jueves, abril 18, 2024
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La tumba de Antígona: Las mujeres en la revolución cubana

Desde los inicios de la Revolución, la emancipación de las mujeres siempre fue una prioridad para el gobierno de Fidel Castro

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Renata Cabrales

Es cierto que la revolución será feminista o no será. Pero, bajo el sometimiento de gobiernos antidemocráticos y neoliberales e incluso dictadores como a los que hemos estado sometidas las mujeres en América Latina, esta meta está, aún, fuera de nuestro alcance.

Es bastante lo que cuestiona la oposición a la revolución cubana bajo el liderazgo del comandante Fidel Castro, quien, de manera reciente, abandonó este mundo, dejando un gran vacío a sus seguidores; pues se han puesto en entredicho los logros de su gran proyecto revolucionario.

Pero, en el caso de las mujeres, se ignora que bajo el régimen militar de Fulgencio Batista, estas estaban sometidas a una deplorable sociedad patriarcal y, de esta forma, solo representaban el 17% de la población activa y eran víctimas, además, de una inigualable brecha salarial de género. Como es de suponer, en su mayoría, se encontraban sometidas a la realización de las labores de la casa y en el peor de los casos, dependían de la voluntad de sus maridos. Todo esto las condenaba a ser víctimas principales del analfabetismo que golpeaba a la población en general.

Era obvio entonces, que, dadas las circunstancias, su participación en la política también fuera irrisoria, a pesar de haber obtenido el derecho al voto en 1934, bajo el gobierno de Ramón Grau San Martín.

Pero, sin embargo, las mujeres de la isla jugaron un papel muy importante dentro de la insurrección contra la dictadura de Fulgencio Batista, a través de diferentes organizaciones como el Frente Cívico de Mujeres Martianas. Destacaron entonces por su valentía mujeres como Celia Sánchez, Melba Hernández y Vilma Espín.

Es así como, desde los inicios de la Revolución, la emancipación de las mujeres siempre fue una prioridad para el gobierno de Fidel Castro, quien aludió a la situación de estas, en su primer discurso, el primero de enero de 1959, de la siguiente forma:

“Es un sector de nuestro país que necesita también ser redimido, porque es víctima de la discriminación en el trabajo y en otros aspectos de la vida… Cuando se juzgue a nuestra revolución en los años futuros, una de las cuestiones por las cuales nos juzgarán será la forma en que hayamos resuelto, en nuestra sociedad y en nuestra patria, los problemas de la mujer, aunque se trate de uno de los problemas de la revolución que requieren más tenacidad, más firmeza, más constancia y esfuerzo”.

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