La poesía libertaria no es algo accesorio. Todo lo contrario. Es algo fundamental que hay que apoyar con decisión y coraje. Estudiar, sentir y vivir. Es más: compartir. No se dice por salir del paso que la poesía es más efectiva que un misil.
Nelson Lombana Silva
La revolución socialista en Colombia que poco a poco se viene gestando, quizás con avances y retrocesos, unas veces con paso de tortuga y en otras de liebre, encuentra en la poesía libertaria una herramienta fundamental, una formidable espada que hay que utilizar en esta dura y singular batalla.
La construcción del socialismo y el derrumbe del capitalismo traen consigo esencialmente una nueva sociedad, totalmente distinta, humana, con capacidad de asombro, capaz de sentir la solidaridad, la unidad y la convivencia colectiva. Es decir: no es un cambio meramente mecánico e incluso, económico, social y político. Es también un cambio cultural e ideológico, un cambio de mentalidad.
Desde esa perspectiva, la poesía libertaria no es algo accesorio. Todo lo contrario. Es algo fundamental que hay que apoyar con decisión y coraje. Estudiar, sentir y vivir. Es más: compartir. No se dice por salir del paso que la poesía es más efectiva que un misil. No en vano la burguesía tiene sus poetas y sus corrientes poéticas, para hacer su labor alienante contra el pueblo.
Para dimensionar el valor de la poesía no necesariamente se debe ser poeta, se debe ser revolucionario consecuente para entender que desde distintos escenarios se puede contribuir en la lucha revolucionaria por el alumbramiento del socialismo en Colombia. No se trata de parcelar la lucha, se trata de unir todas esas manifestaciones teórico-prácticas para hacer realidad el sueño de la humanidad colombiana: el socialismo.
El comandante guerrillero Ernesto Che Guevara hablaba acertadamente de la construcción del hombre nuevo. ¿Y qué significa el hombre nuevo? El hombre humanizado, el hombre con conciencia social y de clase, el hombre honesto, sencillo, el hombre con sensibilidad y capacidad de sentir el dolor ajeno como propio. El hombre que logra liberarse de las ataduras de la mentira, la infamia, la hipocresía, el oportunismo, el individualismo y personalismo. Ese es el hombre nuevo.
No se llega a este estadio ni por inercia, ni por casualidad, se llega por la acción y la causalidad que se construyen en la praxis permanente. El ser humano está formado por dos partes: materia y conciencia. La revolución socialista es una realidad cuando hay cambios reales en estos dos fenómenos. El hombre tosco, violento, agresivo, egoísta, personalista, no es revolucionario. Es más: No tiene clara la dura batalla ideológica y política. La poesía libertaria contribuye a la formación integral del ser humano en ese proyecto de sistema socialista.
El creador de la poesía libertaria
La propuesta de “poesía libertaria” no es un movimiento literario que haga parte del Siglo de las Luces o el enciclopedismo europeo, tampoco es una propuesta que haya sigo sometida a la cruda crítica literaria por parte de los sabios sobre el tema y sea considerada como tal en el mundo académico. Nada de eso. Tampoco es una corriente poética que se abre paso en Colombia o América Latina con un marco teórico definido aún. No es un producto de la academia ni de eruditos en la materia.
Resulta una propuesta nacida en las entrañas ubérrimas de la tierra tolimense. Quizás como el “Divino Maestro” nace en una pesebrera, entre bombardeos, napalm, miseria, desempleo, sectarismo, analfabetismo político, explotación del hombre por el hombre, injusticia social, etc. Esa es la cuna que da nacimiento a la “poesía libertaria”.
En un lenguaje más universal se podría decir que la “poesía libertaria” nace en las entrañas del pueblo tolimense, secularmente engañado y explotado por la clase dirigente con el aval del imperialismo norteamericano. Su creador, un hombre sencillo de carne y hueso, cuyo mérito mayor es ser comunista: Édison Peralta González.
Nació en las entrañas de la Madre Tierra sin linaje de ninguna naturaleza el 16 de diciembre de 1944 y se matriculó al Partido Comunista en 1976. Es autodidacta. No duda en reconocer el impacto que le generaron escritores de la talla de Vargas Vila, Orlando Fals Borda, Alfredo Molano Bravo, Pablo Neruda, Luis Vidales, Gonzalo Arango, Miguel Hernández y un largo etc.
