lunes, febrero 10, 2025
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Antonio Nariño, el periodista

Las ideas que se promulgaban durante el proceso de independencia de la Nueva Granada caminaron desde los púlpitos hasta la prensa. Tras encontrar la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, traducirla y publicarla, Antonio Nariño fue apresado. Sería uno de los primeros casos de censura periodística

Anna Margoliner
@marxoliner

Al encender la radio o caminar por las calles concurridas de alguna ciudad, se hace común para el sujeto contemporáneo escuchar o leer las noticias de tal o cual coyuntura. No es un hecho precisamente extraordinario saber qué está ocurriendo al otro lado del mundo mientras nuestras vidas transcurren con normalidad. Antes del auge de la tecnología digital, es imposible imaginar que algo así tuviera lugar. La información y las noticias podían demorar días o incluso meses en llegar dependiendo de la distancia.

A pesar que los antecedentes del periodismo pueden ubicarse en las actas que se publicaban en la antigua Roma, la invención de la imprenta permitió la creación de las primeras publicaciones periódicas. Precisamente, es a través de estas que se difunden las ideas de la Revolución Francesa, ligadas a la Ilustración, movimiento que potenció los ideales independentistas en las colonias americanas.

Los procesos históricos diferentes a los del Viejo Mundo, paulatinamente buscaron la ruptura política con la monarquía española. Muchos criollos participaron, de acuerdo a sus ideales, en este proceso emancipatorio. Ese es el caso de Antonio Nariño quien, desde la traducción de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, estableció su postura revolucionaria.

Pluribus Unium

La fuerza que han tenido históricamente las publicaciones periódicas radica en el impacto que causan en la opinión pública y, sobre todo, la influencia política que pueden llegar a tener dentro de quienes la consumen.

Durante el periodo de la Independencia en nuestro país y la posterior conformación de la República, la prensa y las publicaciones fueron clave para el crecimiento y consolidación de corrientes políticas, filosóficas o partidos políticos.

Tal es el caso del periódico La Bagatela, inaugurado el 14 de julio de 1811 por Nariño. Se distinguió por su naturaleza política y satírica. Este medio de comunicación respaldaba enérgicamente el centralismo, contrarrestando las tendencias federalistas propugnadas por el presidente del Estado de Cundinamarca, el señorito Jorge Tadeo Lozano.

Simultáneamente, advertía sobre las posibles consecuencias derivadas de la falta de cohesión entre los patriotas frente a una hipotética reconquista española en la Nueva Granada. Desde una perspectiva filosófica, La Bagatela incorporaba contenido literario mediante secciones como ‘Cartas del Filósofo Sensible a una Dama, su amiga’ y ‘Contestación de la Dama al Filósofo’. Su último número fue publicado el 12 de abril de 1812.

La Bagatela es resultado de la vida intelectual de Nariño quien fue un hombre dedicado al conocimiento, los libros y las letras. Para él la libertad y la independencia no se ganaban únicamente a través de las batallas militares, sino también desde el campo de las ideas.

No es de extrañarse que, precisamente, fuera uno de sus números el que hizo dimitir a Camilo Torres de la presidencia, pues en este Antonio criticaba la falta de cohesión entre las que en otro momento fuesen provincias por el carácter federalista del gobierno, haciéndolas vulnerables ante el régimen español:

“¿En qué fundamos las esperanzas de conservar nuestra libertad? Por fuera se aumentan los peligros, y por dentro la desconfianza y la inacción. La Patria no se salva con palabras, ni con alegar la justicia de nuestra causa. ¿¡La hemos emprendido, la creemos justa y necesaria!? Pues à ello: vencer ò morir, y contestar los argumentos con las bayonetas. ¿¿¿¿Habrá todavía almas tan crédulas que piensen escapar del cuchillo si volvemos a ser subyugados????”.

Precisamente así lo menciona la historiadora Margarita Garrido: “Uno de los objetivos de La Bagatela parece ser la constante reiteración de las razones de la independencia y su legitimación. Varios artículos se ocupan de atacar preocupaciones religiosas sobre ello, de refutar, como lo harán luego los catecismos políticos, las teorías montadas sobre los títulos de conquista con que se legitimaba la colonización, y de pintar con horror tanto la colonia como la nueva esclavitud que llegaría si no se lograba un gobierno y una administración adecuado”.

Santa Fe un campo de batalla

Sin embargo, ya en los albores de la independencia Manuel del Socorro Rodríguez fue director del Papel Periódico de la Ciudad de Santafé de Bogotá fundado en 1791 por el virrey José Manuel Ezpeleta que, según refieren las fuentes, tenía alrededor de 400 suscriptores en todo el territorio.  Nariño colaboró desde el comienzo con esta publicación, incluso en 1793 empezó a imprimirse en La Patriótica, imprenta de su pertenencia.

Por lo tanto, la experticia periodística que había adquirido Nariño a través de este ejercicio se vio replicada en su iniciativa posterior. Sabía el alcance político que este tendría en la opinión pública. Garrido afirma al respecto que: “Su lectura no se reduce a quienes saben leer ni a sus 116 suscriptores. Es leída en voz alta, repetida, aceptada o impugnada con vehemencia, produciendo así momentos emocionantes que marcan lealtades y alineaciones. Su esfuerzo por fijar el sentido de nociones como la de libertad y la de soberanía, por introducir la noción de pacto social y por secularizar la comprensión de la política, va dirigido a un público más amplio que el de su club de amigos”.

Su iniciativa, no terminó en La Bagatela. Años después crearía en 1823 Los Toros de Fucha como respuesta al periódico El Patriota, cuya línea editorial era marcadamente santanderista. Compuesto por tres publicaciones, las ediciones, impresas por la Imprenta de Espinosa en un formato de octavo con cuatro páginas, se difundieron ampliamente y circularon gratuitamente en la Plaza de Bogotá.

Este periódico generó un espacio crítico y de debate sobre la Constitución de Cúcuta de 1821, trasladando la confrontación política al ámbito periodístico. Los Toros de Fucha se convirtió en un elemento clave para cuestionar la ambigüedad de la Ley de Libertad de Imprenta, unificando escenarios y facilitando un espacio para el diálogo político.

Nariño fue un defensor de sus ideales desde el uso de la palabra. Su amplia formación periodística y bibliográfica permitió que pasara a la historia como uno de los imprescindibles en los primeros años de la República.

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