A propósito del fallecimiento del pintor y escultor Fernando Botero, VOZ habló con Álvaro Suescún, musicólogo, crítico de arte, director de la revista La Lira y quien suscribe cientos de artículos en las más renombradas revistas culturales latinoamericanas
José Ramón Llanos
Iniciemos esta conversación indagando, en una especie de escala cronológica, algo del estilo y rasgos característicos de la pintura del maestro Fernando Botero. ¿Las figuras volumétricas estuvieron siempre desde el comienzo de su trabajo artístico?
-No. Fernando Botero es un pintor que se dejó influenciar, inicialmente, por los paisajes de la costa Caribe. Realmente, sus primeras pinturas de importancia las desarrolla en Tolú, Sucre, de manera que las primeras impresiones de los paisajes que él refresca y convierte en obras de arte, son correspondientes al paisaje de mar, al paisaje del Caribe colombiano, son pescadores, son figuras de personajes en las playas con su indumentaria propia del Caribe y con los aperos de pesca generalmente y, en buena cantidad de casos, con los resultados de la pesquería.
¿Esta fase corresponde a qué época?
-Eso es en los años cincuenta. Y su obra, en esa época, tiene una gran particularidad, esos primeros personajes protagonistas son alargados. Esa estadía suya en Tolú es importante para la recepción de su pintura en Colombia. En este municipio costero pintó la obra Frente al mar, que recibió el segundo premio en el IX Salón de Artistas de 1952.
La crítica de Vidales
¿Eso significa que, en esa época, no habían aparecido en la obra de Botero las figuras volumétricas?
-No. Todavía no pintaba voluminosos objetos y personajes. Considero que la dura crítica que, le hizo el poeta Luis Vidales, estimuló a Botero a repensar cómo desarrollaba, en ese momento, su obra de pintor.
¿Cuál fue la crítica que hizo el poeta Luis Vidales a la obra Frente al mar?
En una columna publicada en el diario El Tiempo, en agosto de 1952, escribió: “El tercero pudiera otorgársele a Frente al mar, aunque este pintor está en peligro de malograrse por su superficial decorativismo, del inconceptual alargamiento de las figuras de revista americana, con que ha cambiado, sin transición, de un brinco, el geometrismo de su etapa de aprendizaje reciente”.
¿Qué otra crítica recibió la obra Frente al mar, de los críticos de arte reconocidos?
-Esta “crítica severa” por su manera de mirar el entorno paisajístico que había escogido Botero para desarrollar su obra, diríamos que es el primer llamado de atención para que él desarrolle una reflexión respecto a las figuras que está realizando. En aquel entonces todavía no se había realizado el sentido de los expresionistas, sobre todo el expresionista pictórico que hacía negación de la figura.
¿Entonces todavía no se había ingresado en el período de los expresionistas?
-Sobre todo, el expresionismo pictórico, que hacía negación de la figura, que viene a desarrollarse un poco más adelante con los pintores alemanes, norteamericanos y, en cambio, todavía encontramos en su obra figuras comunes, ajenos a los cuerpos y objetos de exagerado volumen que lo caracterizaron en el orbe de la plástica contemporánea
Pero eran figuras, digamos, con ciertas características de normalidad en donde solamente mostraban algunos avances que pudieran considerarse “desfiguraciones de la realidad”. Estas desfiguraciones Botero las consigue con unos alargamientos de las figuras, de manera que sus personajes parecen bastante adelgazados y altos.
Influencia renacentista
¿Recuerda alguna publicación en donde se pueda hallar eso?
-Sí. Hay una publicación de los 50 años, de los salones anuales de artistas colombianos. Y, en la novena publicación o anuario, Luis Vidales hace una crítica a esos impresos. Walter Engels, en 1952, por el contrario, la señala como “una composición bien construida bien realizada”, la avala. (Veáse la ilustración). Luis Vidales contrataca esta descripción y considera que Botero puede desarrollar un conocimiento más profundo de la figura y conseguir, en consecuencia, un mejor resultado. Como en efecto ocurrió años después.
¿Por qué Botero se va a vivir al Caribe?
-Él venía con unas ciertas insatisfacciones, llegaba de Medellín, que en aquel entonces era un pueblo muy pacato, muy provincial y religioso. Estaba un clérigo que era monseñor Miguel Ángel Builes, figura y expresión de la ideología más retardataria, la caverna total.
Después del premio en el Salón de Artistas, Botero entiende la ampliación de sus horizontes, entonces viaja a Europa, en donde vive en Madrid por espacio de cuatro años. Esta ciudad es su sitio de asiento, pero lo alterna con visitas a Barcelona, sobre todo a los museos, esta era su inquietud fundamental. Luego a París e Italia.
¿Cómo cualifica su formación de pintor y escultor?
-Él se forma estudiando, analizando las obras de los museos, y con sus lecturas, que es más o menos el mismo método de Alejandro Obregón. Y sobre todo con su infatigable y metódico trabajo, él reconoce que pinta o esculpe todos los días incluidos los domingos. Botero estudia especialmente a los pintores del Renacimiento. Asimila el muralismo mexicano y allí, él lo reconoce, descubre la importancia de la volumétrica de los cuerpos y los objetos al dibujar la Mandolina.
¿Es cierto que el italiano Mantegna influyó significativamente en la madurez estética de Botero?
-Se produce una variación fundamental en la obra de Botero a partir de 1958 cuando él obtiene el primer premio en el Salón Nacional de Artistas, el XI con un trabajo que se llama la Camera degli sposi, es en realidad un homenaje a Mantegna.
Él es un artista italiano que influye de manera determinante en el salto cualitativo que da Botero a partir de los años sesenta. Así logra deshacerse de la influencia del muralismo mexicano y empieza a ser permeado por esa volumetría del Renacimiento. En ese período, asume plena y definitivamente la utilización de esa técnica en su obra.
¿Crees que en la formación de Botero aparte de sus lecturas tiene que ver con su disciplinado y sistemático estudio del arte renacentista europeo?
-El análisis y reproducción de algunas obras de los museos lo pone en comunión directa con el Renacimiento en especial con las obras de Andrea Mantegna, Paolo Uccello, que también es determinante, sobre todo en el monumentalismo. Y otro artista que definitivamente lo marca es Piero de la Francesca. Este es un artista del Renacimiento. Esas son las razones que explican lo anticlásico, lo antiexpresionista de la obra de Botero.
Botero y política
¿Estás de acuerdo con los críticos que afirman que el premio que le dieron en el XI Salón de Artistas fue determinante para el desarrollo de la obra de Fernando Botero?
-Claro. Porque este premio, que es una especie de homenaje a Andrea Mantegna, no solamente lo fundamenta en una nueva o en un nuevo periodo pictórico, sino que también lo consolida y le marca el camino de lo que en adelante será su obra artística. Eso reafirmado por la gran importancia que tiene el Salón Nacional en aquella época.
¿Es Botero un pintor apolítico?
-Yo creo que hay una fase de Botero que es político, algunas pinturas son evidentemente políticas. Algunas constituyen una crítica a la religión, al fanatismo religioso, a la violencia en el país y a las torturas de Abu Ghraib.
¿En qué época se dedica a la escultura?
-En los inicios de los sesenta hace las primeras incursiones en la escultura, que también es muy importante. Pudiéramos pasar a esa otra expresión artística de él, porque hace parte de las grandes exposiciones monumentales que recorren todas las capitales importantes del mundo, convirtiéndolo en el artista vivo, con presencia en todas las ciudades destacadas del planeta. En sus últimos años, multiplicó la exposición de sus figuras monumentales.