Los recientes indicadores provocan optimismo. Los logros en la coyuntura no deben hacernos perder de vista la perentoria necesidad de tomar medidas de fondo que modifiquen la estructura económica desde sus cimientos
Carlos Fernández
Aunque el crecimiento anual (12,8%) del Índice de Precios al Consumidor, IPC, al finalizar el mes de abril de 2023, con el cual el DANE mide la inflación de precios en la economía colombiana, fue el más alto registrado en muchos años, el crecimiento mensual que se registra en lo que va corrido del presente año mostraron una desaceleración de la tendencia alcista que venía desde la pandemia. Para algunos, se trata de un punto de inflexión que va a determinar el fin del ciclo de precios altos. Para otros, hay que esperar unos dos o tres meses más para poder hablar del éxito en la lucha contra la inflación.
La inflación según tipo de bienes
Los precios de los alimentos y bebidas no alcohólicas tuvieron mucho que ver en la desaceleración global. De hecho, en abril estos precios bajaron en 0,07%, destacándose el comportamiento de algunas frutas, verduras y tubérculos. La papa, por ejemplo, bajó de precio en un 8,75%, lo cual beneficia al consumidor urbano, pero afecta los ingresos del productor, perteneciente, en general, a la economía campesina. Sin embargo, los precios de los bienes utilizados en la producción de recursos agropecuarios también disminuyeron, en una cuantía importante (menos 2,12% en abril). En esto se ve reflejada la política de precios e importación de fertilizantes, adelantada por el Gobierno nacional.
Otro es el comportamiento de los precios al consumidor de la electricidad, gas y otros combustibles. El IPC de este grupo de productos creció en 0,84% durante el mes de abril; no obstante que la política del gobierno en eliminar, paulatinamente el subsidio a la gasolina hiciera esperar crecimientos más elevados.
El subsidio a la gasolina, hasta el gobierno de Duque, era contable. La anterior administración decidió hacerlo efectivo, con lo cual se generó un déficit en el Fondo de Estabilización del Precio de los Combustibles, FEPC, que se calcula, para este año, en alrededor de 30 billones de pesos. En este resultado incide, también, el hecho de que el valor internacional de petróleo bajó en el último mes, lo que hace que el crecimiento del precio interno de la gasolina no sea tan elevado.
Hay que señalar además que, en consonancia con esta situación, la variación mensual del Índice de Precios al Productor, que versa acerca de la refinación de petróleo, fue de menos 2,21%. La situación geopolítica internacional y la lucha contra el cambio climático van a determinar la forma como estos precios van a variar en el futuro inmediato y mediato.
Por su parte, los precios en el servicio de transporte que, es de esperar, se comporten según el proceder de los costos de la gasolina, presentaron una variación en abril de 0,48%, cifra que guarda relación con la coyuntura de precios internos de los combustibles e internacionales del petróleo, cuya variabilidad va a depender en el futuro inmediato de la situación geopolítica internacional, de la política interna de eliminación de los subsidios a la gasolina y de un eventual subsidio al costo del transporte público para el ciudadano, que se ha llegado a plantear como compensatoria en la eliminación del subsidio a la gasolina.
Otros indicadores de la coyuntura
Un indicador de la coyuntura que se presenta favorable es el que relaciona con el empleo y el desempleo. Al finalizar marzo, la tasa de desempleo fue de 10,0%, muy favorable, a pesar de lo elevada si se la compara con la tasa de febrero (11,4%) y, más aún, con la de enero (13,7%).
Lo mismo puede decirse si se compara la tasa de desempleo del promedio enero-marzo (11,7%) con la del mismo trimestre de 2022 (13,2%), si bien la disminución no es tan considerable, al compararla con el trimestre anterior (diciembre-febrero) que registró una desocupación del 11,8%.
Esto no nos debe impedir que veamos con preocupación el hecho de que las 2 millones 542 mil personas registradas en marzo como desempleadas son una cantidad elevada sobre la cual debe tener efecto positivo, lo más rápidamente posible, la política de desarrollo productivo del campo, de agro-industrialización y de industrialización pregonada por el gobierno en su programa. Mucho más si se tiene en cuenta que la disminución del número de desempleados durante el mes de marzo, que benefició a 305 mil personas, se dio en gran medida por la elevación de los empleados por cuenta propia (posición ocupacional que abarca, en gran medida, el mal llamado empleo informal del país) en 214 mil personas.
El indicador de comercio exterior
Si observamos el comportamiento del comercio exterior vemos que la balanza comercial, al finalizar febrero, presentó un déficit de 554,9 millones de dólares, inferior al registrado al término del mes de enero. Este es el resultado de un aumento de las exportaciones de 506 millones de dólares frente a una disminución de 417 millones de dólares de las importaciones respecto al mes de enero. Ahora bien, las exportaciones que más crecieron en febrero fueron el café, el carbón, el petróleo y algunas no tradicionales.
La dependencia estructural de las exportaciones colombianas respecto a los combustibles fósiles no va a desaparecer rápidamente hasta que no se implemente una política de transición energética acorde con las exigencias del cambio climático.
Los esfuerzos de Petro dentro de su política interna e internacional en este sentido deben ser acompañados por una transformación productiva que estimule la exportación de nuevos productos elaborados mediante el uso de energías renovables. Los llamados a la prudencia de analistas y expertos en cuanto a la política energética tienen razón de ser en el corto plazo, pero la urgencia de la transición hace que una política a este respecto se deba caracterizar por la audacia. Aún no se vislumbran medidas de política o de incentivos a la producción que permitan avizorar los grandes cambios que se requieren.
En cuanto a las importaciones, es preocupante que sigan aumentando las de cereales. La política agraria se ve dificultada porque requiere de unos procesos lentos de adquisición de tierras, mientras crece la urgencia de remplazar las importaciones de alimentos por producción interna, en el plano de la economía campesina, particularmente.
Optimismo moderado
Van apenas nueve meses del nuevo gobierno progresista y los indicadores analizados muestran una base para cierto optimismo. Pero los logros de la coyuntura no deben hacernos perder de vista la perentoria necesidad de que se tomen medidas de fondo que modifiquen la estructura económica en sus cimientos.
La férrea oposición de la derecha a las políticas que buscan esto se hace cada vez más evidentes y es la causa del rompimiento de acuerdos políticos que permitieron cierta gobernabilidad, aunque les quitaron velocidad a las reformas.
Ya hay un plan de desarrollo aprobado y, como dijo el mismo Petro, hasta ahora se había trabajado con el plan de desarrollo de Duque. Sin embargo, seguramente, algunas de las medidas en él contenidas van a ser objeto de demandas de inconstitucionalidad, es necesario aprovechar el aval del Congreso para tomar medidas en todos los frentes.
Será cada vez más difícil, pues, los callos que se están pisando y los que se tendrán pisar duelen en lo más entrañable del alma de la gran burguesía y de la derecha recalcitrante: el caudaloso bolsillo.