Un amplio espectro de fuerzas políticas que han sumado apoyos al programa de gobierno del Pacto Histórico fincan sus esperanzas en que por fin Colombia alcance una paz completa
Alberto Acevedo
En un hecho inédito en la vida de las resistencias y la insurgencia colombiana, con la llegada al gobierno del Pacto Histórico, por primera vez coinciden, guerrilla y gobierno, en la necesidad de adelantar un proceso de paz, que esta vez cuenta con las simpatías
de amplios sectores de opinión, en un augurio de que, en el caso particular del Ejército de Liberación Nacional, ELN, se abren las puertas, ahora sí, de una negociación exitosa que conduzca a un proceso de paz serio con esa organización armada.
El presidente electo, Gustavo Petro, desde el momento mismo en que confirmó su elección como primer mandatario de la nación, dijo en su discurso inicial que “llegó el momento de la paz”. En esa y otras intervenciones posteriores, Petro propuso al ELN un alto el fuego bilateral para retornar al diálogo con esa guerrilla. Expresó su deseo de retomar las negociaciones, y el ELN de inmediato respondió, diciendo que también está dispuesto a volver a la mesa de conversaciones, una vez el dirigente de izquierda asuma su cargo.
Respaldo a la iniciativa
Dentro de las particularidades de un eventual proceso de negociación con el ELN, están los apoyos anticipados a la iniciativa. El programa de gobierno del Pacto Histórico, ‘Colombia potencia mundial de la vida’, está transversalizado por la idea de la paz completa.
El martes de la presente semana, monseñor Héctor Fabio Henao, delegado de la Conferencia Episcopal Colombiana para las relaciones Iglesia-Estado y presidente del Consejo Nacional de Paz del Episcopado, manifestó a una cadena radial que la iglesia tiene disposición de aportar como intermediaria a un proceso debe paz con el ELN, puesto que el llamado de la iglesia es a la unidad de toda la nación colombiana.
“Los diálogos de paz con el ELN son un tema importante para la iglesia”, había dicho por su parte en medio de la celebración de la semana santa, el padre Rafael Ortiz, director del Departamento de Doctrina y Promoción de la Unidad y Diálogo de la Conferencia Episcopal. “Los diálogos de paz son un tema que para la Iglesia en Colombia son importantes, para facilitar un acuerdo con este sector armado”. “Siempre la Iglesia continuará anunciando lo que se llama el evangelio de la vida y denunciando los atentados contra la dignidad y la vida humana”, precisó el padre Ortiz.
Los que suman apoyos
También la Organización de las Naciones Unidas, ONU, impartió la directriz de servir como mediadora en un futuro proceso de negociaciones, y para ello designó al jefe de la Misión de Verificación en Colombia, Carlos Ruiz Massieu. El funcionario declaró recientemente que “es muy positivo que el gobierno electo dialogue con el ELN.
Un amplio espectro de fuerzas políticas que han venido sumando apoyos al programa de gobierno del Pacto Histórico fincan esperanzas en que por fin Colombia alcance una paz duradera. Jaime Caycedo, secretario general del Partido Comunista Colombiano, en diversas ocasiones se ha referido a la idea de la paz completa, respaldando un nuevo proceso de negociación con la insurgencia.
El semanario VOZ, en notas editoriales recientes, ha expresado su entusiasmo con la idea de instalar una nueva mesa de negociación y aboga por la implementación de los Acuerdos de La Habana. El Congreso de los Pueblos alienta la idea de ampliar la democracia desde el poder popular, y el grupo denominado FARC-EP Segunda Marquetalia, expresó en un comunicado su disposición a trabar conversaciones con el nuevo gobierno en torno a esta misma idea.
Comunicado
El pasado 4 de julio se conoció un comunicado oficial del ELN suscrito por el Primer Comandante de la organización, Antonio García, en el que saluda la llegada del nuevo gobierno, valora la fuerza popular que empuja los cambios en el país y recuerda la raíz popular que dio origen a esta guerrilla.
“Hoy -dice el comunicado- el ELN conmemora 58 años de lucha revolucionaria alzada en armas, por lograr las transformaciones que cambien la vida de todos los colombianos y colombianas sobre todo los empobrecidos, excluidos, marginados y perseguidos; causas del conflicto social y armado que siguen esperando soluciones.
“Hemos realizado conversaciones durante cinco Gobiernos, menos con el de Duque que se negó a cumplir lo pactado con el anterior Gobierno, y aquí seguimos en la ruta por hacer de Colombia un país más justo, más equitativo y más democrático.
Actualizar la agenda
“Esa fuerza confluyó en los resultados electorales que le dieron el triunfo a Gustavo Petro y muy seguramente será la fuerza que defenderá y exigirá que sea un Gobierno para toda la gente, para todos los colombianos, ellos esperan un gran Diálogo Nacional donde se retomen y se cumplan los Acuerdos que otros Gobiernos pactaron e incumplieron; es la izquierda democrática la que pagará las deudas que los anteriores Gobiernos de la oligarquía incumplieron.
“Junto a estas fuerzas de movilización social masiva y esa fuerza electoral mayoritaria en el país está la guerrilla revolucionaria del ELN, dispuesta a reanudar las Conversaciones de Paz con el Nuevo Gobierno para que sus resultados traigan la paz con justicia social para toda Colombia”, puntualiza en su comunicado la organización insurgente.
No obstante estas declaraciones coincidentes, hay retos por afrontar en un proceso de acercamiento. Desde 2017, cuando se inició el proceso de negociación frustrado, muchas cosas han cambiado en Colombia y el mundo y una nueva negociación debería tomaren cuenta las nuevas realidades. Una de ellas, ver si la antigua agenda en realidad sigue vigente.
No deja de resultar curioso, como una jugarreta de la historia, que el ELN, de vocación revolucionaria, con una ideología de izquierda, se vaya a sentar a la mesa de diálogos con un gobierno de izquierda, personificado en una figura que también estuvo en la insurgencia y reivindicó las mismas transformaciones a que afora demandan los elenos.
La idea de los diálogos regionales que propone Petro, podría llenar en buena medida las expectativas del ELN que reclama un diálogo nacional, pero se cae en el riesgo de descentralizar la mesa de negociación y convertirla en un aparato anárquico. Está además el tema del narcotráfico, que el ELN quiere que se incluya. En fin, los acontecimientos de estas tres semanas previas al relevó en la Casa de Nariño, arrojarán luces en este camino, que no parece fácil todavía.