La modelo de la sonrisa enigmática
Ricardo Arenales
Un equipo científico, integrado por historiadores del arte, geólogos y arqueólogos, integrados al Comité Nacional para la Valoración de los Bienes Históricos, Culturales y Ambientales, de Italia, que preside el consagrado especialista Silvano Vincent, encontró, en la última semana de septiembre pasado, los restos óseos de una mujer que podría ser la modelo que posó para el célebre cuadro La Mona Lisa, o La Gioconda, la más famosa de las obras pictóricas de Leonardo Da Vinci.
Los restos fueron encontrados en una cripta de una de las dos iglesias del edificio que albergó al Convento de Santa Orsola de Florencia, donde fue sepultada, el 15 de julio de 1542, Lisa Gherardini, a quien varios testigos señalan como la mujer que posó para el cuadro de la Mona Lisa.
Unas declaraciones de Vincent indican que existe “muy alta probabilidad” de que los restos óseos sean los de Guerardini, que en vida fue la esposa de Francesco del Giocondo, un rico comerciante y banquero italiano que habría pedido a Da Vinci la elaboración de retrato.
Las muestras óseas ya fueron sometidas a la prueba del carbono14, y confirman que corresponden a un sepelio efectuado en julio de 1542. Quedan pendientes unas pruebas de ADN, pero estas se dificultan porque se trata de piezas óseas muy pequeñas, sin el cráneo, y víctimas de una persistente humedad que ha producido un gran deterioro.
De confirmarse la procedencia del hallazgo, arrojaría luces sobre uno de los enigmas que envuelven la obra de Da Vinci. En este caso, la investigación se inició en 2011 y parte de la certeza de que la modelo de Da Vinci fue Gherardini, que tras enviudar de su marido, con el que tuvo dos hijos, se encerró en el convento de Santa Orsola, hasta su muerte.
Pero hay otras hipótesis que rondan sobre el origen del cuadro. Algunos sostienen que se trata de un autorretrato de Da Vinci, por la extraordinaria similitud en rasgos físicos, como la sonrisa, con autorretratos posteriores del artista.
Otros enigmas
Otros sostienen que el modelo fue un hombre, Gian Giacomo Caprotti, su alumno predilecto, que tenía un rostro andrógino. Quienes sostienen la primera versión del autorretrato, aseguran también que Da Vinci tenía un rostro andrógino, y por eso la similitud de sus rasgos físicos con los de la Gioconda.
La naturaleza de la sonrisa de la Mona Lisa es otro de los enigmas de la obra. Hay quienes dicen que acercándose al cuadro, se nota que la sonrisa desaparece. Los ojos del retrato constituyen otro de los misterios que deslumbran a los analistas. Contienen diminutos números y letras, que para algunos arrojan pistas diferentes sobre la verdadera identidad de la persona que posó para el artista. Hay quienes sin embargo aseguran que la combinación de números y letras constituyen un código secreto, y con este argumento se hizo una película reciente.
En todo caso, la obra de Da Vinci permanece en una sala del Museo de Louvre, bajo impresionantes medidas de seguridad y de protección ambiental. Valorada en más de diez millones de euros, es considerada patrimonio cultural del mundo. Pese a las precauciones, la obra fue robada una vez, el 21 de agosto de 1911, por el carpintero italiano Vincenzo Perugia.
La obra de Da Vinci no es la única de la cual historiadores del arte desprenden supuestos o reales enigmas. Se estilan misterios de Las Meninas, de Velásquez, de El grito, de Edvard Munch, de El caballero de la mano en el pecho, de El Greco y de Las Majas, de Goya, entre otras célebres creaciones. En el caso de Da Vinci, todo indica que los misterios sobre la modelo de la sonrisa enigmática, todavía no se aclaran.