viernes, mayo 3, 2024
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Un panorama complejo para Ecuador

Los pronósticos de varios analistas coinciden en que, en una gestión de apenas 17 meses, el presidente electo Daniel Noboa va a terminar haciendo una labor muy similar a la de Guillermo Lasso

Redacción Internacional 

Los retos que deberá enfrentar el presidente electo Daniel Noboa, de orientación conservadora, y los que tendrá en sus manos la coalición de izquierda que apoyó a Luisa González, segunda en votación tanto en la primera como en la segunda vuelta, son dos cuestiones cruciales que marcan el devenir de la política ecuatoriana en los próximos meses.

Ecuador hace rato dejó de ser un referente de progreso y democracia en el mundo. En los comicios pasados estuvieron en juego dos proyectos de economía y de sociedad. Uno, el de los grandes empresarios, identificados con la economía neoliberal, representados en Daniel Noboa, a la postre ganador de la consulta en las urnas. El otro, vinculado con una diversificada gama de sectores sociales, de carácter progresista, representado en la candidata Luisa González.

Los pronósticos de varios analistas coinciden en que, en una gestión presidencial de apenas 17 meses, Noboa va a terminar haciendo una labor muy similar a la de Guillermo Lasso, actual mandatario, con el riesgo de que la derecha pierda las elecciones presidenciales de 2025. En esas condiciones, habría una mayor afectación a la seguridad social y a los derechos de los trabajadores.

Para Noboa, el camino de la continuidad es más fácil, pues cuenta a su favor con la ‘institucionalidad’ dejada por los dos últimos mandatarios, y con los que coincide en el modelo económico y social a seguir.

Un elemento novedoso en la dinámica política de los últimos meses, es la dimensión de la criminalidad, expresión a su vez del crecimiento del narcotráfico, que se ha disparado en el Ecuador. El asesinato de alcaldes, de un candidato presidencial, los repetidos motines carcelarios y más recientemente el asesinato de siete sicarios colombianos acusados de haber ejecutado a Fernando Villavicencio, son expresión de esa dinámica.

Este hecho mostró una vez más el profundo nexo del Estado ecuatoriano con las mafias criminales y de lo que es capaz la élite económica y política para cerrarle el paso a la victoria del correísmo, a quien los grandes medios de comunicación del sistema vincularon con la muerte de Villavicencio, acusación que causó desconcierto en una franja importante de electores.

Al nuevo presidente le va a quedar muy difícil sacudirse de ese pesado fardo de corrupción y edificar un modelo de cambio y redención de los sectores populares, como lo insinuó en su campaña. Al menos no en 17 meses de gobierno.

De alguna manera, las esperanzas de cambio siguen fincadas en la figura de Luisa González y el movimiento Revolución Ciudadana, que tuvieron un importante crecimiento durante las dos rondas electorales y que tienen en sus manos la posibilidad de restaurar las bases de una economía social, en la medida en que aprendan las lecciones de esta campaña electoral que acaba de terminar y levanten un proyecto antineoliberal y antioligárquico, mirando hacia las próximas elecciones presidenciales.

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