martes, abril 30, 2024
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Avanza campaña electoral en Venezuela

Cumpliendo con el espíritu de los Acuerdos de Barbados, que confieren a los partidos de oposición garantías para participar en las elecciones generales, el Partido Socialista Unido de Venezuela, PSUV, comenzó la carrera por la elección presidencial

Alberto Acevedo

Cumpliendo con el espíritu de los Acuerdos de Barbados, que confieren a los partidos de oposición garantías para participar en las elecciones generales del 28 de julio próximo, en condiciones de igualdad con el gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela, PSUV, comenzó la carrera por la elección presidencial, en un período en el que se define el futuro de los cambios sociales y políticos emprendidos por la Revolución bolivariana en el país suramericano.

El reto de la continuidad de los cambios es de dimensiones colosales. La administración del ‘demócrata’ Joe Biden en Estados Unidos, y de sus aliados occidentales, mantiene en estos momentos un total de 950 sanciones económicas, financieras y diplomáticas y medidas coercitivas unilaterales, más de la mitad de ellas contra el Estado venezolano.

En el acto público en el que el presidente Nicolás Maduro aceptó la postulación a un nuevo período presidencial, los servicios de inteligencia detectaron un plan para asesinarlo y retuvieron a varias personas que confesaron su participación en la empresa criminal.

Registro electoral

Sin embargo, en medio de esas contingencias, que apuntan a crear un clima de desestabilización, a la hora del cierre del registro electoral fueron inscritas trece candidaturas presidenciales, respaldas por treinta y siete organizaciones políticas y sociales que cumplieron los requisitos legales y se inscribieron ante el Consejo Nacional Electoral ─CNE─ para las justas del mes de julio.

De los trece candidatos, doce son de oposición al gobierno bolivariano, así como lo son también veintiséis de las treinta y siete organizaciones políticas, es decir, el 70 por ciento de las que participan en las elecciones. Maduro ha sido postulado por once organizaciones políticas que integran el Gran Polo Patriótico Simón Bolívar y aparece como el más firme aspirante a ocupar por un período más el solio presidencial.

El PSUV avaló la postulación de su candidato presidente con las firmas de cuatro y medio millones de simpatizantes, militantes y dirigentes de base. Todos los candidatos y organizaciones se presentaron ante el CNE bajo las mismas condiciones, requisitos y tiempos, sin impedimentos de ninguna índole.

El caso María Corina

Diferente es la situación de María Corina Machado, sujeta a sanción por su participación en diversos actos delictivos, pues la organización que lidera, Vente Venezuela, no es un partido acreditado ante el CNE, y no ha participado en ninguna elección en Venezuela. Ese sector de extrema derecha que lidera Machado no tiene apoyo nacional y está perdiendo respaldo internacional. Su agenda nunca fue electoral y giró en torno a mantener el relato de la ‘tiranía’ para justificar las sanciones económicas externas, los bloqueos y la intervención extranjera.

Pero esa actitud conspirativa y apátrida de personajes como María Corina, que sigue un libreto ya recorrido antes por Juan Guaidó, no parecen entenderla, o no quieren entenderla ─porque información suficiente sí tienen─ líderes como Luiz Inacio Lula da Silva y Gustavo Petro, que a decir del canciller venezolano, hacen pronunciamientos en una actitud que, además de ser injerencista, se da para satisfacer la política aislacionista contra Venezuela por parte del Departamento de Estado de los Estados Unidos.

Con todo y esto, Nicolás Maduro encarna hoy la candidatura más sólida a la presidencia de Venezuela. Maduro es símbolo de la resistencia del pueblo venezolano contra la injerencia y el intervencionismo norteamericano y de las potencias occidentales aliadas de Estados Unidos.

Candidato-programa

El analista Fernando Buen Abad dice: “Maduro es un candidato-programa, parido por las masas para multiplicar las fórmulas de la ecuación rebelde en una revolución ‘bonita’ comprometida con la ‘máxima felicidad posible para todos y todas’. La nominación de Maduro como candidato será movilización permanente del vocerío revolucionario escrito por la mano de campesinos y obreros de todos los frentes en lucha que son soporte crucial y futuro único. Será acción directa porque su pueblo lo ordena. Acción directa de una democracia revolucionaria que no se detendrá, aunque muchos la ignoren o la desprecien”.

Del lado de la oposición antichavista, que sueña con apartar del poder a Maduro, la gama de opciones es amplia y variada. Hay de todo como en botica; hasta un comediante que aspira a llegar al palacio de Miraflores. Entre ellos, la opción más seria es la de Manuel Rosales, un aspirante de peso de la oposición tradicional venezolana, porque su partido, Un Nuevo Tiempo, UNT, ha participado en todas las estructuras históricas de la oposición.

Rosales estuvo en la antigua Mesa de la Unidad y ahora en la actual Plataforma Unitaria. Su mayor mérito es haber ganado en las elecciones de 2021, con una amplia ventaja, la gobernación del Estado de Zulia, el principal centro electoral del país. Todavía ejerce ese cargo.

Normalización política

Otro candidato importante es Eduardo González Urrutia, un exdiplomático que pese a haber desempeñado varios cargos públicos, es menos conocido por la opinión pública nacional; algunos medios le asignan el papel de ser una carta de negociación con el sector de Rosales, buscando una candidatura única, o al menos mayoritaria de la oposición antichavista.

De momento, la presencia de estos candidatos en el juego electoral echa por tierra la idea de que Maduro ha buscado reelegirse sin rivales de peso. O con candidatos que pudiera manejar a través de interpuestas personas. Por el contrario, las actuales reglas de juego constituyen un paso en dirección a la normalización política del país.

María Corina Machado, inflada por la prensa corporativa occidental, tendrá que decidir entre apoyar a alguno de los candidatos inscritos, o convocar nuevamente a la abstención electoral, como ha sido su estrategia pasada.

Contra esta posibilidad actúa el hecho de que Un Nuevo Tiempo inscribió la candidatura de Rosales de manera unilateral, sin el beneplácito de la cúpula de la Plataforma Unitaria. Y no se tiene certeza de cómo terminarán las negociaciones entre los distintos sectores de oposición, puesto que su fragmentación es su mayor debilidad y, de no lograr un candidato unitario, podrían sucumbir nuevamente en la contienda electoral.

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