Las organizaciones sindicales privilegian la acción de la defensa de la vida y de la organización social, y las condiciones en seguridad y salud en el trabajo
Bibiana Parra Ariza
La flexibilización y desregulación laboral en América Latina se evidencia cuando los Estados con el fin de favorecer la internacionalización de los mercados e impulsar un modelo económico (neoliberalismo), empiezan a reformar las relaciones laborales y se encaminan al desaparecimiento de los derechos en los estadios individuales y colectivos. En el ámbito individual se impusieron criterios como la flexibilización, competitividad y adecuación al cambio.
Este ámbito individual, signado por la inestabilidad laboral, deterioro del salario y de temor a la incertidumbre, repercutió negativamente también en el sector sindical y, consecuencialmente, en los derechos de asociación, negociación, libertad sindical, contratación y, en general, en la representación de los trabajadores por sus organizaciones sindicales.
Esta reflexión se refiere a las transformaciones propuestas y llevadas a cabo desde la lógica neoliberal con respecto al trabajo y las transformaciones que este último ha experimentado con las evidentes consecuencias sobre la clase trabajadora y el sistema laboral en su conjunto.
Un diagnóstico
Esta flexibilización del trabajo, aunque se evidencia desde la década de los ochenta del siglo pasado, adquiere características importantes en los años noventa, ya que impacta la legalidad laboral, iniciando una serie de reformas en el mundo del trabajo.
En el caso colombiano podemos encontrar que se empiezan a dar cambios extremos dentro de la legislación laboral en lo corrido de los años noventa, disminuyéndose los derechos de los trabajadores y por consiguientes haciendo que el ejercicio sindical se volviera más difícil, no solo por la violencia ejercida hacia los sindicalistas, en especial en la zona rural del país, donde se tiene que asesinaron más 3.323 sindicalistas, 449 sufrieron atentados y 254 fueron víctimas de desaparición forzada, 7884 amenazados de muerte y 1.987 desplazados, de acuerdo a las cifras oficiales del Ministerio.
Lo anterior permite entender que existen fuerzas sociales que se ocultan y que por la vía de la violencia obstaculizan el ejercicio de los derechos laborales, tanto a nivel individual como colectivo, pues en Colombia, a diferencia de otros países de América Latina, se ha vivido de manera más intensa, prolongada y profunda las políticas y prácticas antisindicales.
Una muestra de lo anterior son el asesinato de más de más de 3.323 sindicalistas, la reducción en la tasa de sindicalización, la discriminación antisindical, el temor generado en los trabajadores por los empleadores al hacer un uso abusivo e ilegal de las formas de contratación, entre otras manifestaciones.
Es por ello, que las organizaciones sindicales han privilegiado la acción de la defensa de la vida, la defensa de la organización social como ejercicio colectivo, a cambio del desarrollo de otros ámbitos fundamentales de su quehacer, como el de preservar la vida a través de las condiciones en seguridad y salud en el trabajo, buscando optimizar el desarrollo de la actividad laboral.
El trabajo decente
Las prácticas laborales inadecuadas, que ponen en riesgo a los trabajadores y su calidad de vida, se han venido empleando con mayor frecuencia a lo largo del tiempo. Para hacer frente a esta precarización laboral, la Organización Internacional del Trabajo, OIT ha desarrollado una serie de dimensiones, con sus respectivos indicadores, con el objetivo de medir el trabajo decente.
De acuerdo con el estudio realizado en 2016 por la economista Carmen Lucía Tangarife, existe una brecha entre las condiciones laborales de los trabajadores urbanos y los rurales, lo cual incentiva la necesidad de realizar reformas sociales integrales, que permitan disminuir las brechas históricamente existentes. No obstante, la caracterización de las condiciones laborales de la población rural se dificulta, sobre todo, por la poca información disponible.
Tangarife en el documento Medición y el análisis de las condiciones de trabajo decente en las zonas geográficas de Colombia: cabeceras y centros poblados y rural disperso 2013 – 2015, utilizó información de la Gran Encuesta Integrada de Hogares, GEIH, del DANE, la Federación de Aseguradores Colombianos, el Ministerio del Trabajo y la Escuela Nacional Sindical, con el objetivo de caracterizar el trabajo decente en Colombia y poner en evidencia las principales problemáticas que giran alrededor de éste.
En términos generales, “el trabajo decente sintetiza las aspiraciones de las personas durante su vida laboral. Significa la oportunidad de acceder a un empleo productivo que genere un ingreso justo, la seguridad en el lugar de trabajo y la protección social para las familias, mejores perspectivas de desarrollo personal e integración social, libertad para que los individuos expresen sus opiniones, se organicen y participen en las decisiones que afectan sus vidas, y la igualdad de oportunidades y trato para todos, mujeres y hombres (…)”.
La salud de los trabajadores
Una adecuada defensa de la salud laboral, puede hacerse solo a través del conocimiento y dominio del proceso y organización técnica y social del trabajo. Es el caso de que en la inmensa mayoría de las organizaciones sindicales no se cuenta con cuadros sindicales especializados, no hay una sistematización de los riesgos laborales y su causalidad, de forma tal que esa carencia de conocimientos específicos les impide promover programas de prevención que nazcan de los mismos trabajadores y que dentro de los pliegos colectivos presentados no se tome en su mayoría este punto neurálgico como base fundamental de negociación.
De la misma manera, son muy pocas las organizaciones sindicales que establecen alianzas con universidades o institutos especializados en materia de salud ocupacional, como medio para fortalecer su capacidad de tutela y reivindicación de la vida y la salud de los trabajadores.