Las recientes asambleas y encuentros nacionales concluyen que el estudiantado regresa al debate político. El movimiento universitario despierta
Andrés Bueno
En los últimos meses se ha venido desarrollando una nueva discusión, la cual ya parecía empolvada hace tiempo: la rearticulación del movimiento universitario. Por ende, la forma en que esto debe ser realizado avanza a la par de su objetivo como de su necesidad.
Las viejas paredes que en años anteriores vieron el auge universitario, retoman su carácter de impulsoras de consignas, de muro de memorial de agravios, la voluntad de las transformaciones democráticas y populares, salta del claustro a las calles y en ellas levanta la bandera de las reformas urgentes.
Amalgama de movimientos
Las rencillas existentes deben ser soslayadas bajo la necesidad del ahora, estas discusiones no pueden tomarse como obstáculo en la reconstrucción del movimiento, sino al contrario, como un insumo frente a la proyección del nuevo momento.
Dentro del confluir ideológico y político del estudiantado, se encuentra una gran pluralidad de expresiones, las circunstancias económicas tan heterogéneas desarrollan gran cantidad de estructuras organizativas como de visiones, es una realidad objetiva que debe ser tomada en consideración en la estrategia de disputa de este frente.
Dentro de esta amalgama de movimientos, la necesidad del ahora debe orientarse sobre la base de la unidad inmediata, esto bajo el estandarte de un programa mínimo construido y nutrido por las bases estudiantiles, que deje de lado las disputas más exiguas, para dar cabida a las discusiones realmente prioritarias.
Por dónde empezar
La guía de esta unidad debe ser construida sobre la línea de un proceso orgánico de las mayorías, en donde la labor de la organización debe ser la búsqueda de la aprehensión del estudiantado en las discusiones, la interiorización de las mismas dará como resultado el elevar sus reclamos a pliego y sus descontentos en movilización.
Elementos ultraizquierdistas presentes en las universidades maniobran en la desviación del horizonte a sus intereses individuales, conjuran contra las justas aspiraciones del movimiento por la falsedad de las suplantaciones de las bases, esto de la mano de fórmulas de viejas eras que resisten al paso firme de las nuevas épocas.
La política y su orientación organizativa debe ser sobre la base de la conciencia colectiva, el hablar de “reforma popular”, cuando esta se encuentra en círculos sectarios que en su afán no hacen sino obstruir al desarrollo de la transformación cualitativa de las masas. Es una equivocación que debe ser cortada de raíz, que la organización hable por las bases cuando estas no han depositado su confianza en ella como dirigente, es el mayor error en el cual se puede residir.
La hegemonía ideológica debe ser disputada en un bloque conjunto con estructuras que se recojan al programa mínimo, ante un estamento tan fragmentado y disperso como el actual universitario, la lucha por la conquista de la conciencia no puede ser sectorizada o en la misma lógica de fragmentación, si no en conglomerado armónico, el choque de egos es un vicio que debe ser erradicado.
Como dijo Lenin, ¿Qué hacer?
Los procesos locales deben girar hacia la pretensión de conquistar la opinión pública, los medios alternativos deben redoblar sus fuerzas y la planificación del quehacer debe ser contenida en la razón de lo que buscamos, la construcción de una reforma integral y democrática al sistema educativo.
Sobre la cuestión de cerrar filas, esto debe tener dos momentos en su análisis: En primera medida, sería un error fatal en la lectura del momento que la organización no estableciera el crecimiento como meta, en el sentido de que ante la actual coyuntura y contradicción el requisito debe ser la llegada a más estudiantes, ligando de esta manera el deseo de las nuevas generaciones de contribuir al proceso de cambio.
Como segunda instancia, al referirnos a “cerrar filas” no solo entendemos el hecho organizativo, sino se aplica a un entendido de la táctica política, por lo que, aunque en estas circunstancias la tarea sea el crecimiento en agremiados e influencia, con rigidez amurallamos la orientación política, siendo el momento claro de ampliación cuantitativa y la búsqueda de una unidad, en el cual debemos poseer la mayor rigurosidad ideológica, como fidelidad a los principios.
La tarea es notoriamente definida, construcción de la propuesta de forma democrática, unidad de mínimos en lo inmediato, y despliegue local de las labores de masas mediante una proyección clara, estos son los elementos en que debe confluir en estos instantes el movimiento universitario en su meta de resurgir tras diferentes dinámicas que cercenaron su participación.
Sin duda alguna, desde un nuevo ángulo, sopla el viento de la revolución.