jueves, diciembre 12, 2024
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La paz: “venga, que sí es pa eso”

Foro Económico Mundial en Medellín

Ricardo Arenales

Bajo el lema, ‘Relanzar el crecimiento inclusivo de América Latina”, el jueves 16 y el viernes 17 de junio, sesionó en la capital antioqueña el capítulo regional del Foro Económico Mundial, que además de la agenda propia, prestó atención al proceso de paz que se negocia en La Habana y, más que eso, con inocultable avidez, se refirió a las posibilidades de inversión y de llegada de capitales extranjeros a nuestro país en tiempos de ‘posconflicto’.

A través de diversos foros realizados durante el certamen, los participantes se ocuparon de temas centrales como la inclusión social, el cambio climático y lo que ahora se denomina la cuarta revolución industrial y su influjo en los nuevos desarrollos económicos de Colombia y el resto de países del continente.

En lo que el ministro de Hacienda Mauricio Cárdenas Santamaría calificó como “un encuentro entre América Latina y el mundo para renovar el interés de inversionistas internacionales en nuestra región”, en la reunión de Medellín tomaron parte unos 600 delegados de 40 países, incluyendo varios jefes de Estado, 450 empresarios, unos 100 presidentes de compañías, académicos e investigadores económicos y varios centenares de periodistas especializados.

El ministro Cárdenas ofertó a la banca internacional una “nueva economía” en construcción en Colombia y sirvió en bandeja de plata la garantía a las grandes transnacionales para que trasladen sus capitales, y desde luego, tras una prometida “seguridad jurídica”, garantizarles las puertas abiertas para continuar el saqueo de los recursos naturales del país.

A tono con el mercado global

Por consiguiente, el examen hecho por el Foro Económico Regional está dirigido al fomento del comercio exterior, en consonancia con las políticas impositivas de apertura del mercado de la OCDE, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.

La “nueva economía” que el gobierno colombiano ofrece al capital transnacional se inserta en la economía de mercado global que impone la banca internacional. El anuncio se produce en momentos en que la globalización ha tomado un giro devastador, desde la última gran crisis del sistema financiero de los años 2008 y 2009.

La globalización se cimienta en el capital financiero especulativo, que no mejora la economía de las naciones, no aporta al desarrollo ni contribuye a aliviar las necesidades sociales de la población, y avanza en periodos de crisis cíclicas que le son consustanciales, ahondando la brecha entre países ricos y pobres, desarrollados y subdesarrollados. La globalización de nuestros días profundiza esas contradicciones. Desde luego, de estos aspectos no se ocupó el foro económico de Medellín. Por eso, sus conclusiones se quedan en un recetario de buenas intenciones.

El Estado de bienestar

Esa globalización está arrasando con todo: salarios, pensiones, estabilidad laboral, inversión social. Baste con echarle una mirada a la situación de Grecia, Portugal, España, y ahora en Argentina, con Macri; en Brasil, con el gobierno corrupto de Michel Temer; en Puerto Rico, con una aplastante deuda externa impagable.

Es el desmantelamiento del Estado de bienestar, que viene siendo reemplazado por un Estado neoliberal: reducción del gasto público, del papel regulador del Estado, liberalización del comercio, para dejar todo en manos de la iniciativa privada. Esa herencia de globalización se mueve entre extensas franjas de pobreza y enfermedades, ya no solo en los países en desarrollo sino también en los desarrollados, incluso en el paraíso del capitalismo, en ciudades como Washington y Nueva York, con sus colonias de indigentes.

Ese es el camino que el presidente Santos ofreció a los grandes empresarios latinoamericanos en la reunión de Medellín. Reforzado con el anuncio anterior de que su gobierno se disponía a destinar cuantiosos recursos para financiar al sector privado.

Lo que dice la ONU

No tuvo en cuenta, el análisis de los gurúes de la economía latinoamericana, la advertencia hecha por el último informe de Desarrollo Humano para América Latina y el Caribe, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, que advierte que el 38 por ciento de los habitantes del continente se encuentran en riesgo de caer en la pobreza, a consecuencia de estas políticas inequitativas.

“Estimamos que existe una población entre 25 y 30 millones de ciudadanos que se encuentran hoy en vulnerabilidad de caer en la pobreza”, dijo George Gray, economista jefe del PNUD y principal autor del informe. Entre 2015 y 2016, el número absoluto de pobres aumentó por primera vez en 10 años. Latinoamérica se sumerge así en un periodo de retracción económica y aumento del desempleo, que amenaza con arrasar con los logros en materia de bienestar, asegura el informe.

La Cepal, por su parte, pronostica que la inversión extranjera directa para este año en la región, caerá en un ocho por ciento, con lo que se completan cinco años sin crecimiento, como consecuencia de la crisis en Brasil y el desplome de los precios de las materias primas.

En Colombia, el panorama interno no es mejor. La economía lleva dos años en proceso de deterioro, entre otros factores, por los errores de haber escogido la minería y el petróleo como locomotoras de desarrollo y concentrar la inversión en ellas.

Índices negativos

El libre cambio, producto de la firma de tratados de libre comercio con Estados Unidos y otras potencias imperiales, propició una devaluación masiva, que disparó la inflación. Más tarde, el alza en las tasas de interés, para detener la inflación, desplomó el crédito.

Esto acarreó un arco iris de índices negativos de crecimiento en el consumo, el empleo, las exportaciones, la demanda de energía. Suficiente para acreditar una tremenda crisis económica, que los analistas oficiosos del gobierno se empeñan en ocultar.

Pero en el foro de Medellín, los discursos del presidente Santos y de su ministro de Hacienda, llevaron el mensaje al gran capital transnacional, que tras los acuerdos de La Habana, llegó el mejor momento para invertir en Colombia. Dicho de otra manera, para que vengan a arrasar con lo que aún queda de recursos energéticos, madereros, acuíferos y naturales en general.

Por estos días en Bogotá, una compañía de espectáculos anunció la presentación de una obra de teatro que se llama, “venga que sí es pa’eso”. El anuncio no oculta un cierto tufillo morboso. Pareciera que el mensaje que el gobierno colombiano envía al capital transnacional es el mismo: ya se va a firmar la paz, termina el conflicto armado, aprovechen, metan sus garras despiadadas, vengan que la paz es para eso.

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