sábado, mayo 4, 2024
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Los mares del mundo, camposanto de migrantes

Los ataques a los migrantes, a las organizaciones humanitarias que los ayudan vulneran el derecho de las personas perseguidas a pedir protección y refugio. Además, atentan contra el principio de la no expulsión, consagrados en la Convención de Ginebra de 1951

Alberto Acevedo

A tiempo que el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, António Guterres advertía la semana pasada que la humanidad está ante el inminente riesgo de sufrir un éxodo “de proporciones bíblicas”, debido al aumento del nivel del mar, provocado por el calentamiento global, medios de prensa registraban al menos dos colosales tragedias de migrantes, una frente a las costas de Italia y otra en el Mediterráneo, con elevado número de muertos y desaparecidos, que han estremecido a la opinión pública internacional.

Un primer reporte de las tragedias en alta mar, indica que el 26 de febrero pasado se conoció del naufragio, frente a la costa sur de Italia, de una embarcación que trasportaba al menos 250 migrantes provenientes de Irán, Pakistán y Afganistán. El saldo inicial indica que más de 40 personas murieron y otro número indeterminado de navegantes se encuentran desaparecidos.

Ya para el martes de la presente semana, las autoridades italianas hablaron de un número mayor de víctimas: habían sido recuperados 68 cadáveres y se temía que el número fatal de muertos pasara de los cien. Se rescató a 82 sobrevivientes y quedaban otros tantos desaparecidos. Se confirmó que la embarcación era una nave de madera que se partió en pedazos. Los restos comenzaron a llegar a las playas de Calabria.

Niños, las primeras víctimas

Una fuente de la Organización Internacional para la Migración, OIM, Flavio di Giacomo, consultada por la agencia EFE, confirmó el elevado número de víctimas, “un número enorme”. Dijo, respecto a la tragedia, que “la prioridad debe ser el socorro en el mar, del que deben hacerse cargo todos los países interesados”, y consideró “increíble que nadie, nadie, nadie haya visto este barco con 180 personas, hasta que se hundió a 150 metros de Calabria, tras pasar por aguas territoriales griegas y maltesas”.

“Calabria está de luto. ¿Dónde está Europa?”, fue el grito angustiado del Gobernador de la región, Roberto Occhiuto. Entre los cadáveres rescatados estaban los de varios niños, incluido un bebé de pocos meses de nacido y un par de gemelos. Entre los restos de madera que llegaron a las costas calabresas, los rescatistas hallaron igualmente el cadáver de una niña de nueve años.

En un segundo hecho de esta naturaleza, se reportó que el 14 de febrero se produjo un naufragio en aguas del Mediterráneo, frente a las costas de Libia, donde habrían muerto al menos 76 personas. Según fuentes de la OIM, la embarcación, “que transportaba unas 80 personas”, había partido de Qasr Alkayar, en Libia, ese mismo día, con dirección a Europa. Autoridades de policía y de la Media Luna Roja en Libia rescataron once cuerpos y siete sobrevivientes, “en condiciones extremadamente difíciles”.

Llenar vacíos

La Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) dijo que solo en las travesías por el Mediterráneo central -desde las costas de Libia o Túnez hasta las de Italia y Malta, principalmente- desaparecieron 2.365 migrantes y refugiados en 2022. Desde comienzos de este año Acnur había contabilizado 88 víctimas entre muertos y desaparecidos, a los que se añadirían ahora los más de 70 del reciente naufragio. De estos, 114 eran niños y niñas.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, llamó a los Estados miembros de la comunidad a “desarrollar esfuerzos” para lograr un acuerdo sobre la política migratoria europea. Pidió trabajar para alcanzar el Pacto sobre Migración y Asilo y el Plan de Acción sobre el Mediterráneo Central. En su exhortación, coincide con el clamoroso llamado del secretario general de la ONU a “llenar los vacíos” en el Derecho Internacional, sobre todo para los refugiados.

De momento, la respuesta de los gobiernos parece ser todo lo contrario. Italia, que acaba de mirar con sus propios ojos la espantosa tragedia de Calabria, aprobó hace poco una norma legal que restringe la labor humanitaria de ONG dedicadas al rescate de náufragos en alta mar. Lo que quiere el gobierno de este país es que los inmigrantes se mueran en las aguas del Mediterráneo, convertido en tumba, para que nadie tenga escapatoria.

Violan la Convención de Ginebra

En los últimos ocho años, los países de la comunidad europea han construido ocho kilómetros de murallas para detener a los inmigrantes y frustrar sus demandas de asilo. Europa aprueba nuevos fondos, no para aliviar las penurias de los migrantes, sino para financiar barreras de acero, cemento y redes de alambres de púas electrificadas. Pero más que eso, se destinan recursos para drones y radares que detecten los flujos migratorios en sus fronteras marítimas y terrestres.

De esta manera se convierte a los migrantes en victimarios de una política absurda que desconoce la realidad histórica de los hechos. Estados Unidos ha sido un país de migrantes, fundado por migrantes. En países como Alemania y España, Argentina y Chile, los flujos migratorios han sido determinantes para su desarrollo económico por largos periodos. El gobierno de Boric acaba de disponer la militarización de sus fronteras para contener a grupos de migrantes.

Los ataques a los migrantes, a las organizaciones humanitarias que corren en su ayuda, vulneran el derecho de las personas perseguidas a pedir protección y refugio, atentan contra el principio de la no expulsión, consagrados en la Convención de Ginebra de 1951.

Un aspecto particularmente perverso del asunto, fue denunciado la semana pasada por el embajador de Caracas en Quito, Pedro Sassone: “El tema de la migración venezolana fue una maniobra bien pensada por la derecha internacional, con el objeto de generar una matriz de crisis humanitaria en Venezuela”, precisó el diplomático. Y para justificar más de 928 sanciones que se vinieron con inenarrables pérdidas y sufrimientos para el pueblo venezolano.

El recibimiento de héroes a casi 300 nicaragüenses expulsados de su país por traición a la patria. El manejo de los refugiados cubanos, desde el episodio de los llamados ‘marielitos’, la amenaza de expulsar a inmigrantes colombianos de Estados Unidos, pese a ser Colombia la consentida de los últimos gobiernos de ese país, son otros indicadores del manejo con fines políticos del complejo problema de la migración.

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