Ni en Vietnam pidió perdón por el genocidio cometido por las tropas norteamericanas durante la guerra, ni en Japón por el exterminio en masa durante la segunda guerra mundial

Alberto Acevedo
El flamante premio Nobel de la Paz, Barack Obama, viajó en la primera semana de junio a Vietnam y al Japón. Y a pesar de que durante la segunda guerra mundial, para el caso del Japón, y durante la guerra fría, para el caso del Vietnam, las tropas norteamericanas perpetraron genocidios en ambos países, el gobernante norteamericano no pidió perdón a los respectivos pueblos y gobiernos.
Vietnam fue un país que resistió una de las guerras más largas de la historia moderna, donde perecieron casi dos millones de personas, y 58 mil militares norteamericanos. Medio siglo después de la intervención militar norteamericana en el sudeste asiático, Obama visitó Vietnam, país que aún sufre las secuelas de la guerra, sobre todo por el uso de armas químicas como el agente naranja y el Napalm.
Las tropas norteamericanas, en su empeño por doblegar a ese pueblo heroico, descargaron sobre su suelo más bombas que el total de las que los países aliados arrojaron sobre Alemania, Japón e Italia en toda la segunda guerra mundial.
Sin embargo, el mandatario norteamericano no se disculpó ante la matanza. En vez de una rosa blanca, Obama ofreció armas, al anunciar el desembargo a Vietnam de la venta de armas norteamericanas, veto que mantenía desde que las tropas patriotas expulsaron de su suelo al invasor. Pero más aún, el inquilino de la Casa Blanca tuvo la desfachatez de criticar lo que consideró una inadecuada aplicación de los derechos humanos por parte de las autoridades vietnamitas.
Crimen de guerra
La misma actitud arrogante mantuvo durante su visita a Japón. Es el primer presidente norteamericano que visita ese país, después de que en las postrimerías de la segunda guerra mundial, aviones norteamericanos, descargaron una bomba atómica en la ciudad de Hiroshima dejando 150 mil víctimas, y tres días más tarde una segunda bomba sobre la ciudad de Nagasaki, con un saldo superior a las 75 mil víctimas.
Estrategas militares norteamericanos reconocieron después, que la destrucción de Hiroshima y Nagasaki no influyó de manera decisiva en el curso de la guerra, pues el mando japonés ya venía hablando de buscar un acuerdo de paz, y la guerra tocaba a su fin. Lo de Japón es un crimen de guerra que no tiene justificación. Sin embargo, Obama eludió la responsabilidad de su país.
En casos como el de la normalización de relaciones con Cuba, la visita a Japón y la entrevista con las autoridades vietnamitas, la diplomacia norteamericana pretende batir algunos récords. Pero termina causando desazón ante la falta de entereza y de dignidad al no reconocer sus crímenes pasados.