Después de leer y releer poemas, Édison Peralta González se preguntó algo aparentemente insólito: ¿Cómo hacer de la poesía una herramienta para el cambio social? Esta inquietud se la comunicó al oído del poeta Julio César Arciniegas Mosco, quien no dudó en contestarle que era imposible, porque la poesía no tenía nada que ver con la política (¿apolítica?), tenía que ver con el espíritu, con lo artístico, meramente.
De alguna manera, Édison comprendió que la poesía era de la élite dominante (burguesía), pues el pueblo (proletariado) no tenía espíritu artístico. Por el contrario, todo lo que producía era considerado panfletario. Así las cosas, se trataba de escribir para agradar a la clase dominante. El poeta estaba condenado a ser un simple obrero de la burguesía.
La respuesta de Julio César cayó como un baldado de agua fría sobre la humanidad de Édison. No era para menos. Sin embargo, no se dio por vencido y comenzó a investigar encontrándose con la poesía y los poetas durante la guerra civil española. Dice: “La poesía del conflicto o la poesía de la conciencia crítica, me marcaron poderosamente”. Ese fue el desfogue que encontró para ir madurando poco a poco su teoría poética que ha dado en llamar “poesía libertaria”.
Su concepción parte de la condición antropológica del ser humano. Por eso no duda al decir: “La poesía, para que sea humana, ha de estar siempre en defensa del pueblo”. Con esto hace añicos la tesis del poeta Julio César. Define claramente varios aspectos. Por ejemplo: la neutralidad. Édison Peralta González dice sin ambages que la neutralidad no existe, tal como lo dijo en su momento el poeta Pablo Neruda. Hay que tomar partido. En ese sentido, Édison no duda en tomar partido en favor del pueblo, de su clase social.
¿Qué es la poesía libertaria? Con qué facilidad y capacidad de síntesis el poeta Édison contesta: “Es la poesía de la conciencia crítica”. Definición cuasi perfecta. Sin embargo, agrega: “No es más que una corriente poética que trata el pensamiento crítico, mostrándole a la misma poesía de los poetas burgueses que sí se puede escribir poesía para el pueblo, con lenguaje del pueblo, con imágenes del pueblo, con imágenes que están en estos momentos en las cárceles, que están en los caminos, que están en las trochas, que están en las calles, en los tugurios, en los escondrijos”.
También se opone a la concepción de Julio César Arciniegas Moscoso cuando dice que la poesía no tiene nada que ver con la política (¿apolítica?). Señala: “Creo que toda poesía es política. No puede haber poesía que no sea política, porque trae un mensaje perteneciente a la sociedad y la sociedad capitalista está dividida en clases sociales”. Es claro el mensaje del camarada poeta: Toda poesía tiene un mensaje, ese mensaje tiene un destinatario y adicionalmente, tiene una finalidad. El mensaje puede ser además de agradar la conciencia (“espíritu”), alienar o libertar, concientizar, humanizar e impulsar la lucha revolucionaria. No hay tal neutralidad. Es decir, no se escribir por escribir, simplemente.
“Para la muestra un botón”
Como dice el dicho popular: “Para la muestra un botón”. Édison Peralta González le canta a su patria chica Villarrica (Tolima) con pasión desenfrenada, sin medir cálculos ni consecuencias. Este pueblito puede ser Colombia, pueblo golpeado por la cruda violencia oficial desatada por la clase dominante en defensa de sus intereses económicos con el aval imperial de los Estados Unidos.
Villarrica fue bombardeada inmisericordemente durante la dictadura del general Gustavo Rojas Pinilla, el pelele de la burguesía liberal-conservadora impuesta por estrategia para oxigenar su pútrido poder dominante. Mató a diestra y siniestra, sin respetar al niño, al joven, al anciano, al lisiado, al campesino, al analfabeta, a la mujer ni a la Madre Naturaleza en su conjunto.
El poeta Édison Peralta González le canta a esa cruda y dramática realidad con fuerza, con carácter, con conciencia de clase; con rabia, indignación y esperanza en una nueva sociedad, la cual tiene que ser necesariamente humanista, socialista. Sus poemas son misiles, bazucas, dinamita contra esta rancia y criminal oligarquía liberal-conservadora. A su vez, son manifestaciones de amor, solidaridad y esperanza en la paz con justicia social.
