jueves, marzo 28, 2024
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Un recorrido histórico por el Teatro La Candelaria

Patricia Ariza conversa con VOZ

De izquierda a derecha Patricia Ariza, Santiago García y una actriz de La Candelaria.
De izquierda a derecha Patricia Ariza, Santiago García y una actriz de La Candelaria.

Renata Cabrales

Guadalupe años sin cuenta: En medio de un juicio, personajes de abogados buscan demostrar quién es el verdadero asesino de Guadalupe Salcedo, líder de las guerrillas de los Llanos Orientales, quien fue asesinado en Bogotá bajo confusas circunstancias.

Con esta monumental obra el Teatro La Candelaria tiene una excusa para tejer una cadena de sucesos que narran los inicios del conflicto armado en Colombia.

Como es de saber, en 1953 el general Gustavo Rojas Pinilla da un golpe de Estado pacífico, requerido por los líderes de los dos partidos, tanto liberal como conservador y cuya prioridad era restaurar el orden de la nación. De esta forma, el general se ve en la obligación de ordenar un cese al fuego unilateral a las fuerzas armadas y ofreció la paz a los grupos alzados en armas.

Las garantías

Ese mismo año, las guerrillas liberales dictaminaron por su parte un cese de hostilidades. Fue así como Guadalupe Salcedo, líder de las guerrillas de los Llanos orientales, toma la decisión de presentarse en un puesto del ejército en un municipio de Casanare, acompañado de muchos de sus hombres y con el fin de presentar un pliego de peticiones. Pasados unos meses de sus exigencias de garantías políticas, logró firmar la paz con el gobierno nacional, acto por el cual fue señalado de traidor por otros comandantes guerrilleros, quienes, además no estaban de acuerdo con el hecho de no haber exigido garantías claras de parte del gobierno para una desmovilización adecuada y una justa reparación para los familiares de las víctimas del conflicto.

Meses después del cese de hostilidades, Rojas Pinilla propaga el Decreto 1823 de 1954 mediante el cual se declara la amnistía para todos los delitos políticos cometidos antes del 1 de enero de 1954 con motivo de la violencia partidista, logrando así que se indultara a las personas condenadas o procesadas por casos punibles, lo cual resguardaba tanto a guerrillas liberales como conservadoras, a miembros de la fuerza pública y a paramilitares.

La muerte de una leyenda

Luego de su desmovilización, Guadalupe Salcedo se marcha a su finca ubicada en un pueblo del Casanare. Pero en junio de 1957, cuatro años después de haber firmado los acuerdos de paz con el gobierno, fue asesinado bajo hechos confusos en la ciudad de Bogotá, en un lugar donde departía con unos amigos, al ser requerido por agentes, de policía que habían rodeado el lugar, al salir fuera del edificio, Salcedo anunció quién era y solicitó se le respetara su vida. Al salir con los brazos en alto junto con sus guardaespaldas la policía abrió fuego, encontrando así la muerte Salcedo y sus acompañantes.

La gran obra de La Candelaria

Con este argumento sobre los inicios del conflicto armado en Colombia, se estrenó esta monumental obra, una de las más recordadas, dirigida por el maestro Santiago García, el 11 de junio de 1975. Guadalupe años sin cuenta, es una creación colectiva que llegó a ser, según la crítica nacional e internacional, uno de los grandes clásicos del teatro colombiano.

En sus inicios, esta gran pieza del Teatro La Candelaria, superó las 2.000 funciones y ganó el premio Casa de las Américas en 1976. Obra que además, durante el proceso de creación contó con la colaboración del reconocido historiador colombiano, Arturo Alape.

Toda una historia de procesos de paz

Se trae a colación esta obra, debido a que, estando en medio de un proceso de paz en Colombia, es importante recordar que esta pieza sirvió de excusa para hablar de las causas y los orígenes del conflicto absurdo que padecemos desde hace más de cinco décadas.

El Teatro La Candelaria, como es de saber, nace luego de que en 1966, Santiago García, en compañía de otros directores y artistas independientes, fundaran la Casa de la Cultura. La primera obra que se estrenó fue Soldados, basada en un capítulo de la destacada obra literaria escrita por Álvaro Cepeda Samudio, La casa grande.

En una conversación con VOZ Patricia Ariza nos habla de las experiencias o anécdotas que recuerda sobre el comienzo del icónico Teatro La Candelaria:

“Muchas malas y muchas buenas. Sería interminable relatarlas. Pero hay una especial para esta entrevista. Unos chicos de la Juco adaptaron un espacio abandonado en los Llanos para presentar Guadalupe… Lo dejaron increíble, consiguieron sillas, prácticamente reconstruyeron un teatro. Cuando yo salí a conseguir unos cigarrillos, me di cuenta de que estábamos rodeados por el ejército, con tanques y todo. Me regresé al grupo y entramos en pánico. Finalmente, gracias a la presión de la gente que llegaba y llegaba, a la intervención de personalidades democráticas que habían adquirido la boleta y al trabajo de los chicos, aceptaron que hiciéramos la función pero rodeados por el ejército. Colocaron a los soldados dentro de la sala. Cuando los soldados se quitaron el casco y se empezaron a reír de las escenas donde se muestra lo ridículo del militarismo, ¡los sacaron!”.

–¿Cuáles son las expectativas, en este momento, del grupo de Teatro La Candelaria?

–Hacer teatro y teatro, investigar y no dejarse tentar por lo que ya sabemos. En el arte es más importante lo que se busca que lo que se sabe. En este momento estamos buscando una revelación colectiva para saber qué necesita la sociedad y qué necesitamos nosotros decir para este momento del mundo y de nuestro país.

–¿Cómo visualizan sus obras en un futuro país en paz?

–Yo no me imagino una paz sin conflicto. Por eso no creo en la palabra posconflicto. Creemos que cuando se suscriban los acuerdos y empiece a construirse la paz, aparecerán en toda su dimensión los conflictos sociales, personales, colectivos, de género. Resolverlos será un largo camino. Y ahí debe estar el arte no para resolverlos. Los conflictos los resolvemos entre todos y todas. El papel del arte es señalarlos desde lugares insólitos, desde adentro, desde el fondo, desde el universo de los afectos. Y, el teatro, la dramaturgia, es el arte de señalar los conflictos. Imaginamos un futuro donde la política tome como referente, no solo a la sociedad sino también al arte. Y viceversa. Pero por ahora imaginémonos la felicidad del fin de la guerra.

–Cuéntenos sobre la experiencia de haber trabajado con un director tan reconocido como lo ha sido nacional e internacionalmente, el maestro Santiago García.

–Es una experiencia compleja porque poco a poco, con la creación colectiva, muchos del grupo han devenido en directoras y directoras, poetas, maestros y gestores de grandes proyectos culturales. Es un maestro que ha ayudado a formar maestros y maestras. Y a la vez él es nuestra memoria.

–¿Cómo le rendiría un homenaje en este momento de celebración de medio siglo haciendo parte de la cultura del país?

–Haciendo teatro todos los días de la vida. Nuestra persistencia es el mayor homenaje al maestro.

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