sábado, abril 20, 2024
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La vida es una fe de errores

Una obra pensada para un público joven universitario de facultades distintas, en las que el tema del cuerpo y las sexualidades se aborda de una manera totalmente diferente

Manuel Antonio Velandia Mora

Nadie espera que una obra de teatro le cambie la vida; sin embargo, permitirse ser permeado por el discurso de lo que sucede en la obra sí puede ser un catalizador a la hora de abrirse a ser tocado por la historia que se relata.

Fe de errores no es exactamente una obra teatral, ni una performance, un happening, mucho menos una conferencia, exactamente es “otra cosa”: una pieza autobiográfica en la que, usando elementos del teatro foro, el público se convierte en un espejo en el que a su vez se reflejan los actores y sus vivencias.

Está concebida como un ensayo teatral con público, en ella los actores no representan un papel sino se personifican a sí mismos. La historia está matizada de toques íntimos y particulares en la que uno de ellos evidencia las contradicciones que implica asumirse homosexual y tener cierto placer por disfrutar prendas consideradas femeninas e impropias de las masculinidades hegemónicas. El otro actor da rienda suelta a su posición como sexólogo y sus discursos entorno a la vivencia del cuerpo, el género, la orientación sexual y las expresiones comportamentales sexuales.

Tal y como sucede en la relación entre espectadores-actores y actores-representadores el límite entre la realidad y la ficción y la barrera entre tarima y publico se rompen para dar pie a la reflexión sobre la experiencia de la vida cotidiana.

La obra ha sido pensada teniendo en mente al público joven universitario de tres universidades distintas y con facultades en las que el tema del cuerpo y las sexualidades se aborda de una manera totalmente diferente.

Las universidades en que la obra fue presentada son la facultad de ingeniería de la Universidad Nacional de Colombia, los estudiantes de un curso sobre género en la EAN y la facultad de derecho de la Universidad Militar Nueva Granada.

La obra no está pensada para educar, no es esta la función del teatro; es tan sólo un espacio de reflexión sobre la cotidianidad y la trasgresión del deber ser de los modelos binarios, sexistas, falocráticos, machistas y misóginos del cuerpo, el género y la orientación sexual.

Aun cuando la pieza artística ha tenido un guion común a las tres funciones, cada espacio escénico y las condiciones del público crear una obra totalmente diferente y única, porque son los aportes de los espectadores los que precisamente movilizan la estructura del guion para acomodarse no a la idea de desocupar un texto sino de ocupar una vida, la suya propia ya se seña espectador o actor.

Esta original “pieza teatral” ha sido ganadora de la convocatoria de las Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte de Bogotá denominada “Beca romper prejuicios sobre las personas de los sectores sociales LGBTI”.

Romper prejuicios

En palabras de Anne Frank Stichting: Todos tienen prejuicios. ¡Yo también! Los prejuicios son útiles para mantener un panorama general. Asimismo, pueden influenciar cómo nos comportamos con ciertas personas y puede volverse peligroso. Afortunadamente, también puedes hacer algo al respecto. Desde allí se de describen tres pasos sobre como romperlos:

El primer y más importante paso contra los prejuicios cotidianos es identificarlos y reconocer que yo los padezco. Todos pronunciamos juicios de valor sobre ciertos grupos de personas, pero que no aplican a todos los miembros de ese grupo. Si lo reconoces y eres consciente de ello, ya has dado el paso más importante.

El segundo paso consiste en asegurarme mis propios prejuicios no determinen mis comportamientos. Los prejuicios no deben llevarme nunca a discriminar al otro, otra u otre.  Además, debo cuidarme de difundir mis propios prejuicios.

El tercer paso es reaccionar cuando a mi alrededor alguien lastima a otras personas u ofende a todo un grupo o intenta encasillarlos de algún modo.  ¡Debo ir contra esto! Es necesario y pertinente reaccionar cuando ello sucede en mi propio círculo de amigos y conocidos, reaccionar en las redes sociales, en la escuela, la calle, la iglesia.

¿Cómo lo puedo hacer? Es más fácil de lo que puedo suponer. Lo importante no es intentar hacerlo, sino bajar el tono de mi voz. Preguntarme si vale la pena iniciar una discusión con esas personas y si es así, entonces debo hacerme oír.  Ante los prejuicios hirientes u ofensivos (sobre mí mismo/a u otros) debo expresarme claramente sobre por qué consideras que la discriminación, la estigmatización y/o la vulneración de derechos no es correcta.

Para responder adecuadamente contra los prejuicios puedo utilizar mi sentido común y empatía. Si decido dialogar entonces debo hacerlo utilizando la técnica de pregunta y repregunta. Así puedo, a veces, llegar más allá con hechos, cifras y argumentos. Repreguntar puede ser una buena manera de evitar una interminable conversación donde cada uno se mantenga en su posición. Y, al mismo tiempo, puedo demostrar que algunas afirmaciones no son correctas o no tienen sentido. Interrogar puede llevar a que mi interlocutor se replantee si él, ella o elle realmente tiene razón. Quizá no siempre funciona de manera inmediata, generalmente es a largo plazo. De esta manera puedo, de a poco, en pequeños pasos, lograr que otros y que yo misma, mimo, misme tenga menos prejuicios.

Teatro foro

Parte de la representación de una escena que explica un conflicto, no necesariamente se soporta en la representación del “anti-modelo”, pues al basarse, en este caso, en la propia historia se representan las dudas, temores, aciertos y desaciertos del personaje protagonista o antagonista frente al tema conflicto.

El espectador-espejo puede pensarse víctima o victimario o ponerse al margen de la realidad misma; en todo caso siempre asumirá una posición que se soporta en las propias vivencias, emociones y explicaciones.

En la hora los actores crean espacios de dinamización en los que se invita a los espectadores a subir a escena para opinar o asumir acciones convirtiéndose su vez en protagonista de la obra para la cual inicialmente tan sólo será un espectador. Así, los participantes, en escena, pueden intervenir y proponer sus pensamientos, deseos, estrategias y soluciones para sugerir al resto de espectadores su propia visión de la realidad.

Lo que las personas observadoras dicen y lo que explican de lo que escuchan no debe convertirse en una especie de camisa de fuerza que constriñe la propia realidad sino en un espacio en el que las propias explicaciones, experiencias y emociones nos colocan en un plano de realidad en el que es necesario estar siendo a partir de la propia existencia.

La dramaturgia de la obra posibilitó que cada función fuera única dado que se abordaban las condiciones específicas de cada institución universitaria y del público presente en la sala.

Sorprendentemente algunos alumnos se autorizaron a hablar públicamente y por primera vez de su orientación sexual o su identidad de género en un espacio que para ellos mismos era considerado adverso, rompiendo así con los prejuicios propios y extraños sobre las personas de los sectores sociales LGBT.

La obra ha sido montada por Laboratorio Acciones Diversas y son coguionistas, dramaturgos y actores Felipe Chona y Manuel Velandia Mora, este último hizo igualmente la dirección, vestuario y escenografía.

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