Fueron ocho años en que las mafias se apoderaron del poder y a nombre de la “lucha antiterrorista” se dedicaron a enriquecerse con los dineros públicos y a cometer todo tipo de tropelías para garantizar la reelección del mesías. Con los mismos métodos hará la oposición en el Congreso.
Carlos A. Lozano Guillén
Las dos administraciones de Álvaro Uribe Vélez (2002-2010) batieron el récord de la corrupción en las alturas del poder. Como nunca antes, tantos escándalos salpicaron a los más encumbrados funcionarios, siempre en conexión con la “Casa de Nari”, como la bautizó un narcoparamilitar que la visitó y fue recibido por el primer anillo del entonces mandatario. Fue la práctica del “todo vale” para imponer la “seguridad democrática” y la reelección del mesías que fracasó en el tercer intento.
Por estos días el tema pasó al primer plano de la política nacional debido a la condena de Andrés Felipe Arias Leyva, ex ministro de Agricultura, por la sala penal de la Corte Suprema de Justicia debido a los subsidios del programa Agro Ingreso Seguro, entregados a latifundistas y ganaderos, los mismos que lo apoyaron en su aspiración presidencial en 2010. Arias, conocido como Uribito por el afán de parecerse a su jefe –en verdad que lo logró-, cuando fue alertado de la condena salió del país, al parecer para Estados Unidos en donde según dicen algunos medios está gestionando refugio político con la ayuda de Álvaro Uribe Vélez, protector de los bandidos de su administración.
No sería extraño. Lo mismo hizo con María del Pilar Hurtado a quien sacó a las carreras hacia Panamá cuando era inminente su captura. La silenció, porque la ex directora del DAS había dicho que estaba dispuesta a negociar con la fiscalía en el caso de su captura. Ahora también se rumora que está gestionando la salida –si ya no lo hizo- para Estados Unidos. Dicen que allí se encuentra Luis Carlos Restrepo, ex alto comisionado de Paz, quien engañó al país con supuestas desmovilizaciones de guerrilleros y paramilitares.
Los dos gobiernos de Uribe Vélez enlodaron al sistema dominante, porque además de las chuzadas y las relaciones del DAS con el paramilitarismo, que tienen en la cárcel a Jorge Noguera, uno de los consentidos del inquilino de la “Casa de Nari”, también le dieron lugar a la “yidispolítica” con dos ex ministros y otros altos funcionarios encartados, al robo del Departamento Nacional de Estupefacientes por parte de unos atracadores de corbata y a sobrecostos en la construcción de vías y otras obras públicas en las cuales participaron los famosos primos Nule que no se limitaron a estafar a Bogotá.
Fueron ocho años en que las mafias se apoderaron del poder y a nombre de la “lucha antiterrorista” se dedicaron a enriquecerse con los dineros públicos y a cometer todo tipo de tropelías para garantizar la reelección del mesías. Varios están siendo procesados aun en ausencia. El que sigue incólume es el jefe de la banda. Y con los mismos métodos, apoyándose en nazis y sujetos de la peor laya, anuncia que hará la oposición en el Congreso. Sobre él también caerá el peso de la ley y de la justicia.