Más allá de todas las carencias e inconvenientes económicos que posee el cine haitiano, este creador no ha sacrificado calidad por cantidad
Juan Guillermo Ramírez
El cine como compromiso social, que pugna por exponer causas y hechos que trasciendan a la propia ficción desde la cual se construyen y caen como un golpe sobre la conciencia y sacudirla, es la divisa de Raoul Peck, cineasta haitiano, presente en el pasado Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias Ficci.
No es un director prolífico, pero su filmografía es contundente. Cada película de su filmografía es un canto filoso donde se desgarra la historia de hombres y mujeres marcados por la tragedia, esa tragedia que se extiende y ve la luz a través de pasos extraviados, del dolor devenido en odio, el odio en incomprensión y venganza, pero también en el amor, el perdón, la sabiduría, el apego, la memoria y su gravedad en los recuerdos.
Nacido en Puerto Príncipe y educado en Haití, Congo y Francia, debido a que su familia tuvo que salir huyendo de la brutalidad duvalierista, Peck se traslada a Alemania, estudia Ingeniería y Economía en la Universidad de Berlín. Se desempeñó como periodista y fotógrafo entre 1980 y 1985 y tres años después, egresó de la Academia de Cine y TV de Berlín.
Su documental I am not your Negro, producido en Francia, se basó en el libro Remember the House, del desaparecido activista negro y homosexual James Baldwin, memorias que examinan el racismo y la segregación en Estados Unidos, a través de tres figuras claves de la lucha por los Derechos Civiles: Martin Luther King, Malcolm X y Medgar Evers.
Asesinato en Pacot
En 2014 realizó Asesinato en Pacot: una pareja trata de rehacer su vida, después del terremoto de 2010, en el escenario en ruinas de su barrio de clase alta en Puerto Príncipe. Indigentes y en desesperada necesidad de conseguir dinero para reparar su casa, la pareja decide alquilar la parte restante habitable de la villa a Alex, un trabajador de una ONG extranjera, que viene con su novia haitiana Jennifer, una atrevida y ambiciosa joven.
Una pareja de clase media vio su villa gravemente dañada. Viven en un edificio anexo que se ha convertido en un alojamiento improvisado. Para pagar las primeras reparaciones, alquilaron la parte menos afectada de su villa a un humanitario que llegó después del desastre.
Pronto trae a su nueva amante, una mujer haitiana, a casa. Las dos parejas se van conociendo y se descubre que el matrimonio burgués había adoptado a un niño de los barrios pobres y murió en el terremoto. El olor de su cuerpo en descomposición, dejado bajo los escombros, invadió la villa. Surgen tensiones entre los personajes, revelando las tensiones raciales, sociales y económicas en Haití.
Raoul Peck imagina un drama humano desgarrador. La doble forma en que el terremoto lo inspiró proporciona una sorprendente indicación de este tropismo circulatorio. Un año después de su documental Deadly Assistance, en el que analizaba el fracaso político de la ayuda occidental tras la catástrofe que mató a 230.000 habitantes y dejó a 1,5 millones sin hogar, Peck vuelve a sumergirse en la misma tragedia, desplazando su estilo de escritura hacia la ficción.
El drama político
A diferencia de la amplitud de su película, que abarca las múltiples dimensiones políticas de la tragedia haitiana, se reduce a una puerta cerrada, necesariamente asfixiante, en la que la melancolía de la isla resuena de fondo. Esta aparente reducción revela la inmensidad del drama político.
Cuatro personajes se enfrentan en el escenario de una villa medio destruida: una pareja de burgueses, propietarios y una pareja de inquilinos, un humanitario y su amante haitiana. Como en Teorema, el personaje externo y misterioso que aparece en la villa desestabiliza y trastorna el estado de los días y la carne presente.
Desde este paisaje devastado y mortal donde los cuerpos se miran y se rozan, Peck traduce la tensión apagada y morbosa, más allá del erotismo de las sensaciones que se despliegan entre las paredes de la casa.
Todo está destruido en Haití, incluidas las relaciones humanas, salvo los cuerpos que resisten. Como en un drama clásico, surge la muerte. Pero la carne es muy triste: los cuerpos son cuerpos políticos, los afectos y las tentaciones sexuales son parte de la matriz de las relaciones de clase.
La tierra tembló y las réplicas son fuertes: el acontecimiento acaba de ocurrir. Había una esperanza de ver a este país herido comenzar de nuevo. Pero el asesinato tiene otro significado en el título: Haití sigue siendo una historia de muerte y es asesinada la esperanza.
Radiografía social
Puerto Príncipe está en ruinas. Es en esta habitación cerrada donde se desarrollará un drama que refleja el país y el mundo. Fue coescrita con Pascal Bonitzer, que ya había colaborado en Lumumba y en El joven Karl Marx.
Asesinato en Pacot refleja la persistente incapacidad de la clase dominante para aprovechar esta oportunidad y avanzar hacia una sociedad menos desigual. La incapacidad del hombre para valorar su propia adopción de un niño pobre por parte de una familia rica revela su creencia en la frontera inviolable entre las clases, que solo cruzará en señal de desprecio por la mujer que llega.
Esto no está exento de represiones traumáticas, como lo demuestra un olor obsesivo que recorre toda la película. Su terrible descripción de la restauración del antiguo orden recuerda que la clase dominante no renunciará a sus privilegios, pero no podrá salirse con la suya.
Este cine de pureza y de justa distancia mira de frente a la violencia, donde la lógica de la muerte se hace cada vez más arraigada, haciéndose eco de la furia de los elementos.
Es el temblor de nuestro mundo lo que explora Peck, un mundo donde los personajes están formados por extras de un espectáculo de marionetas, cuyos hilos persisten a pesar de terremotos de todo tipo, pero algunos de los cuales resisten desesperadamente, con riesgo de sus vidas.
Es esta creencia en esta vitalidad, esta esperanza en una creación inevitable del mundo, recordada por una referencia al primer día al final de la película, lo que la salva de su innegable oscuridad.