jueves, octubre 3, 2024
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Atentado contra Cristina, un ataque al corazón de la democracia argentina

En los últimos meses abundaron los discursos de odio contra la vicepresidenta y contra el peronismo en el gobierno, amenazando la relativa estabilidad del país. Se han producido declaraciones de políticos antiperonistas deseando la muerte de Cristina

Ricardo Arenales

“Cuando el odio y la violencia se imponen sobre el debate de ideas, destruyen las sociedades y se generan situaciones como la de hoy”, dijo el ministro de Economía argentino Sergio Massa, a pocos minutos de haberse divulgado la información de que la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner acaba de ser objeto de un atentado en el que estuvo a punto de perder la vida. Fue la suya la primera reacción de un alto dignatario del Estado.

Las afirmaciones de Massa marcaron el enfoque de la dirección política del Gobierno y de la mayoría de las organizaciones sociales, que coincidieron en calificar el intento de magnicidio como un ataque frontal a la democracia argentina. “Cristina permanece con vida porque, por una razón todavía no confirmada técnicamente, el arma, que contaba con cinco balas, no se disparó pese a haber sido gatillada” aseguró por su parte el presidente Alberto Fernández.

La noticia de que en la noche del primero de septiembre un hombre intentó asesinar a la actual presidenta del senado, exmandataria y vicepresidenta de la nación, Cristina Fernández, se extendió como reguero de pólvora por el país austral y los principales líderes de la comunidad internacional reaccionaron de inmediato.

Lobo solitario o mercenario

La líder política saludaba a un grupo de seguidores en las afueras de su residencia en el barrio La Recoleta de Buenos Aires, cuando un hombre le apuntó con una pistola a la cara. El arma se atascó, porque en un video se oyen dos sonidos del percutor del arma, que milagrosamente no accionó ningún proyectil. Pero estuvo a punto de cometer el magnicidio.

El potencial homicida fue identificado como Fernando Andrés Sabaj Montiel, de 35 años de edad, oriundo de Brasil y residente en Buenos Aires desde hace varios años, con diversos antecedentes penales a su haber. Independientemente de que el homicida haya actuado como un lobo solitario o como un mercenario enviado por alguien, los analistas argentinos coinciden en señalar que la mano del criminal estuvo motivada en el discurso de odio de los principales políticos de la derecha de ese país.

En realidad, en los últimos meses abundaron los discursos de odio contra la vicepresidenta y contra el peronismo en el gobierno, amenazando la relativa estabilidad del país. Se han producido declaraciones de políticos antiperonistas deseando la muerte de Cristina. Manifestaciones públicas en las que aparecen muñecas colgadas, simulando ahorcamientos o en guillotinas, con el nombre de Cristina.

Movilización general

Aspecto de la multitudinaria manifestación de solidaridad con Cristina Fernández y en defensa de la democracia

Al día siguiente a los hechos, el presidente Alberto Fernández convocó a su gabinete ministerial, para examinar la situación y a los argentinos a salir a las calles con banderas nacionales en defensa d e la democracia y en solidaridad con la vicepresidenta.

En la tarde del viernes, un día después del atentado, se produjo una multitudinaria concentración pública, en la que ciudadanos de todos los credos se pronunciaron sobre la necesidad de “construir un amplio consenso contra los discursos del odio y la violencia”.

En el obelisco de la Plaza de la República, rebautizada por los manifestantes como Plaza Dignidad, los sectores convocantes leyeron un documento conjunto denominado “la paz social es una responsabilidad colectiva”. Allí se plantea: “Frente al intento de asesinato de la principal dirigente política del país, nadie que defienda la República puede permanecer en silencio o anteponer sus diferencias ideológicas al repudio unánime que esta acción depara.

Rechazo general

“No hay manera de relativizar ni minimizar un intento de magnicidio. La solidaridad y el repudio de dirigentes de toda América Latina, de los EEUU, de Europa y del Papa Francisco, muestran que el mundo comprende cabalmente la gravedad de lo ocurrido. En el mismo sentido se expresó el movimiento obrero organizado, entidades empresarias, comunidades religiosas, asociaciones deportivas y demás organizaciones intermedias del país. También gran parte de la dirigencia política nacional, a quienes agradecemos que comprendan que la convivencia democrática debe prevalecer sobre cualquier desacuerdo político.

“La vida democrática es incompatible con el accionar de minorías violentas que pretenden llevar de las narices al resto de la sociedad, u obligar a determinada dirigencia a tomar posiciones cada vez más sectarias con tal de contentar a esa supuesta clientela electoral. (…) El pueblo argentino está conmovido, impactado por lo ocurrido, incluyendo a millones que no simpatizan con Cristina ni con el peronismo. En honor a todos nuestros compatriotas es que hacemos este llamamiento a la unidad nacional pero no a cualquier precio: el odio afuera.”

Contrarrevolución en ciernes

¿De dónde vienen las voces de odio? De los poderes fácticos, corporativos, empresariales, judiciales y mediáticos, que buscan imponerle a Argentina una “nueva normalidad”. Todos inmersos en un proyecto que pretende eliminar los pocos reductos de soberanía nacional que quedan, manipular a la fuerza del trabajo.

Son la manifestación de una impronta fascista del gran capital, que en Argentina parece no necesitar disfrazar la violencia con formas legales. Para el analista Miguel Mazzeo, “hay una contrarrevolución en ciernes. Una rara contrarrevolución, sin revolución pasada y sin amenaza de revolución futura. Anticomunismo sin amenaza comunista. No hay contendientes sistémicos de fuste a la vista, por lo cual todo hace pensar que la inestabilidad de la sociedad burguesa responde a sus propias contradicciones. La sociedad burguesa parece haber asumido que su subsistencia exige la profundización de sus propias aberraciones. No quedan resquicios para la filantropía burguesa.”

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