Procesos juveniles de Usme resignificaron el espacio para las artes y la cultura
Colectivo Popular Ukan
En el barrio Santa Martha en la localidad de Usme en Bogotá se está desarrollando un proceso comunitario en una casa contigua al salón comunal. Esta edificación, que otrora fuese un CAI, ahora se resignifica como la casa cultural en la que funciona la biblioteca popular Policarpa Salavarrieta.
Hace unos años, el predio fue abandonado por la policía como producto de una norma que prohíbe que este tipo de estaciones se ubiquen en los barrios sin que haya un espacio que los separe de las viviendas. En ese momento la junta de acción comunal se dio a la tarea de recuperar el maltrecho predio.
Varios líderes juveniles con una extensa experiencia en procesos populares en la localidad se encargaron de la restauración, labor que no fue para nada fácil. La policía había dejado algunos de sus elementos, el estado de las celdas relataba el drama de la relación con la autoridad, había sangre, mensajes de los reclusos, la labor de limpieza fue extenuante, la casa debió ser aseada, pintada y sus muros debieron ser reparados.
Pandemia y paro nacional
Después de esta tarea, que llevó meses, comenzó a tomar forma la biblioteca popular, que antes funcionaba en el salón comunal. La comunidad donó libros, juguetes, herramientas y otros enseres.
Así, la casa cultural, que se constituyó como tal en medio de la pandemia del covid-19, se convirtió en un centro de apoyo a jóvenes y niños que se veían en dificultades para desarrollar su proceso de aprendizaje en los colegios, fenómeno recurrente en las capas populares de todo el país. Aunque el colegio enviaba guías, no había forma de verificar el proceso pedagógico de los infantes.
Poco después emergió en el contexto de la localidad el estallido social del 2021 del cual las y los líderes de la casa cultural hicieron parte activa. Pero la participación de esta no se quedó allí. Surgió la preocupación de cómo trascender de las protestas que tenían como epicentro al puente de la dignidad en Santa Librada. Así nacieron las jornadas informativas sobre las reformas que motivaban la movilización. Esta valerosa acción comunicativa les costó el seguimiento por parte de la policía.
Por fortuna, los esfuerzos fueron infructuosos, lejos de que se viera a la casa como un “foco de insurgencia y vandalismo”, forjando un fuerte reconocimiento comunitario. De esta manera, un proceso hijo del paro y de las dificultades de la pandemia, sorteadas mediante la organización popular, se viene fortaleciendo cada vez más, ahora con una fuerte relación con el colegio distrital Santa Martha, con el que se crean sinergias que abren nuevos horizontes para la garantía de derechos juveniles en el barrio. Ya nadie reconoce esta casa como “el CAI del barrio”, sino como la Casa Cultural del Santa Martha.
Son organizaciones y procesos como este los que día a día se construyen desde abajo, barrio a barrio, casa a casa, clase a clase, la unidad popular que puede forjar un nuevo país. Esa esperanza de cambio a la que se han sumado millones de personas en todo el país ahora se abre camino en el Gobierno nacional, paso hacia adelante que solo se puede hacer perdurable si potenciamos estos ejercicios de organización popular.