“Contrario a lo que narra la historia, el acto que más me ha conmovido en la vida, no fue el momento supremo en que me fusilaron contra las frías paredes de mi propia alma, sino el instante soberano en que nuestras Fuerzas Armadas le rindieron honores militares, en calidad de jefe de Estado, a la silla vacía donde yo no estaba”
Julio César Goyes Narváez
“Ese fue el motivo de mi primer abandono del hogar a los 13 años. Atravesé montes y valles, ríos y soledades nunca presentidas llevando un duelo primigenio, una orfandad sin luces y un miedo ancestral a perder las huellas de mí mismo para regresar a casa”.
La voz que conduce este relato se trama con las voces singulares de personajes que pueblan escenarios que interrogan ─no sin ironía y humor─ la identidad, las estrategias subversivas, el pudor, la democracia, el amor, la muerte, la traición, la venganza.
La novela de Arturo Prado Lima focaliza la familia campesina, esa que se conforma con el fuego del caminar y la solidaridad, el paisaje diverso, la historia narrada a la luz del monólogo interior, cuya experiencia es la violencia por la tenencia de la tierra e injusticia social.
En espejo
Al contarse, el protagonista pone al descubierto situaciones y secretos de su vida personal e insurgente como otro presidente ─clandestino─ del mismo país, alguien que perseguido por su propio fantasma muere y aparece en todas partes.
Una escritura en espejo que re-crea con eficacia un imaginario a veces mítico, en todo caso real de la historia de Colombia. El toro, que le regala al protagonista su madre cuando era niño y con el que se pierde en la montaña, se convierte en una poderosa metáfora; más tarde reaparece y le habla a su viejo dueño para que baje con una lámpara encendida, otro sacrificio como tantas otras muertes a las que asiste el protagonista pura voz enunciativa, condenatoria, onírica; memorias al fin, de una silla vacía donde acontece el poder popular que sin estar estuvo ─está─ negociando la paz.
Tinta roja
Arturo Bolaños Martínez recuerda mis palabras dichas: “Pero las esperanzas refundidas a presión en el inconsciente, afloraron tiernas y delirantes sobre los hechos consumados” y agrega: “Narrar la historia de un país, con la tinta roja que se ha derramado en valles y montañas, selvas y desiertos, aldeas y ciudades, campamentos y batallones, lo pueden hacer quienes conocieron o conocen esa realidad y qué mejor forma para transmitirla que desde la literatura, mejor, desde la novela”.
Bolaños precisa la intencionalidad de Arturo Prado Lima: “Esta fue escrita desde su residencia en Móstoles, cercanías de Madrid, España, con una clara intención: La reconciliación, la paz. La paz con pan, con reflexión, con las manos que crean el arte literario. Una obra onírica para narrar una realidad profunda. Una silla vacía para sentarse a leer un país y que nada caiga en el olvido”.