Así era como se organizaba la producción agrícola en la URSS, no existían terratenientes que acapararan tierra mientras los campesinos eran desposeídos.
En 1977, en la URSS existían 28 mil koljoses y 18 mil sovjoses. «Koljós» es una abreviatura de las palabras rusas «коллективное хозяйство», granja colectiva. «Sovjós» deriva de «советское хозяйство», granja soviética. Dicho con otras palabras, los sovjoses son empresas del Estado, al igual que las fábricas, las minas, etc. y los koljoses son empresas agrícolas colectivas autogestionadas, cooperativas de producción.
En un sovjós todos los medios de producción eran propiedad del Estado. Los sovjosianos tenían los mismos derechos y disfrutaban del mismo sistema de asistencia social que los obreros fabriles. Todo lo que se producía en un sovjós pertenecía íntegramente al Estado.
En el koljós, los medios de producción (excepto la tierra) son propiedad colectiva de los campesinos que lo componen. Todo lo que producían los campesinos en el campo o en la granja pertenecía al koljós, que lo usaba según su propio parecer: Se dejaba una parte para sus propias necesidades o se distribuía la producción entre sus miembros, podían vender otra parte al Estado, o podían venderlo en los mercados koljosianos o a través de cooperativas comerciales. Algunos koljoses tenían sus propias tiendas en las ciudades, mercados, ferias etc.
El sovjós lo dirigía una administración designada por el Estado, mientras que los koljosianos elegían a los dirigentes de la colectividad. Los koljoses tenían sus estatutos. El órgano máximo del koljós era la asamblea general, compuesta por todos los campesinos. Esta asamblea elegía una junta directiva, órgano ejecutivo y rector colectivo encabezado por el presidente. La junta dirigía las actividades del koljós y lo representaba ante las instituciones estatales, organizaciones sociales y otros koljoses. La asamblea general elegía también a los órganos de control, que no dependían para nada de la junta directiva o el presidente, rendían cuenta de su control sólo ante los campesinos que los elegían.
Los koljoses y sovjoses trabajaban de acuerdo a sus planes. La planificación en los sovjoses se coordinaba directamente con los planes del Estado de fomento de la economía estatal, pero la planificación de los koljoses tenía ciertas particularidades. Por un lado, el Estado no podía dictar a un koljós cuánto debía producir, cuánto debía vender al Estado ni cuánto dejar para cubrir sus necesidades o autoconsumo. Pero, por otro lado, el Estado debía saber todo esto con antelación.
En la práctica se seguían algunos métodos que permitían al Estado planificar el trabajo de los koljoses sin menoscabar su independencia y sin alterar su democracia koljosiana. El koljós recibía una especie de pedido calculado para varios años, el conocido como plan fijo. Era un plan mínimo que la granja colectiva podía cumplir sin dificultad, mientras que el Estado podía contar con esos productos. Además, el Estado compraba a precios más altos toda la producción que se salía de ese plan mínimo, como incentivo para intensificar la producción.
Los koljoses se convirtieron en grandes empresas agrícolas, altamente mecanizadas y rentables. En 1977, un koljós tenía de promedio 6.500 hectáreas de tierra y cerca de cinco mil cabezas de ganado. Un sovjós medio podía tener dos veces más.
Así era como se organizaba la producción agrícola en la URSS, no existían terratenientes que acapararan tierra mientras los campesinos eran desposeídos. En la URSS la propiedad de la tierra era pública. No se podía especular con ella, vender ni comprar. Se podía trabajar, explotarla y el beneficio que conseguía el campesino era gracias al trabajo, no gracias a la posesión de la tierra.