Sus poemas hablan como hombres formados en la lucha revolucionaria, en el pensamiento marxista-leninista, en el pensamiento latinoamericano que ha permanecido por siglos anclado en el anonimato. Son espadas afiladas para la lucha revolucionaria y la transformación de la humanidad.
A manera de ejemplo, leamos dos poemas sobre Villarrica. No somos críticos literarios para hablar de métrica de los versos, somos pueblo que sentimos en estos poemas y en la “poesía libertaria” el estímulo para odiar a esta oligarquía y avizorar un cambio real para todos quienes vivimos en la república de Colombia.
Elegía X – 2
Villarrica
No tenías coliseo y en plaza
Los rostros suplicantes se morían
Sin los óleos del dios de la vendimia
Y la fiebre de la sangre
Arrinconada en las esquinas
Con el alma raída por el tiempo
Frente a los postigos
De la casa de mi abuela
Me abracé a los sueños de la tarde
Con los pies descalzos
Hundido en la odisea de la paz
Que mataron los verdugos
Hoy me niego a escribirle
Lisonjas a la muerte
Aplaudir la indolencia del librero
Esparcir la tragedia en el desierto
Y perdigar la vianda
Que pisotearon los intrusos
Aunque percibo el alarido de las hienas
Olfateando las llagas de la carne
El ruido de la bota esparcida en la memoria
Y el llanto de los niños muriendo en los pantanos
En ti mataron la historia de la Patria
Para ocultar los secretos de la muerte
Los gemidos del árbol y la Piedra
El dolor de la tierra y la semilla
Y la censura del tirano en veredas infinitas
Por las decenas de aviones
Que ametrallaron tus espacios
Los cientos de ángeles sin nombre
Arrojados a las urbes
Los miles de campesinos masacrados
Por las bombas napalm y la metralla
Los cientos de guerreros mutilados
Y reclutas que murieron
Defendiendo la patria de los dioses
Por los hijos que se están muriendo
Sin conocer el holocausto
Las largas jornadas de los miedos
Tiritando en noches moribundas
El hambre hartándose de hojas y raíces
Los cadáveres hollados e insepultos
El aire evaporado en tus costados
El viento sin rumbo
En los desfiladeros de la jungla
Los árboles cansados de fantasmas
En los agujeros abiertos de los fríos
Las aves que callaron
Y los ojos abiertos de los muertos
La maldición de la patria traicionada
Y las copas amargas que bebiste
Los llantos alargados
De las hojas que huelen a materia
La niebla perenne de los ríos
Que permean aún en Galilea
La conciencia oscura que te oprime
En la sombra fatal de tus designios
Las lombrices degustadas en la lluvia
Los escombros que te habitan
Y carcomen la tragedia de Cristo en la Montaña:
Cuantas cosas tuviera para darte
Y jugar en las orillas
De los atajos que dormitan
En los espacios de tus soles
Abrazarme en las noches
A tus lunas y la piedra Brasil
Insignia de los guerreros y los Cuindes
En un luto clamoroso para siempre.
Ibagué, febrero 27 de 2015.
Elegía A – 2
Villarrica
Villarrica es un pueblo mustio
Recluido en sus fantasmas
Con miles de huesos insepultos
Relegados por la historia
El asedio del tirano
Hollando los rincones de la jungla
Y los miedos adormilados aún en las colinas
Hace sesenta años
Te rasgaron el vientre los verdugos
Y en los atajos asaltaron las nubes
Con la cruz enredada en los morteros
En mañanas dolidas de fatiga
Y el olor de la sangre suspendida
En las acequias
Te ataron el alma
Cuando las tripas crujían
En los desfiladeros de la muerte
Y se desvanecía la vida en la Cortina
El tiempo en los ramales
La utopía del guerrero
Y la heredad de los siervos
Hurgando la noche en las alturas
El tiempo se detuvo con la savia
Para cubrir el suelo de Abya Yala
Hostigar la insidia de los dioses
Solapada en el napalm
El dolor de la materia
Zahería en las veredas
Y la luz de tu rostro
Perdida entre las grietas
De fatuos sacrificios