El buen presente requiere con urgencia de un título, para así sentar un precedente de cara a la eliminatoria del mundial de 2026 y satisfacer las expectativas de un país que vive con pasión la actualidad de la selección
Simón Palacio
@Simonhablando
Por el momento, la presentación deportiva de la selección colombiana de fútbol despierta muchas ilusiones en la afición. La clasificación a cuartos de final en el Copa América USA 2024 deja en evidencia no solo el buen rendimiento alcanzado por la dirección técnica, en cabeza del estratega argentino Néstor Lorenzo, sino también un satisfactorio presente en los distintos futbolistas que componen el conjunto cafetero.
Al cierre de esta edición tan solo se desconoce un clasificado del grupo D. Es decir, las selecciones de Colombia, Argentina, Ecuador, Venezuela, Canadá, Uruguay y Panamá ya se encuentran listas para la siguiente fase del torneo de selecciones más antiguo del planeta.
La herencia, la deuda y el reto
La Copa América terminará el domingo 14 de julio. Como es lógico, todos los países quieren la gloria. En el trayecto del campeonato ya se han configurado los fracasos futbolísticos de México, Estados Unidos y Chile; el estancamiento de Perú y Bolivia; las sorpresas de Venezuela, Panamá y Canadá; la incógnita de Brasil que sigue sin convencer; y los buenos momentos de Argentina, Uruguay y Colombia, siendo los aspirantes fuertes al título. Pero como se trata de fútbol, nada esta escrito y todo puede suceder.
Sobre el seleccionado colombiano, no solo hay ilusión (como dijimos inicialmente), sino también una fuerte expectativa, que quizás no se experimentaba desde hace 23 años.
En 2001, Colombia fue anfitrión y campeón de la Copa América, en una edición caracterizada por las polémicas. La no participación del equipo argentino, el arribo de un Brasil con nomina alterna y la intervención de conjuntos con poco nivel deportivo, todo en un contexto de incertidumbre en el que se experimentaba la agudización del conflicto social y armado, le han restado importancia al título oficial más importante alcanzado por la selección Colombia en toda su historia.
También hay una deuda con la afición. Nadie olvida lo vivido en la Copa Mundial de Fútbol de 2014 en Brasil, momento en que la selección logró su mejor participación en los mundiales de la FIFA. Sin embargo, diez años después de ese hito para el balompié nacional, el seleccionado cafetero sigue sin conseguir títulos recientes.
Y como en el universo de los deportes se necesitan victorias, el buen presente requiere con urgencia de una importante copa para el seleccionado colombiano, para así sentar un precedente positivo de cara a la clasificación del mundial de 2026 y satisfacer las expectativas de un país que vive con notable pasión la actualidad de la selección.
Los retos
Al respecto, la pregunta es lógica: ¿Podrá la selección Colombia ganar la Copa América? Con lo demostrado en la cancha, una respuesta rápida diría que sí es posible alcanzar el trofeo continental. No obstante, son varios los factores que se deben analizar para evitar caer en el histórico triunfalismo.
Lo primero es no amarrarse al invicto. Hasta el partido de Brasil, el seleccionado nacional tiene 25 partidos sin conocer la derrota, a solo dos juegos de igualar y posiblemente superar el récord alcanzado entre 1992 y 1994, equipo que por entonces era dirigido por Francisco Maturana. Si bien es un indicador de excelente rendimiento, muchas veces ese tipo de rachas terminan obnubilando el camino.
En segunda instancia, es importante tanto para la Copa América como para otras competencias, mantener la concentración del equipo y evitar presiones externas, la mayoría de ellas hechas por la prensa, que con todo lo referente a la selección de fútbol terminan haciendo cubrimientos extradeportivos, caracterizados por un patético folclorismo.
Lo tercero es perfeccionar el proceso. Hasta el momento la clave del técnico Néstor Lorenzo, que viene de la escuela del recordado José Pekerman, ha sido imponer un juego versátil en lo técnico, reformular el sistema de liderazgos y recuperar el buen juego con la pelota.
Este exquisito fútbol, que ha revitalizado el vinculo entre los deportistas y la afición, se ha manifestado en juegos amistosos, de eliminatoria y ahora en Copa América. En parte el reto es que no sea un golpe de buena suerte, sino el comienzo de un ciclo que puede dejar huella en el balompié del país.
Aguante, pasión y consciencia de clase
En Colombia, la selección se convierte en un articulador del agotado sentimiento patrio y en uno de los únicos referentes de unidad nacional. Esto lo interpreta muy bien no solo el capitalismo deportivo que factura cuantiosas ganancias gracias a la vocación de masas del fútbol, sino también la extrema derecha, que en el último periodo se ha apropiado forzadamente de la camiseta tricolor en sus manifestaciones públicas.
Lo anterior no puede ser patente de corso para estigmatizar de manera ligera al balompié como “opio del pueblo”. En el estadio confluyen múltiples personas en distintos roles alrededor de la pelota, esa que apasiona y enamora. Además, en el juego también se desdibujan las diferencias de clase, género, raza y posición política.
Si el fútbol es un patrimonio de la gente y su pasión es inexplicable, lo coherente es sintonizarse con la alegría popular. Si la colombianidad en el país y en el exterior vibra con los noventa minutos de un partido, la tarea de la comunicación alternativa es interpretar y construir iniciativa.
Precisamente, frente a este reto, la Bolcheradio AM y Habla la J Radio, procesos periodísticos de la plataforma VOZ Digital, han unificado esfuerzos. La propuesta direccionada a lectoras, lectores y en general a las audiencias críticas, es un espacio de transmisión en vivo bautizado “Mamergol: Aguante, pasión y consciencia de clase”, priorizando inicialmente los partidos de la selección, las semifinales y la final de la Copa América.
La invitación es a conectarse al canal de YouTube “VOZ Digital” y apoyar esta iniciativa que reivindica al fútbol desde una perspectiva popular.
