Esta tradición no solo se limita a reemplazar al médico en caso de un parto en emergencia. Las mujeres que se dedican a este oficio tienen en sus manos la vida misma. Por eso la propuesta reformista en el sector salud debe dignificar la labor de las ‘comadronas’
Anna Margoliner
@marxoliner
La reforma a la salud propone cambiar la estructura actual en la prestación de estos servicios a nivel nacional, entendiendo que la salud es un derecho y no un privilegio. En ese sentido, las diversas prácticas cotidianas y tradicionales que existen a nivel nacional deben ser tenidas en cuenta dentro del sistema integral, para poder ampliar la cobertura y respetar las prácticas de las comunidades que habitan en el país y que, por siglos, han existido y resistido.
La partería tradicional del Pacífico colombiano fue reconocida como Patrimonio Inmaterial de la nación en octubre del 2016, gracias al activismo que varias organizaciones de parteras y parteros pertenecientes al Chocó y al Valle del Cauca han realizado. Tras esta decisión de la Corte Constitucional se ha obligado al Ministerio de Salud a legislar sobre el tema.
Así, en el 2021 se aprobó la modificación del artículo 9 del proyecto de Ley 350 de 2020 “por medio del cual se define la partería tradicional afro del Pacífico colombiano, se exalta y reconoce como oficio ancestral y se adoptan las medidas para su salvaguardia, transmisión y protección (…) Artículo 9. El Gobierno nacional concertará con las comunidades negras, afro, raizales y palenqueras, las comunidades indígenas y los demás grupos étnicos del país, lo pertinente en lo relacionado con la salvaguarda de los saberes ancestrales y los saberes asociados con partería ancestral”.
Sabiduría ancestral
De acuerdo con la antesala a la exposición itinerante realizada por el Banco de la República en el 2019 y 2021 Partería Saber Ancestral y Práctica Viva, que rindió homenaje a la partería tradicional, los saberes de las comunidades afro y su existencia desde la colonia: “El trabajo de las parteras va más allá del alumbramiento. Las comadronas, como también se les conoce, están a cargo de la salud de toda la comunidad, a la que atienden gracias a sus conocimientos. La partería no se estudia en libros. Quienes se dedican a ella la van aprendiendo desde niñas, mirando y acompañando a las parteras mayores que muchas veces son sus propias madres o abuelas”.
Esta tradición no solo se limita a reemplazar al médico en caso de un parto en emergencia, las mujeres que se dedican a esto tienen en sus manos la vida misma, precisamente porque antes de conocer las labores de la medicina en occidente ya había mujeres parteras en las comunidades afro: “Ser partera es un honor que se transmite de generación en generación. Cuando se habla de ellas, no sólo se les llama ‘comadronas’ o ‘mujeres que ayudan a parir’, sino también ‘dadoras de vida’, ‘madres de todos’ y ‘abuelas de todos’. Entre la familia y la partera se genera un vínculo que puede durar toda la vida”.
El conocimiento, entonces, para poder acompañar a una mujer en todo su proceso de embarazo hasta el parto, incluye el saber sobre las plantas, las oraciones y el mismo ciclo del cuerpo de las mujeres.
Brindan una atención integral, por esta razón tradicionalmente el vínculo entre las parteras y las familias dura varias generaciones: “Las parteras son mujeres poderosas. Gracias a los conocimientos que sus ancestros les legaron son las dadoras de la vida. Conocen los secretos femeninos y las técnicas para traer los hijos al mundo; siembran plantas con las que preparan medicamentos tradicionales y saben los rezos y las oraciones indicados para cada situación. Cuando las parteras rezan en medio de un parto, atraen la ayuda necesaria para el buen nacimiento del bebé y la buena salud de su mamá y su familia. Los rezos y oraciones hacen parte del saber que sus ancestros africanos les heredaron”.
