La rivalidad entre Estados Unidos, Rusia y China incluye una carrera por el aseguramiento de minerales críticos para la energía verde y es ahí donde el continente africano entra en ese teatro de disputas
Alberto Acevedo
Sin lugar a dudas, la prensa colombiana fue michicata en el cubrimiento y valoración de la gira de la vicepresidenta Francia Márquez por tres países de África y la posterior valoración de los resultados de su visita en materia comercial, diplomática y política. Más aún, los análisis del valor geoestratégico del llamado continente negro, están ausentes, en la generalidad de los casos, de las publicaciones de la gran prensa colombiana.
Francia Márquez dijo en Suráfrica, al comenzar su visita, que sus ancestros habían llegado de esa región en condición de esclavos y hoy ella regresaba al continente en condiciones de libertad, de dignidad, reivindicando la soberanía de su pueblo, y al mismo tiempo valorando el aporte que países como Suráfrica han hecho a la lucha contra el apartheid y toda suerte de expresiones de discriminación racial.
África no solo es la cuna de nuestros ancestros, como dijo la vicepresidenta, es la madre de la humanidad entera. El género humano parece haber olvidado su origen.
Herencia colosal
Fue en África donde nuestros antepasados facilitaron el paso, en viajes intercontinentales, a lo que hoy somos los habitantes del planeta. Las actividades económicas de los primeros pobladores del continente negro, como la recolección, la caza, la agricultura en gran escala y el aprovechamiento de las aguas, fue lo que nos hizo humanos.
El continente africano fue escenario para la aparición del calendario, la escritura, la astronomía, la geometría, las matemáticas, de gigantescas obras de embalse, de regadío, de canalización, que posibilitaron por ejemplo cultivos masivos de cereales para alimentar a cientos de miles de constructores de obras de arquitectura faraónicas, titánicas que, para fortuna de la humanidad, aún se conservan.
Siglos después, mientras Europa se consolidaba como continente, no pasó lo mismo con África, que lo logró su unidad y cohesión. El continente negro, ya desde el año 642 después de Cristo, fue objeto de invasiones por parte de España, Portugal, Inglaterra, Francia, Holanda y Dinamarca. Más tarde los pueblos africanos fueron esclavizados para proveer mano de obra barata en América y facilitar el saqueo de nuestras riquezas naturales para potencias europeas.
Escenario de disputa global
Cuando las mismas potencias imperiales tomaron conciencia de las enormes riquezas materiales del suelo y el subsuelo africanos, extendieron la expoliación también a esas tierras y pueblos. Claro, las cosas no siempre fueron fáciles para los dominadores. Después de la Segunda Guerra Mundial se intensificaron las guerras anticoloniales y de liberación nacional.
En la actualidad, el continente africano está compuesto por 54 estados soberanos, que intentan coordinar esfuerzos de desarrollo en medio de diversidad de sistemas políticos, económicos, culturales, religiosos, de idioma (más de 3.000 lenguas nativas, culturas propias y diversas) y de nuevas expresiones de influencia de las grandes potencias, que conscientes de las riquezas africanas hacen de ese continente escenario de disputas por la hegemonía global.
En juego están realmente los inmensos yacimientos de oro, petróleo, diamantes, uranio, aluminio, cobre, cobalto y magnesio; de café, litio, hierro, plomo, de otros minerales estratégicos y de tierras raras, detrás de los cuales andan las grandes potencias.
Retos
Una sola circunstancia ilustra la magnitud de esta disputa. Recientemente, el Banco Mundial advirtió que, si Occidente quiere alcanzar el objetivo de neutralidad climática para el año 2030, acordado en una cumbre en Berlín, tendría que aumentar casi en un 500 por ciento la producción de minerales críticos, que giran alrededor de ese objetivo.
Minerales críticos son aquellos que se utilizan para producir tecnología ecológica, como paneles solares, turbinas eólicas, baterías. Entre estos materiales se encuentran en el litio, el grafito, el cobalto, el cobre, el magnesio, etc., que albergan con generosidad las tierras africanas.
África tiene esos minerales en abundancia, pero no la capacidad de procesarlos. Eso lo hace en la actualidad China, que refina el 73 por ciento del cobalto, el 40 por ciento del cobre, el 59 por ciento del litio y el 67 por ciento del níquel, del total mundial. Por eso mismo, China hoy es potencia mundial en la producción de paneles solares, de microchips y de otros productos, esenciales para quien quiera estar a la vanguardia de las nuevas tecnologías.
Presencia norteamericana
La rivalidad entre Estados Unidos, Rusia y China, incluye una carrera por el aseguramiento de minerales críticos para la energía verde y es ahí donde África entra en ese teatro de disputas.
Estados Unidos, a su manera, entra en ese escenario. Después de casi tres décadas de ignorar a los africanos, ahora se mete con su arrogancia tradicional, creyéndose el ombligo del mundo. Presiona a los países africanos para que no alienten el comercio con China y Rusia, y para que se inmiscuyan en el conflicto en Ucrania.
Hace poco, ante una comisión del Senado, el general Michael Langley, jefe del comando para África, Africom, reconoció que el Pentágono entrenó al menos 50 mil soldados africanos, varios de los cuales lideraron después golpes militares en Guinea y Burkina Faso. En 15 años, Estados Unidos ha construido 29 bases militares, en una red intervencionista que abarca al menos 34 países.
Una visita provechosa
En contraste, China y Rusia adoptan una posición más pragmática y fomentan relaciones respetuosas de la soberanía y dignidad de los pueblos africanos. El día en que Xi Jinping inició su visita a Moscú, se cumplían 20 años de la invasión de Estados Unidos a Irak, y el día anterior comenzó la Conferencia Parlamentaria Internacional Rusia-África donde el presidente Putin condonó más de 20 mil millones de dólares en deudas de los países africanos.
China por su parte, pasó de tener un comercio de 1.000 millones de dólares con África en 1992, a 186 mil millones en 2021. Y aspira a que en 2035 esa cifra alcance los 300 mil millones de dólares.
En Colombia, entre tanto, para mermarle importancia a la visita de Francia Márquez al continente negro, los críticos decían que nada tenía que hacer la vicepresidenta en esa región. Los acuerdos firmados, los tratados de cooperación, la promesa de nuevas visitas y encuentros bilaterales, el ofrecimiento de Suráfrica como mediadora en el proceso de paz con el ELN en Colombia, desmienten tamaña torpeza. Estuvo bien que el gobierno Petro pusiera los ojos en el continente africano.