domingo, junio 8, 2025
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Raymond Poulidor: “no era un segundón, era Dios”

Asociar la palabra segundón al ciclista francés es una injusticia

Duván Carvajal

El pedalista francés Raymond Poulidor, conocido también como “Poupou”, será siempre recordado como un gran perdedor.

Quizá la memoria es injusta con una leyenda que reunió más puestos de los que muchos aficionados imaginan. Lo fundamental es constatar que Poulidor, oriundo de Masbaraud-Mérignat ─una pequeña aldea agrícola que cuenta con un poco más de 400 habitantes, emplazada en el departamento de Creuse, en la región de Limousin, centro-sur de Francia─, proviene de unos confines familiares que bien conocemos.

Poulidor pisó el podio de los Tours en ocho ocasiones. El segundo lugar en 1964, 1965 y 1974, y el tercer lugar en 1962, 1966, 1969, 1972 y 1976. Un balance realmente significativo que marca un hito honorable en la historia de la competencia.

Su trayectoria señala una voluntariosa constancia, digna de elogio y admiración. Es una faceta a tener en cuenta. Anotamos como inciso una prolongada vida dándole a los pedales. Hablamos de una carrera que se extendió durante dieciocho temporadas; y sin mucha suerte que digamos.

Conoció a Dalí

Poulidor, siendo muy joven, se enamoró del Tour de Francia. A sus 18 años, en 1954, ganó su primera carrera como amateur en la población de Saint-Léonard-de-Noblat, la misma que le rindió homenajes cuando murió aquel 19 de noviembre de 2019.

Poulidor, conocido injustamente como el eterno ‘segundón’, dijo alguna vez que lo más bello que le había dado la bicicleta era la oportunidad de conocer personas tan inteligentes, genios, como el brillante surrealista Salvador Dalí.

Poulidor participó en su primer Tour de Francia en 1962 con la mano izquierda vendada, tras fracturarse su dedo meñique. Ese gesto conmovió al público, que lo apoyó durante toda la carrera. Al finalizar la contienda, Poulidor subió al podio en el tercer lugar, mientras Jacques Anquetil se coronaba campeón por tercera vez.

Poulidor corrió toda la vida profesional para el mismo club, Mercier. Sólo una vez estuvo a punto de ganar el Tour en el año 1968, pero una moto de la prensa lo golpeó y provocó su caída. Allí comprendió que la mala suerte lo perseguía: ese debía ser su Tour. Ni Jacques Anquetil ni el belga Eddy Merckx ─el mejor ciclista de todos los tiempos─ hacían parte de esa edición.

La anécdota del bidón de agua

Los historiadores del ciclismo recuerdan una etapa del Tour de Francia en 1964, cuando Poulidor comenzó en plena montaña a presionar a Anquetil. El calor era infernal, Anquetil visiblemente agotado le pidió a Poulidor un poco de agua. En aquel entonces, regía en el ciclismo un código de honor no escrito: se prohibía atacar a un rival cuando este tuviera un problema mecánico o de avituallamiento.

Poulidor le pasó su bidón a Anquetil, un gesto de nobleza que le hizo perder tiempo. Anquetil logró recuperarse, contraatacó, dejando atrás a Poulidor, y terminó ganando la etapa, venciendo a Poulidor por apenas 55 segundos. La pregunta inevitable permanece: ¿Habría ganado Poulidor si no lo hubiera ayudado?

Esta historia refleja el noble y humilde carácter de Poulidor, pero también la dura rivalidad entre ambos. Años después, Poulidor bromeó diciendo: “Si hubiera sabido que iba a perder por tan poco, no le habría dado mi bidón”.

En el corazón de la gente

El eterno ‘segundón’ se convirtió en el ciclista más popular de toda Francia; el público lo amaba; muchos llevaban su cachucha; firmaba autógrafos y, según cuenta una leyenda, su eterno rival, Jacques Anquetil, golpeó su puerta para pedirle una cachucha para su hija. Narraba que la niña primero aprendió a decir “Poupou” que papá.

Con razón es recordada en el mundo una frase que pronunció “Poupou” en una de sus memorables etapas: “Siempre he sido segundo, pero en el corazón de la gente he sido primero”.

El término Pulidoristas entró muy rápido a la escena del absurdo. Una especie de religión. En Francia, el nombre de Poulidor evoca las características del buen hombre y el gran deportista.

“Poupou” o Poulidor significa ser campeón de la simpatía, ser siempre segundo y sinónimo de mala suerte; sin embargo, siempre tendrá mayor notoriedad que el primero. Un símbolo del ciclismo que llegó a ganar 189 carreras en los dieciocho años como profesional.

Larga vida a dios, el eterno ‘segundón’, Poulidor y sus Pulidoristas.

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