Partería en Nariño
Entender las condiciones en que se desenvuelven a diario las mujeres que se dedican a la partería, es fundamental para implementar una reforma a la salud que sea integral. VOZ habló con Stella Cepeda Vargas para comprender uno de los muchos matices que existen alrededor de la partería.
Stella es médica de la Universidad del Cauca, especialista en patología de la Universidad del Valle quien ha desarrollado a lo largo de cuarenta años, labor cívica enfocada a la salud en Pasto, incluso llegando a ser concejal de dicho municipio del 2001 al 2005 por la Unión Patriótica.
Acerca de su labor como activista, Stella cuenta sobre el proyecto para capacitar a las mujeres parteras de una región en Nariño y el camino para poder tener apoyo del Estado: “Somos un grupo de ciudadanos que hacemos veeduría de salud aquí en el municipio de Pasto. Nos dimos cuenta que no solamente teníamos que ir solucionando los problemas de cada persona, aunque lo hacemos con mucho cariño es inútil, porque el sistema de salud no sirve. Entonces decidimos ir al gobierno a presentar proyectos. Lo hicimos con uno relacionado con el bajo peso al nacer en el parto y efectivamente quedó como política municipal. Ha sido muy exitoso, han tenido muchos premios los alcaldes. Así conseguimos el camino porque fue el concejo municipal el que montó la norma después de una audiencia pública”.
A pesar del éxito de este caso precedente, no fue posible llegar a concretar el financiamiento que permitiría la capacitación a las parteras que trabajan allí: “Es necesario el apoyo económico del gobierno para estos proyectos. Nos pusimos en contacto con una asociación de campesinos que se llama Asomiulpa, ubicada en el Nariño profundo por el límite con el Ecuador.
“Nos contaron que allá el sistema de salud es prácticamente nulo quienes lo ejercen son las parteras, por las condiciones del territorio selvático. Sin embargo, ellos querían que se suministrara una capacitación a estas mujeres para poder ejercer mejor su labor, debido a que había altas tasas de muerte en el parto por malas prácticas.
“Frente a eso hicimos un proyecto para capacitar a 30 parteras de la zona. Aquí en Pasto, en ese tiempo valía 13 millones el proyecto para traerlas y que estuvieran cuatro días. Conseguimos profesores ginecólogos para indicar algunas cosas básicas, sin embargo, el gobernador de esa época, Raúl Delgado, no se interesó en el proyecto”.
Stella reafirma la importancia de la reforma a la salud impulsada por el gobierno y señala la importancia de las próximas elecciones regionales: “Pienso que este proyecto es uno de los motivos por los que se debe hacer la reforma a la salud, porque la salud está representada por personas muy activistas de la región pero que les falta mucho conocimiento. Los indicadores de muerte materna y neonatal son muy altos, nadie se interesó realmente y nos dedicamos a otras labores. No hay que tenerle miedo a la reforma: es imprescindible”.
Medicina occidental vs. Tradicional
De acuerdo con la evidencia histórica, en su mayoría el parto ha sido acompañado por mujeres conocedoras del proceso del embarazo, en cuclillas, por ejemplo, una posición vertical que le permiten a la mujer mayor comodidad a la hora de dar a luz. Sin embargo, es en el siglo XVII cuando se hace la modificación que, hasta la actualidad, ha sido la forma médica usual para tal procedimiento. A las mujeres de la nobleza, debido a su estilo de vida, se les dificultaba permanecer sentadas o en cuclillas durante el parto. Les era más fácil estar acostadas, por lo cual se crearon mesas ginecológicas que le facilitaban también al médico este procedimiento.
La costumbre de dar a luz “como la reina” es cuestionable tanto en términos médicos como tradición cultural. La naturaleza del proceso de parto y el cuerpo de la mujer no deben ser forzados a tener posiciones que les imposibiliten estar realmente cómodas para tener la menor cantidad de dolor posible.
Entender la salud como un derecho integral debe incluir estudios que faciliten a las mujeres parir y evitar, de esta forma, la violencia obstétrica tan común en los últimos tiempos.
