martes, octubre 15, 2024
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Nariño y la Campaña Militar en el Sur

Plenamente consciente que lo importante no era la guerra entre patriotas, sino prepararse para derrotar a los realistas que seguían siendo fuertes en el sur del país, Antonio Nariño organizó el Ejército del Sur y marchó en esa dirección finalizando 1813

Fernando Iriarte

En marzo de 2024 se cumplirán 210 años del ingreso del patriota Antonio Nariño al territorio del departamento que lleva su nombre. Iba victorioso en los enfrentamientos armados contra las fuerzas peninsulares ocurridos en lo que hoy es el departamento del Cauca. Además, había triunfado en la primera guerra civil de Colombia, que enfrentó fuerzas que defendían ideas federalistas, agrupadas en Tunja, contra otras agrupadas en Santafé de Bogotá, que propugnaban por el centralismo y partidarias de Nariño, por entonces presidente del Estado de Cundinamarca.

Éxitos iniciales

Plenamente consciente que lo importante no era la guerra entre patriotas, sino prepararse para derrotar definitivamente al ejército de Fernando VII, rey de España, y conocedor de que los realistas seguían siendo fuertes en el sur del país. Así las cosas, Nariño organizó a los patriotas precisamente en el Ejército del Sur y marchó en esa dirección.

Nariño hizo frente y ganó en Calibío y luego se tomó a Popayán. Los españoles no tuvieron más remedio que replegarse en dirección de Pasto, buscando el apoyo de Quito, que no era todavía independiente.

Entró a territorio “nariñense” siguiendo el valle del río Patía, donde sufrió penalidades puesto que tanto los negros patianos como los indígenas y blancos de allí no luchaban por la independencia sino a favor de los peninsulares. Lo hizo por la montaña de Berruecos y luego por los pueblos de Buesaco y Boquerón, a orillas del río Juanambú.

Tras un esfuerzo grande, subió la cordillera alzando de manera increíble su pesada artillería y logró obtener el triunfo indiscutible en el cerro de Tacines. Fue un favorable evento militar en toda la línea y algunos dijeron que merecía tomarse un descanso, pero Nariño prefirió continuar y horas más tarde pudo apreciar por primera vez y desde relativamente cerca los ejidos de Pasto.

Derrota cerca de Pasto

Un nuevo y rutilante triunfo parecía inminente, sin embargo, ocurrió lo inesperado. Los pastusos atacaron a los patriotas con tácticas de guerrilla, escondidos a lado y lado del camino, y el grueso del Ejército del Sur se vio obligado a replegarse otra vez a Tacines. De este lugar regresarían a Popayán.

Nariño quedó en las inmediaciones acompañado de un pequeño grupo, entre ellos su propio hijo, también llamado Antonio Nariño. Este quiso permanecer a su lado, pero su padre le ordenó retirarse. Con este grupo decidió inspeccionar las inmediaciones de Pasto y nuevamente los pastusos los atacaron.

Se dispersaron sus escasos compañeros y únicamente permaneció el pintor José María Espinosa que escribiría años después un famoso libro de crónicas, Memorias de un abanderado, donde dio cuenta de estos hechos y de otros de la primera parte de la vida republicana de Colombia. Nariño lo despidió también, pidiéndolo que viera por su propia seguridad.

Al poco tiempo se encontró completamente solo en la manigua y se escondió. Pasó así toda una mañana y parte de la tarde. Por el cansancio que tenía acumulado, lo invadió el sueño y se durmió. Lo despertaron voces de un indígena y de un campesino que lo intimaron a rendirse.

El campesino propuso que le dispararan allí mismo y lo dejaran muerto, pero vieron que tenía uniforme de oficial y Nariño les dijo que lo dejaran vivo, lo llevaran a Pasto y lo presentaran ante Melchor Aymerich, comandante español de la plaza, pues él conocía al general Antonio Nariño, jefe de los patriotas y podía decirles dónde se encontraba para apresarlo. Así lo hicieron y lo condujeron donde Aymerich a un edifico en la Plaza Mayor, frente a la catedral.

Resultó bien tratado, pero afuera se agrupó un gentío y empezaron a pedir a gritos que el oficial capturado dijera de una vez el lugar donde se hallaba Nariño. Fue cuando él mismo, en persona, salió al balcón y en un gesto totalmente inesperado le gritó a la multitud:

–¿Quieren al general Nariño?

–¡Sí!, dijeron en coro.

–¡Pues aquí lo tienen! – respondió en voz alta y señaló su pecho.

Este acto valiente le sirvió para que respetaran su integridad. Aymerich decidió que a un hombre capaz de semejante actitud no se le fusila así no más y era preferible que continuara viviendo. Hoy, esa plaza histórica se denomina Plaza de Nariño, así como el departamento donde cayó preso.

El precursor

Trece meses duró preso el patriota en la cárcel de Pasto. De allí fue remitido al hoy Ecuador, donde Toribio Montes, gobernador español de Quito, aún en manos del rey. Montes no lo fusiló y lo remitió a Lima, para después llegar Cádiz, en la península, de donde se había escapado años atrás.

De España –en la que fue liberado por los dirigentes republicanos de la Revolución de Riego, derrotada después– alcanzó a regresar a Colombia y participó en la discusión y aprobación de la Constitución de Cúcuta en 1821.

El Libertador Simón Bolívar le había dado el nombre de Precursor de la Independencia y como tal se lo conoce. Además, fue artífice de ella y estuvo actuando en política, elegido senador por Cundinamarca, donde era tratado como héroe y hasta terminó acusado ante el Senado por sus enemigos, que le reprocharon ser bolivariano.

Se defendió con elocuencia ante esa corporación y fue absuelto de todo cargo, por ser evidentemente infundado aquello que le imputaban. A pesar de todo, conserva contradictores hasta el día de hoy, dolidos por su verticalidad y quizá humillados por su indudable estatura moral, muy por encima en el sitial histórico.

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