El economista e investigador social recibió por parte de la Universidad de Sucre el doctorado honoris causa por su aporte invaluable a la construcción de un país más justo
Óscar Sotelo Ortiz
@oscarsopos
A Jaime Osorno se le quebró la voz cuando finalizaba su corto discurso. No pudo ocultar el sentimiento de representar en el atril a una generación que identifica al homenajeado como uno de los principales referentes de la lucha por la reforma agraria en el país.
El acto solemne tuvo lugar el 13 de septiembre en el auditorio Pompeyo Molina de la Universidad de Sucre, institución de educación pública que otorgó el doctorado honoris causa al economista e investigador social Héctor Mondragón.
El protocolo incluyó un video de la ministra de Agricultura Martha Carvajalino, la intervención del rector de la institución Jaime de la Ossa Velásquez y las palabras de Osorno, promotor del reconocimiento y vicepresidente de la Sociedad de Activos Especiales, SAE.
La tierra para que el que la trabaja
Una vez entregado el diploma y tomadas las fotografías, la atención se centró en el discurso del compañero Mondragón. A medida que avanzaba en sus palabras, el homenaje se fue convirtiendo en una clase magistral de economía, historia agraria y resistencia popular.
“Es un gran honor recibir el doctorado honoris causa de la Universidad de Sucre, un departamento marcado por la organización y la lucha por la tierra y la reforma agraria, las cuales también marcan mi vida y mi producción intelectual, que por cerca de cincuenta años ha sido hecha y vivida en función de los movimientos campesinos e indígenas”. Así inició su discurso Mondragón que, con una impecable toga blanca, iba emitiendo sus reflexiones frente al público presente.
A continuación, el investigador social recordó la influencia de los acontecimientos del 21 de febrero de 1971. Protagonizada por la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos, ANUC, y con epicentro en Sincelejo, esa fecha marcó una de las mayores movilizaciones por la tierra en defensa de la reforma agraria.
“Los estudiantes de Economía de la Universidad del Valle nos sentíamos parte de la misma corriente renovadora que impulsaba el campesinado. Manifestamos enorme simpatía por su lucha y su consigna ‘la tierra para el que la trabaja’”.
Asimismo, Mondragón evocó aquellos años cruciales de reveses democráticos. Mencionó el acuerdo bipartidista de Chicoral en 1972 y el golpe de Estado contra el presidente chileno Salvador Allende en 1973, que “golpearon las esperanzas de cambio de quienes compartíamos los objetivos de las grandes movilizaciones campesinas, estudiantiles y obreras iniciando la década”.
Ciclos económicos
El discurso se adentró poco a poco en los trabajos económicos del investigador realizados a lo largo de toda su vida. Desde la publicación en 1984 del trabajo Ciclo, crisis y reactivación económica, Mondragón ha podido estudiar cómo, desde la hipótesis de Carlos Marx de las fluctuaciones de la tasa de ganancia, se puede explicar la dialéctica del ciclo: “La prosperidad provoca la crisis y esta se convierte en reactivación. Desgraciadamente compruebo cómo la salida de las crisis cíclicas es cada vez más la guerra”.
Asimismo, rememoró el artículo La crisis llegó al centro y la guerra también, publicado en la revista Utopías justo el 11 de septiembre de 2001. En él, el autor manifiesta de manera premonitoria que la crisis internacional, provocada por el desplome de las economías periféricas a finales de la década de los noventa, especialmente en el sureste asiático, llevaría a la guerra y a la destrucción de capitales.
Los desenlaces derivados de la invasión y ruina de Irak en 2003 “reafirma que el mundo ha asistido y asiste a una cadena de guerras de demolición: Iraq varias veces, la antigua Yugoslavia, Somalia, Chechenia, Congo, Libia, Siria, Ucrania, Yemen y, por enésima vez, Palestina […]. Los juegos de guerra y de destrucción ambiental en busca de máximos beneficios afectan hoy a la humanidad y el planeta”.
Con el movimiento campesino
El Magdalena Medio se convirtió en el territorio donde Héctor Mondragón se vinculó orgánicamente al movimiento campesino. En 1977, mientras enseñaba economía en la Universidad Cooperativa de Barrancabermeja, un grupo de dirigentes agrarios de Yondó lo invitó a impartir charlas los sábados.
“Pasábamos el río Magdalena en canoa y en un quiosco, con un altavoz y un papelógrafo, decenas de campesinos dialogaban conmigo”, recuerda con emoción.
Esta experiencia despertó en él un interés por la cuestión agraria, así como por el estudio de las concepciones sobre la economía campesina y las teorías marxistas de la renta de la tierra, las cuales Mondragón ha intentado aplicar a la investigación sobre la realidad colombiana. También se interesó por la vía campesina al desarrollo, los balances de las promesas fracturadas y brindando asesoramiento al movimiento social por alcanzar una verdadera reforma agraria.
“El actual Gobierno en cumplimiento de su programa ha decidido reactivar la reforma agraria. El acto legislativo 01 de 2023 reconoce al campesinado como sujeto de derechos y especial protección. El Plan de Desarrollo reconoce las territorialidades. Se ha restablecido el Sistema Nacional de Reforma Agraria y fue expedido el decreto que ordena el funcionamiento de la Comisión Mixta Nacional para el Campesinado”, expresa a manera de balance.
“Yo fui redactor de VOZ”
Al igual que a Osorno, a Mondragón también se le quebró la voz al concluir su discurso: “Desde la humildad, manifiesto que la esperanza en el reconocimiento del otro es la clave del cambio de paradigma y de la paz”.
El cierre estuvo a cargo de un músico y su trompeta, boleros y champagne. A pesar de la concurrencia, el doctor Héctor Mondragón observó a lo lejos la gorra negra de este redactor y se acercó. “Yo fui redactor de VOZ. Al periódico y sus históricos lectores también les debo mucho. Muchas gracias por estar aquí”.