“El villismo y Villa en particular generan una combinación de admiración, repulsión, fascinación, miedo, amor, odio. Para el civilizado lector del siglo XXI, la venganza social, el furor, el desprecio por la vida propia y ajena, la terrible afinidad con la violencia, desconciertan y espantan”: Paco Ignacio Taibo
Leonidas Arango
México declaró a 2023, como «Año de Francisco Villa» en conmemoración de su muerte por cuenta de ciento cincuenta balazos el 20 de julio, hace cien años. Para intentar una semblanza debemos armarnos de una pinza y escoger lo más válido de un personaje tan complejo como José Doroteo Arango Arámbula, conocido como Pancho Villa.
Desde cuando se convirtió en una figura destacada de la Revolución Mexicana, los enemigos de Villa forjaron a su alrededor una leyenda negra que lo presenta como un ser vengativo y sediento de sangre, un ignorante que no sabía por qué luchaba.
El cine de Hollywood siempre lo mostró como alcohólico (nunca lo fue), un bandolero (sí, pero se transformó) o un vulgar asesino. Nada se dijo de sus famosas cargas de caballería, analizadas en academias militares de todo el mundo.
Rumores y verdades
Los rumores han asegurado que Pancho Villa fue un gringo que cruzó la frontera para volverse cuatrero en México o que nació en Colombia. A partir de los años sesenta muchos historiadores se dedicaron a rastrear archivos y entrevistar sobrevivientes de su tropa en busca del verdadero personaje.
Nació el 5 junio de 1878 en San Juan del Río, Durango, hijo de un aparcero al que perdió muy joven. No aprendió a leer, trabajó duro y dicen que con 16 años mató a un terrateniente que intentó abusar a su hermana. Sobrevivió en las montañas del norte como cuatrero y evasor de la justicia. Se hizo albañil, arriero y criador de gallos finos. Ganó fama por su carisma personal, por ser jinete infatigable y espléndido tirador de revólver y carabina.
Adquirió experiencia en el mando de pequeños grupos y para 1900 había establecido en Chihuahua una red de amigos que odiaban la opresión y el latifundio, como él. Decidió llamarse Pancho Villa y pasar a la historia como líder popular en la Revolución Mexicana.
La Revolución
El conflicto armado comenzó en 1910 a causa del descontento hacia la dictadura de Porfirio Díaz, que había gobernado con despotismo por más de treinta años. Pancho Villa se inclinó por las ideas liberales del candidato presidencial Francisco Madero, opuesto a la reelección.
Aglutinada por Madero, la rebelión estalló en noviembre con alzamientos espontáneos de guerrillas campesinas como las de Pancho Villa en el norte y de Emiliano Zapata, que representaba a los movimientos populares del sur. Con treinta y dos años, Villa entró en un rápido proceso de madurez política.
La primera etapa de la revolución triunfó en 1911. Porfirio Díaz huyó a Europa, su ejército fue disuelto y Madero ganó las elecciones, pero no logró satisfacer al caudillo Emiliano Zapata, a quien había prometido una ambiciosa reforma agraria. Cometió el error de entregar al siniestro general porfirista Victoriano Huerta el mando de las tropas, incluida la División del Norte de Pancho Villa.
Huerta había firmado con el embajador de Estados Unidos el compromiso de instalarse en el poder con apoyo de los grandes hacendados y la Iglesia. Culminó su tarea asesinando a Madero en 1913.
Durante la lucha de los revolucionarios contra Victoriano Huerta se disparó la fama de Pancho Villa. Sus tropas y las de Zapata combatieron al nuevo dictador hasta 1912, cuando se desataron choques armados entre diversos bandos rebeldes. Huerta capturó a Villa y ordenó fusilarlo, pero sus amigos lo impidieron y fue trasladado a una prisión de la capital donde aprendió a leer y escribir. Se fugó en noviembre de 1912.
El gobierno revolucionario
En 1913 se firmó el Plan de Guadalupe, un documento impulsado por Venustiano Carranza que organizaba un Ejército Constitucionalista contra las fuerzas federales y convocaba a elecciones cuando hubiera paz. Carranza pretendió ganarse la colaboración de Zapata y Villa, pero este comenzó a desacatar las órdenes de fusilar prisioneros, mostrándose más respetuoso de la vida que la mayoría de los jefes militares.
En esta etapa desplegó su genio militar organizando y disciplinando un formidable ejército popular, la División del Norte, que llegó a contar más de cuarenta mil integrantes. Con ellos derrotó a las tropas de Huerta en Zacatecas en junio de 1914. Tras la dimisión de Huerta aparecieron divergencias entre Carranza, Villa y Zapata, que buscaron un acuerdo en la Convención de Aguascalientes. Allí se consolidó el acercamiento entre los dos líderes agraristas, que se negaron a disolver sus ejércitos y a reconocer la autoridad de Carranza, quien decidió gobernar desde Veracruz.
El punto culminante de la Revolución fue la ocupación de Ciudad de México por las tropas de Zapata y Villa en diciembre de 1914. Nombraron un gobierno revolucionario, pero no supieron aprovechar el poder ni trazaron un programa político que condujera la revolución a un final victorioso.
No buscaron alianzas con los sectores urbanos ni con el joven movimiento obrero mexicano. Villa regresó al norte y Zapata al sur, dejando el campo abierto a Carranza, que se instaló en la capital.
Alcohol y mujeres
Hace más de un siglo que los enemigos de Villa lo pintan como un alcohólico, pero consta que era abstemio y trataba de impedir que sus hombres tomaran. En varias ciudades hizo destruir los depósitos de licor.
Pancho Villa y sus tropas cometieron macabros actos de violencia, especialmente en el estado de Chihuahua, incluyendo un rapto de ira que terminó en el fusilamiento de mujeres inocentes. Comenta Paco Ignacio Taibo: “La barbarie, que siempre había estado en su cercanía, comenzaba a cercar a Pancho Villa, quien sin voluntades moderadoras a su lado no podía o no quería disiparla”. A pesar de todo, insistía en que respetaba a las mujeres.
Cuando el periodista norteamericano John Reed le preguntó sobre las violaciones, Villa le respondió: “Usted ya tiene mucho tiempo con nosotros, amiguito. ¿Conoce a un padre, un hermano o un amigo de alguna mujer que yo haya violado?”. Además, en su ejército la violación se castigaba con la muerte: “Soldado en la División del Norte acusado con pruebas de violación es fusilado y punto” (Pedro Salmerón).
No tuvo inconveniente en contraer muchos matrimonios legalizados, parece que 23. Sobra decir que tales prácticas son delitos en la actualidad, pero Villa interpretaba el amor formalizado por la religión como una prueba de respeto y lealtad. Siempre respondió por las esposas y los hijos.
Otras complejidades de Villa merecen capítulo aparte.