El candidato del PT es la única alternativa posible para neutralizar la fuerza de la extrema derecha. En estos últimos días de campaña, ha crecido el respaldo al nombre del antiguo líder sindical
Alberto Acevedo
El candidato presidencial y exmandatario brasileño Luiz Inacio Lula da Silva, de acuerdo a los resultados de un sondeo de opinión realizado a menos de una semana de los comicios del próximo 2 de octubre, acumuló dos puntos porcentuales más de ventaja frente a su contendor Jair Bolsonaro, y se colocaba a las puertas de alcanzar el triunfo electoral sin necesidad de acudir a una segunda vuelta en las urnas.
La prestigiosa consultora Data Folha, reveló el pasado 22 de septiembre, casi al cierre de la campaña electoral, que el candidato del Partido de los Trabajadores, PT, se consolida como el favorito, con el 47 por ciento de los votos, muy cerca de alcanzar la mitad más uno de los electores y garantizar su elección como mandatario de los brasileños, mientras que su contendor inmediato, el actual gobernante Jair Bolsonaro, se sostiene con un 33 por ciento de aceptación, un porcentaje que se mantuvo estancado en las últimas semanas.
Analistas independientes coinciden en señalar que el ascenso al poder de Jair Bolsonaro representó un proceso de destrucción del país en todos los niveles: político, económico, social, institucional. El manejo que Bolsonaro dio a la pandemia del covid-19, que representó miles de vidas perdidas; su tolerancia frente a la destrucción de la Amazonia, el desmantelamiento de todo un andamiaje de derechos sociales y políticos conquistados por los trabajadores durante los gobiernos del PT, hablan de ese arrasamiento del Estado.
Poner la casa en orden
La ineptitud para la gestión pública del presidente Bolsonaro y su clan familiar ha sido evidente desde su llegada al poder. Hubo momentos en que los partidos aliados y el mercado financiero pusieron en duda la viabilidad y conveniencia de la continuidad de Bolsonaro en el cargo de primer magistrado de la nación. La presencia de militares de alto rango en puestos clave del ejecutivo, contribuyó a cierta estabilidad en el gobierno.
En estas condiciones, el retorno de Lula al gobierno es para poner la casa en orden. Para colocar a Brasil en la situación de liderazgo en que estaba hace seis años. La gran apuesta es devolver a Brasil la respetabilidad perdida en los escenarios internacionales, en la defensa de la paz y la justicia social, el multilateralismo, los acuerdos contra el cambio climático, la defensa de la Amazonia y de los procesos democráticos en la región.
Democracia y justicia social
Entre todo el abanico de candidatos que se disputan la presidencia, Lula es la única alternativa posible para neutralizar la fuerza de la extrema derecha. En estos últimos días de campaña, ha crecido el respaldo al nombre del antiguo líder sindical. Ha logrado movilizar a gente que no es de izquierda, a quienes tenían diferencias con el PT, a quienes pensaban votar por otros candidatos. Ahora es el momento de ganar los votos para la primera vuelta y cerrarle el paso a cualquier aventura golpista.
La polarización principal ahora se da entre bolsonaristas y antibolsonaristas. El objetivo fundamental es sacar a Bolsonaro del gobierno, evitar que siga utilizando el poder para atentar contra la democracia, y manifestarse a través del voto contra todos aquellos que mantienen un discurso de odio o su política de favorecer el capital especulativo.
Lula representa no solo al Partido de los Trabajadores, a la izquierda, sino el antibolsonarismo. Incorpora a todos los que se oponen a Bolsonaro y luchan por restablecer la democracia y la justicia social en Brasil.