sábado, agosto 31, 2024
InicioOpiniónEditorial¡A construir democracia y soberanía!

¡A construir democracia y soberanía!

El excluyente régimen político colombiano, marcado por un caduco bipartidismo, pretende imponer la idea de que la apertura democrática es imposible. Y, de hecho, a excepción de los pocos meses de gobierno de artesanos en Bogotá en 1854 o la llamada “Comuna de Barranca” formada por los obreros petroleros en 1948, no ha habido proyectos populares triunfantes en Colombia.

Ni siquiera contamos en nuestra historia con experiencias como los populismos latinoamericanos ni gobiernos nacionalistas democráticos como los hubo en México, Uruguay y Costa Rica.

Sin embargo, esta imagen excluye del panorama las luchas que las clases populares colombianas han acometido para construir una verdadera democracia.

Desde las luchas sociales en que los pueblos indígenas, el campesinado y la clase obrera buscaron conquistar mejores condiciones de vida, hasta las luchas políticas con que el pueblo buscó desafiar el monopolio de poder bipartidista, algunas de las cuales llegaron a constituirse en una verdadera alternativa despertando las esperanzas de cambio entre las masas. El gaitanismo, la Unión Nacional de Oposición o la Unión Patriótica son una clara muestra de estos proyectos.

Luego de cuatro décadas de neoliberalismo, que han profundizado la violencia, corrupción y pobreza que azotan al país, el hartazgo y la decisión de reformas de amplios sectores de la sociedad colombiana se ha expresado en las calles, con movilizaciones masivas que han venido en aumento desde 2019. Y en medio de la creciente movilización ha surgido un nuevo proyecto con vocación de poder que busca la amplia confluencia de fuerzas populares y democráticas que buscan cambios reales para Colombia.

El Pacto Histórico aparece como la confluencia de fuerzas que recogen las reivindicaciones y anhelos del pueblo sometido a los rigores de la crisis y a la desigualdad imperante, todo ello en un momento en que el proceso de paz ha demostrado que la guerra no es el origen de todos nuestros problemas, como el discurso de las fuerzas guerreristas y antidemocráticas lo afirman desde hace 20 años.

Es apenas comprensible que en un país como Colombia la confianza en los procesos electorales sea baja, pues las minorías que monopolizan el poder se han valido de la violencia y el fraude para truncar el avance de todo proyecto alternativo que amenace su hegemonía. Es por eso que el entusiasmo que el Pacto Histórico ha despertado y el creciente apoyo de amplios sectores sociales.

Así lo indican los actos masivos que han acompañado a Gustavo Petro, candidato presidencial del Pacto en localidades como Barranquilla, Valledupar, Medellín y Bello. Destacamos que estas últimas ciudades son espacios identificados normalmente con una cultura política conservadora, lo cual expresa los síntomas de una sociedad que exige y está dispuesta a luchar por el cambio.

Hoy en Colombia se percibe un ambiente que seguro se experimentaba durante la última campaña de Gaitán, o como cuando la Unión Patriótica irrumpió en el poder local y legislativo con una fuerza inesperada por los sectores tradicionales. Muchas personas comienzan a entender que, como en otras épocas, estamos ante un punto de inflexión, y el Pacto Histórico jugará un rol central. Por eso las masivas expresiones públicas a su favor, así como el optimismo que surge frente a sus posibilidades de victoria en los comicios que se avecinan.

Además, el Pacto comparte con proyectos que en otros momentos recogieron el sentir de los colombianos, el hecho de que este surge de la unidad de sectores que le apuestan a una radical transformación. Los enemigos del cambio, hoy temerosos frente al ascenso de las masas, buscarán romper la unidad popular por todos los medios posibles. Incluso utilizan las mentiras, las calumnias y narrativas que infundan terror en sectores sin mucha malicia y fáciles de manipular.

Por esos infundios, es necesario organizar y distribuir una publicidad muy didáctica y útil para evitar los efectos negativos de los discursos manipuladores de la derecha y los sectores que se benefician de los gobiernos de los partidos tradicionales responsables de la miseria, de la violencia impuesta durante tantos años de desgobierno y exclusión.

Por eso, para consolidar el Pacto Histórico debemos dinamizar y cualificar la tarea de ampliar las alianzas, para que cada día potenciemos y multipliquemos el apoyo de la juventud, las mujeres, lo que es común entre quienes buscamos cambiar el estado actual de cosas.

Como ya es costumbre, las élites políticas le plantarán cara a esta nueva alternativa valiéndose de todos los medios a su alcance. Para nadie es un secreto que la Registraduría Nacional, en manos de un oportunista que hoy está al servicio del uribismo, ya está haciendo maniobras que minan la confianza de la ciudadanía en la transparencia de las elecciones venideras.

Y es claro que en el caso de una victoria popular se valdrán de su control sobre los capitales, los medios de comunicación y las redes de corrupción, para tratar de impedir el buen desempeño de un virtual gobierno alternativo.

Pero la historia enseña que cuando los países tienen frente a sus gobiernos líderes como Gustavo Petro, los dirigentes de los partidos que conforman el Pacto Histórico, no hay obstáculos ni problemas que impidan imponer democracia, equidad, para iniciar el sendero que el desarrollo exige y que los pueblos necesitan. ¡Seguros, que el futuro comenzó ya!

RELATED ARTICLES

Most Popular

Recent Comments

Rodrigo en 30 años sin Manuel
Rodrigo en ¿No se dan cuenta?
Rodrigo Carvajal en Elefantes blancos en Coyaima
Rodrigo Carvajal en No Más Olé
Rodrigo Carvajal en ¡A hundir el acelerador!
Rodrigo Carvajal en Semana contra el fascismo
Rodrigo Carvajal en Ucrania, ¿Otro Vietnam?
Rodrigo Carvajal en ¿Quién es Claudia Sheinbaum?
Rodrigo Carvajal en Odio y desinformación
Rodrigo Carvajal en La inflación y sus demonios
Rodrigo Carvajal en No cesa la brutalidad sionista
Rodrigo Carvajal en Putin gobernará hasta el 2030
Rodrigo Carvajal en De Bolsonaro a Lula