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South Park vs. Trump

La reciente temporada del dibujo animado tiene paranoica a la Casa Blanca. La polémica caricaturización del presidente de los Estados Unidos golpea su imagen pública y su ego. ¿Por qué?

Óscar Sotelo Ortiz
@oscarsopos

Existe un consenso y es que South Park no es apto para todo el público. Su humor ofensivo, lenguaje explícito y el tratamiento poco ortodoxo de temas sensibles, convierten a este dibujo animado en uno de los productos culturales más polémicos y censurados de los últimos tiempos.

Creado por los estadounidenses Trey Parker y Matt Stone, esta caricatura se estrenó en 1997 en el canal Comedy Central y narra la cotidianidad de cuatro niños radicalmente diferentes en un pueblito del estado de Colorado llamado South Park.

En las 28 temporadas que lleva al aire, ha abordado temas económicos, políticos, culturales y religiosos desde la parodia y la ironía de lo absurdo, dejando en evidencia las contradicciones de la actual sociedad, especialmente de la estadounidense.

Aumenta la audiencia

El punto es que la nueva temporada tiene paranoico al gobierno del presidente Donald Trump. “Este programa no ha sido relevante en más de 20 años y apenas sobrevive con ideas poco inspiradas en un intento desesperado por llamar la atención”, fueron las palabras leídas por Taylor Rogers, portavoz de la Casa Blanca, en un comunicado oficial del gobierno como reacción al primer episodio estrenado en julio.

Para la administración de Trump, existe una alta hipocresía del progresismo, que en el pasado criticó a la caricatura por su contenido “ofensivo”, pero que en la actualidad la alaba y la promociona. “Al igual que los creadores de South Park, la izquierda no tiene contenido auténtico ni original, razón por la cual su popularidad sigue alcanzando niveles bajos de audiencia. Ningún programa de cuarta categoría puede destruir la racha del presidente”, concluyó Rogers.

Lo curioso es que las estadísticas dicen todo lo contrario. La nueva temporada de South Park duplicó sus números. El primer episodio tuvo una audiencia de seis millones de espectadores, siendo el mejor estreno en toda la década. Además, los recientes episodios registran, tanto en el canal por cable como en el servicio de streaming, el doble de espectadores con referencia a las dos últimas temporadas.

En conclusión, en la batalla cultural, estos números demuestran que no solo se trata de un éxito para la serie animada, sino también un fracaso para el gobierno Trump, que viene registrando puntos negativos en las mediciones de aceptación y popularidad. “No es que nos volvimos políticos, es que la política se convirtió en cultura pop”, dijeron recientemente al New York Times los creadores del dibujo.

Golpe al ego de Trump

¿Qué es lo que tiene tan ofendido al gobierno Trump, al punto de reaccionar con un comunicado oficial emitido desde la Casa Blanca? ¿Por qué aumentó considerablemente la audiencia, si muchos “fans” y medios corporativos de comunicación han dicho que se trata de una temporada aceptable y que aún no tiene un golpe que la haga memorable?

Son las temáticas y contenidos abordados los que hacen interesantes estos nuevos capítulos. En ellos encontramos agudas críticas a la tecnología moderna (especialmente a ChatGPT) y a la cultura de las tendencias que emergen de las redes sociales; análisis crudos sobre la política migratoria ejecutada por el temible ICE; narrativas religiosas que rompen la configuración del bien y del mal; aproximaciones reflexivas e irónicas al comportamiento social, como el inexplicable pero masivo meme “6-7”, e incluso, la serie toma una posición humanista frente al genocidio en contra del pueblo palestino.

Sin embargo, es claro que lo más atractivo y mediático es la crítica frontal a Donald Trump. En el primer episodio, el presidente de los Estados Unidos aparece desnudo y con alusiones gráficas a un diminuto miembro, acostado en la cama con Satanás ansioso de sexo, y abordando polémicas como su lugar en la “lista Epstein”. Sin duda, una caricaturización satírica que golpea el enorme ego y la imagen pública de Trump.

Desde ese instante y hasta el final, el avatar presidencial es protagonista de primera línea en la serie. Y aunque Trump ha dicho que no sabe nada de South Park y nunca la ha visto, la reacción desproporcionada de la Casa Blanca permite inferir que existe una molestia real en el entorno de poder del MAGA.

Recomendación

¿El presidente Trump está teniendo sexo con Satanás?, se pregunta Fox News. Este titular animado que acompaña la nota nos regresa al principio.

South Park no es apta para todo público porque desnuda la cotidianidad de la sociedad estadounidense, la alienación y el cinismo del capitalismo contemporáneo, la hipocresía del discurso liberal y conservador, y los espejos de las ideologías neofascistas, dominantes hoy en el mundo occidental.

Es pesada, pero por eso mismo, la recomendación es verla, analizarla y sacar conclusiones.

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