Editorial 3251
Barranquilla, la Puerta de Oro de Colombia, Curramba la bella, La Arenosa, conocida por el otrora mejor carnaval del país, atraviesa su peor crisis en materia humanitaria, de seguridad y criminalidad.
Según datos del Observatorio de Seguridad Ciudadana, la ciudad caribeña experimentó un aumento del 16% en los homicidios en el primer semestre de 2024 y, en el Atlántico, el incremento fue del 89%. En noviembre de 2024, Barranquilla registró un total de 46 homicidios. Esta cifra refleja la preocupante ola de criminalidad que afecta a la ciudad en los últimos meses. El Gaula de la Policía Nacional proyecta que, si se mantienen los promedios actuales, Barranquilla podría cerrar 2024 con más de 388 homicidios, lo que representaría una tasa de 29 homicidios por cada 100 mil habitantes.
En general, las autoridades civiles y policiales atribuyen la crítica situación a la lucha por el control territorial que desarrollan organizaciones criminales, por las rutas de movilidad urbanas y rurales del narcotráfico y el microtráfico, control que generan inmensas rentas ilegales y que, en un marco de competencia, solo puede ser sostenido con altos niveles de violencia.
El actuar impune de grupos como Los Papalópez Renacer y Los Costeños ha contribuido significativamente al aumento de los altos niveles de inseguridad y homicidios. Y a ello, deberíamos agregar que, en los últimos meses, han salido de la cárcel peligrosos integrantes de grupos delincuenciales, que no salen rehabilitados, sino, dispuestos y con mayor ahínco, a continuar con sus actividades criminales de extorsión y violencia.
Pero el anterior panorama es solo una cara del problema, es la visión desde la técnica forense, el seguimiento criminalístico y la estadística, son los fríos datos con los que se informa, se intenta apaciguar el descontento ciudadano y esconder la relación entre los poderes políticos y la criminalidad e ilegalidad, como es el caso de Barranquilla. Cabría preguntarse ¿por qué Barranquilla, prospera e inmortal/bañada de agua y de mar azul, ha llegado a tan crítica situación?
En Curramba, a principios de la década del 90, tras la caída del imperio Name, emergió con fuerza el imperio de los Char. Los cambios institucionales orientados a la descentralización y a la redistribución territorial del poder político fueron aprovechados por la elites locales, que, mediante corrupción, alianzas paramilitares y narcotraficantes, lograron capturar las instituciones y las finanzas y colocarlas al servicio de un proceso sofisticado y consolidado de acumulación de capitales, eufemísticamente llamados de inversión privada. Esta es la historia real y oscura de los Char, relatada en La costa nostra, el libro prohibido sobre los Char, de la periodista Laura Ardila.
En Barranquilla, a pesar de la grave situación de criminalidad, delincuencia e inseguridad ciudadana, parece que no ocurre nada. Al gobierno de los Char, le es perfectamente aplicable el concepto de gobernanza criminal. En La Arenosa, existe un gobierno local que no puede desprenderse de la llave relacional entre políticos regionales, partidos y organizaciones criminales en Colombia, según la metodología Qualitative Comparative Analysis, QCA, seguida por el profesor Javier Duque Daza en su estudio Gobernanza criminal. Cogobiernos entre políticos y paramilitares en Colombia.
Mientras en Barranquilla y Colombia la justicia no intervenga para desmantelar esta gobernanza criminal, no pasará nada. El clan electoral de los Char seguirá ejerciendo un poder de muerte y desolación, oculto bajo el manto de una alegría efímera, exacerbada por la salsa, el Junior y el malecón del río.