sábado, julio 27, 2024
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Colombia-Rusia: Los fantasmas del ministro Molano

Las declaraciones del ministro y las pretensiones del presidente Duque dejan muy maltrecho el manejo que hace el Gobierno de la política internacional, si se tiene en cuenta que las relaciones de Rusia y China con la mayoría de los países de América Latina pasan por un momento de auge

Alberto Acevedo

Las declaraciones del ministro de Defensa colombiano Diego Molano, en las que argumenta tener informes de inteligencia sobre una presunta injerencia de Rusia en los asuntos internos de Colombia, por lo irresponsables e infundadas son de una inusitada gravedad.

No solo porque ponen en riesgo los lazos de amistad y colaboración con una de las principales potencias del mundo, sino porque no es la primera vez que el titular de la cartera de Defensa hace declaraciones provocadoras que ponen en riesgo las relaciones con países amigos. Y porque, lo más insólito, el ministro Molano se arroga funciones de manejo de la política internacional, que no le corresponden, y que deberían ser del resorte del presidente de la república o de la canciller Marta Lucía Ramírez.

El jueves de la semana pasada, el ministro Molano dijo, sin presentar ninguna evidencia, que había “injerencia extranjera en el borde de la frontera” con Venezuela y que tenía información (de inteligencia) de que “han sido movilizados” a esa zona “algunos hombres y unidades de la Fuerza Militar Bolivariana con el apoyo y la asistencia técnica de Rusia, y con el apoyo y la asistencia técnica de Irán”.

Fabricando enemigos, al estilo USA

Llama la atención la obsesión del ministro colombiano por emprender campañas contra Rusia e Irán, en momentos en que crece la tensión mundial en torno a la crisis de Ucrania. Pareciera que el ministro de la Defensa quisiera también, por su cuenta, o por la voluntad de Estados Unidos y la OTAN, crear una pequeña Ucrania en América Latina.

Recordemos que, en noviembre pasado, en el marco de una gira presidencial por Israel, el ministro Molano afirmó, sin medir las consecuencias, que Colombia e Israel tiene un ‘enemigo común’, que es Irán, junto a Hezbollá. En esa ocasión, la embajada de Irán en Bogotá respondió de inmediato, señalando el absurdo de acusar sin fundamento a un país con el que se mantienen relaciones de vieja data en materia de amistad y colaboración mutua.

El mismo día en que se conoció el comentario de Molano, la embajada de Rusia en Colombia aseguró que el ministro busca “enemigos ficticios” al hablar de “intervención extranjera” en la frontera que el país comparte con Venezuela y que, según el funcionario, “se está realizando supuestamente con el apoyo y asistencia técnica, incluso por parte de Rusia”.

La amenaza, un embeleco

“La Embajada de la Federación de Rusia en la República de Colombia constata con perplejidad los continuos intentos de acusar sin fundamento a la Federación de Rusia de la presunta ‘injerencia en los asuntos internos de Colombia’”, dijo la delegación diplomática en un comunicado.

La misión diplomática calificó de ‘irresponsables’ las declaraciones del ministro Molano y lamentó que se pongan en duda las buenas relaciones bilaterales, que datan de varias décadas atrás. El presidente Duque, por su parte, haciéndose eco de la versión de su ministro, solicitó una reunión con el embajador ruso, y éste ratificó lo que era evidente.  Que no hay tal amenaza rusa sobre Colombia y que no hay ni habrá intervención de ese país sobre Colombia ni ninguna nación latinoamericana.

La salida en falso de Molano fue tan burda, que el presidente debió matizar las afirmaciones de su subalterno y habló de ‘seguir manteniendo un espíritu franco’ y el ‘nivel de diálogo diplomático que corresponde’ con Rusia. Pero como si la metida de pata fuera poco, el propio presidente insinuó que la conversación con el embajador ruso pretendía “entender cuál es el alcance y el objetivo” de la cooperación (militar) con Venezuela.

Intervencionismo

En el lenguaje diplomático, esto es ni más ni menos que una grosera intervención en los asuntos internos de otros Estados. Es tanto como pedirle a Rusia que le rinda cuentas a la Casa de Nariño por el estado de sus relaciones comerciales, militares o de cualquier índole con Venezuela. ¡Ni más faltaba! Qué tal que a alguna nación se le ocurra pedirle cuentas a Colombia por las bases militares norteamericanas que se distribuyen por el territorio colombiano.

O que responda por la naturaleza de las conversaciones que cada cierto número de semanas sostiene con el Pentágono norteamericano, o que explique la naturaleza de los acuerdos secretos de cooperación militar y de intercambio de inteligencia estratégica con Estados Unidos.

Las declaraciones del ministro y las pretensiones del presidente Duque dejan muy maltrecho el manejo que de la política internacional hace nuestro gobierno, si se tiene en cuenta que en América Latina las relaciones de Rusia y China con la mayoría de los países de la región pasan por una situación de bonanza, de auge, en contraste con el creciente descrédito de la política norteamericanas, que en la práctica no renuncia a tratar a América Latina como su ‘patio trasero’.

Otro aspecto del manejo de la política internacional colombiana que sale a flote con las acusaciones a Rusia es el papel que cumplen los llamados informes de inteligencia. De la inteligencia militar norteamericana, desde luego, que periódicamente están suministrando información, las más de las veces fabricada, para ‘inflar globos’ en las relaciones con Venezuela. Esos informes cumplen el papel de estar deteriorando periódicamente las relaciones bilaterales para justificar las andanadas antivenezolanas constantes del gobierno colombiano y alentar planes de intervención, esos sí, en los asuntos internos del hermano país.

El tema de las elecciones

La repuesta a las declaraciones del ministro Molano vinieron no solo de la delegación diplomática rusa en Bogotá. También el ministro de Defensa venezolano, Vladimir Padrino reaccionó en un tuit: “Colombia país que la oligarquía bogotana ha convertido en el apéndice del Comando Sur en nuestra América, en sede de las bases militares de Estados Unidos, en objetivo del adocenado ‘Plan Colombia’, en la socia global de la OTAN, denuncia injerencia de Venezuela. ¡Dios mío!”.

Pocos días después de las declaraciones del ministro Molano, en Bogotá se reunió una ‘cumbre’ de funcionarios norteamericanos y colombianos, de alguna manera relacionados con áreas de inteligencia, para discutir lo que ellos denominaron cooperación estratégica, en defensa, antiterrorismo y crimen trasnacional.

Allí se discutió no solo la versión ya desmentida de la presencia de tropas rusas en la frontera con Colombia, sino un nuevo infundio, el de la injerencia extranjera en las elecciones presidenciales en Colombia. Y desde luego, como tema de ‘seguridad’, se trató lo relativo a la candidatura presidencial de Gustavo Petro. ¿Será que para el lector queda claro de dónde viene la conspiración?

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