docente de doctorado en la Nova Southeastern University de Florida en Estados Unidos.

Ceferino Mosquera, abogado y líder comunal, se ha desempeñado como docente universitario, también fue concejal de Buenaventura y después de eso, un eterno candidato, pues fue candidato a la Alcaldía de Buenaventura, a la Cámara de Representantes, a la Asamblea del Valle del Cauca y al Senado por el Partido Alianza Verde. Él es quien acompaña en la carrera a la presidencia al muy cuestionado exgobernador de Antioquia, Luis Pérez.

El cristiano John Milton Rodríguez, intenta meterse en la pelea con Sandra de las Lajas Torres, ella, tumaqueña, fue consejera para Asuntos Afrocolombianos de la Alcaldía de Cali. Trabajó en asuntos étnicos en la Gobernación de Cundinamarca, Presidencia de la República y Alcaldía de Bogotá. También, fue secretaria de Cultura en Cali y exdirectora de Planeación de Valle del Cauca.

Finalmente, Francia Márquez, la fórmula vicepresidencial de Gustavo Petro, es abogada y defensora de los derechos humanos, nació en el Cauca y es de lejos, la más reconocida de las fórmulas vicepresidenciales. Tanto por su disruptiva incursión en la política electoral, que le otorgó la importante votación de 783.160 votos en la consulta interna del Pacto Histórico del pasado 13 de marzo, como por su accionar en defensa del territorio.

Es, además, la candidata que ha denunciado con fuerza el racismo estructural, la interseccionalidad en las opresiones que vive el pueblo negro, en especial las mujeres y la relación que hay entre el capitalismo y el racismo en la destrucción de la vida y la naturaleza.

Entre hitos y mitos

Ante tal hito de la política colombiana, algunos medios de comunicación, han nombrado la conformación de las fórmulas a la presidencia con personas afrodescendientes, como una posibilidad de reforzar la idea de una Colombia donde todos somos iguales, aunque diferentes, donde no somos racistas. Pero donde al tiempo lo discursivo va afirmando: “¿tal vez un poquito?”, pero no así, “porque negro ni el teléfono” y “negro tenía que ser”, pero a pesar de eso, “mi negro baila mucho”. y donde la búsqueda de un lugar en el cielo al lado de San Pedro, no son las buenas causas, ni el amar al prójimo, sino el “comer a una negra, ojalá bien grandota para que les pegue…”.

Fantásticamente, el racismo que se niegan a ver, ha salido a la pantalla grande y rompió el mito de la convivencia pacífica entre las etnias en una nación que se vanagloria del mestizaje, pero que sigue hablando de minorías.

Es decir, de la Colombia donde no hay racismo. Para algunas personas (no negras), el racismo se ha presentado ante sus ojos por primera vez, para otros es la exacerbación de lo que viven todos los días, también, la oportunidad de poner en la agenda púbica de nuevo una discusión fundamental y urgente: la abolición del racismo.

Misogynoir o la misoginia contra mujeres negras

El caso de Francia Márquez, es una muestra de la bifurcación o encuentro de distintos modos de opresión y también de resistencia. Es la clara evidencia de la antinegritud. Si bien hay otras dos mujeres afrodescendientes en la competencia a la Casa de Nariño, el desprecio hacia las mujeres negras[1], ha sido reservado únicamente para ella.

Su fuerza y radicalidad, ha llevado a que se replique hasta la saciedad el ya conocido arquetipo de la mujer negra, donde se le encuentra como grosera, violenta e innecesariamente ruidosa. Francia no solo está siendo víctima del racismo sexista, sino que también, está siendo víctima de violencia política. Ante tales situaciones, la respuesta por parte del Pacto Histórico debería ser contundente.

Símbolos e imaginarios sobre las personas negras

Ya el académico antirracista Carlos Moore, nombraba que los prejuicios colectivos permiten y avalan la aparición de violencias y prácticas discriminatorias. Las creencias que dominan el imaginario social, determinan las preferencias estéticas, estableciendo criterios de lo que es atractivo y lo que es normal, de esa forma se legitiman todo tipo de violencias o de manera más clara “las prácticas discriminatorias automáticas que rigen el comercio interpersonal en lo cotidiano y que designan silenciosamente a aquellos que deben ser favorecidos a la hora de repartir los recursos” [1]

Por ejemplo, la “simianización” o comparación de personas negras con simios, esta forma de agresión racista que es producto de la “clasificación científica”[1], luego reproducida culturalmente por el cine, algo más que le debemos a Hollywood. Fue muy común hace algunos años en el fútbol europeo, donde en medio de los partidos, algunos hinchas, arrojaban bananos a la cancha para burlarse de jugadores negros, la mayoría de ellos provenientes de países africanos y latinoamericanos. En la política internacional, tampoco es una práctica novedosa, pero en Colombia, sí.

Aquí está eso que muchos se niegan a ver, un ejemplo de eso es Marbelle y Gustavo Bolívar, usando la agresión, queriendo según él causar el efecto contrario; la primera cree que sabe y el segundo, cree que entiende. De esto aún nos falta mucho por hablar.

Este artículo continuará…

[1] Sobre la Misogynoir: Moya Bailey, profesora asistente de culturas, sociedades y estudios globales y estudios de mujeres, género y sexualidad en la Northeastern University, acuñó el término misogynoir en 2008.

[1] Moore, Carlos (2011). “La humanidad contra si misma”.

[1] La clasificación “científica” de las razas propuesta por el zoólogo francés Baron Georges Cuvier, en Reino Animal, 1816.

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