viernes, abril 26, 2024
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Nietzsche y el Estado

Nietzsche puede situarse entre los grandes pensadores de la humanidad, porque sus escritos aforísticos se adelantaron a su tiempo y sentaron en muchos campos las bases del futuro; no obstante que su “filosofía del martillo”, tiene muchos altibajos y falencias.

Friedrich Wilhelm Nietzsche.
Friedrich Wilhelm Nietzsche.

Hernán Ortiz Rivas

El siglo XIX es el tiempo de la consolidación del capitalismo en Europa, tiempo de florecimiento de nuevas ciencias sociales y naturales, inspiradas en diferentes tendencias filosóficas, entre las cuales se destaca la liderada por Friedrich Wilhelm Nietzsche, cuya obra contiene gran belleza y profundo contenido, donde la desdichada vida de su autor está fuertemente implicada, así haya dicho: “Una cosa es mi persona y otra mis escritos” (Ecce Homo. Como se llega a ser lo que es).

El momento de su obra

Si se acepta la tesis que dice: la importancia de un filósofo depende de la influencia de su obra: cabe afirmar, sin duda, que Nietzsche puede situarse entre los grandes pensadores de la humanidad, porque sus escritos aforísticos se adelantaron a su tiempo y sentaron en muchos campos las bases del futuro; no obstante que su “filosofía del martillo”, tiene muchos altibajos y falencias.

Nietzsche no pudo ver en vida el influjo de su obra, que después de su muerte sigue ganando fama y prestigio, en todo el mundo. Debe recordarse que a su obra la quisieron poner al servicio de ideologías totalitarias, como el nazismo, actitud equivocada que su torpe hermana propició. También se debe evocar que Nietzsche siempre repudia al socialismo y las luchas revolucionarias de los pobres, por su talante de aristócrata cultural.

El Estado

Hechas las breves consideraciones anteriores, entremos con suma rapidez a ocuparnos de Nietzsche y el Estado. Para el filósofo germano, el Estado se hizo para que gobiernen los fuertes, nunca los débiles, sin que fundamente quienes son económica, política o socialmente los unos y los otros. El Estado se origina en un acto de sometimiento a los débiles, por parte de los fuertes, en contraste con las teorías contractualistas de la burguesía en ascenso y del liberalismo, al estilo Rousseau. Esta teoría tiene su parentesco con la del sofista Trasimaco al sostener que en todo Estado los “fuertes” imponen las leyes y la justicia para defender sus propios intereses y hacer que estos se confundan con los de la sociedad.

La crítica más radical al Estado de Nietzsche se encuentra en su famoso Zaratustra. Un libro para todos y para nadie. En esta hermosa obra se pregunta ¿qué es el Estado?, no le interesa indagar sobre sus presupuestos históricos de ningún orden, comienza por decir que el Estado significa la muerte de los pueblos, enseguida descarga sus frases tremendas: “Estado se llama al más frío de todos los monstruos fríos. Es frío incluso cuanto miente; está en la mentira que se desliza de su boca: Yo, el Estado, soy pueblo”. Nietzsche considera una mentira tal afirmación, porque los creadores de los pueblos pusieron encima de ellos la fe y el amor, no el Estado.

Nietzsche dice que el Estado es un “nuevo ídolo”, mentiroso y ladrón que no contribuye al desarrollo de la vida, sino todo lo contrario está al servicio de la muerte. Los humanos no se desarrollan en el ámbito del Estado sino que se vulgarizan y angustian. “El Estado miente en todas las lenguas del bien y del mal, expresa; y diga lo que diga, miente –y posea lo que posea, lo ha robado. Falso es todo en él; con dientes robados muerde, ese mordedor. Falsas son incluso sus entrañas”. Al filósofo, el Estado le huele muy mal, lo mismo que sus servidores que son los superfluos, los bebedores del veneno, donde “el lento suicidio de todos se llama vida”.

Para Nietzsche, el “Estado moderno” representa la decadencia de Occidente, junto con su gobierno democrático. El Estado es enemigo de la cultura y aliado de la religión, que le sirve para proteger sus intereses. En síntesis, se debe luchar contra el Estado, la democracia la religión, porque son enemigos de la humanidad, sin que Nietzsche, repetimos, sustente sus críticas en presupuestos históricos, políticos, sociológicos, jurídicos, solamente tenemos frases elocuentes, altivas, llenas de dinamita, contra la estructura jurídico-política de la sociedad civil y sus instituciones.

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