Los jóvenes de 1968 clamaban por “la imaginación al poder”. Hoy necesitamos una gran imaginación para salvar el proceso de paz. Crear una gran movilización social por la paz acompañados del arte, la cultura, la ternura y el pensamiento.
Sergio de Zubiría Samper
El proceso para la terminación del conflicto interno experimenta una situación crítica e inmensos desafíos. El adolorido departamento del Cauca se convierte en un territorio de guerra. La tierra de indígenas, negros y campesinos honestos, como Quintín Lame y Cicenio Mina, se tiñe nuevamente de sangre inocente. En cerca de un mes decenas de hijos del pueblo humilde mueren o quedan heridos en los campos de Colombia. La prolongación del conflicto interno colombiano sólo favorece los privilegios de los poderosos, al militarismo y a la perpetuación de la injusticia social.
La masacre de combatientes guerrilleros de las FARC-EP, este 21 de mayo en Guapi (Cauca), y la suspensión del cese unilateral de fuegos por esta insurgencia se convierten en riesgos inminentes a la negociación. Un gesto generoso de carácter unilateral puede convertirse en riesgo para el proceso. En una negociación las decisiones unilaterales pueden tener efectos no previsibles.
Por ello, el coordinador de la ONU en Colombia, Fabrizio Hochschild, en entrevista a El Espectador (abril 21), advierte que la lección de los sucesos recientes del Cauca, es: “la debilidad de las medidas unilaterales. Se necesita acordar medidas conjuntas de desescalamiento, donde haya una clara y muy bien definida responsabilidad de cada parte y algún mecanismo conjunto de monitoreo”. Además, cuando una negociación se prolonga en el tiempo, como tiende a suceder en negociaciones duras y de conflictos extensos en el tiempo, el escepticismo y la desconfianza pueden incrementarse con gestos unilaterales.
Las virtudes humanistas de esta tregua por cinco meses hoy son contundentes, y especialmente para las poblaciones rurales que viven en carne propia la intensidad de la confrontación. Para la Fundación Paz y Reconciliación, se evitó la muerte o heridas de 614 combatientes y su intensidad bajó en un 85% en todo el territorio nacional.
El centro de investigaciones Cerac sostiene que se evitaron un 73% de las muertes de civiles y un 64% de la Fuerza Pública. La alcaldesa de Guapi constata el inicio del desplazamiento forzado de 600 pobladores de la zona de los bombardeos. El comunicado de la ONU sobre estos recientes sucesos está cargado de humanismo y serenidad: “Detrás de cada muerte en el conflicto armado hay una familia llena de dolor por la pérdida de sus seres queridos”.
Los jóvenes de 1968 clamaban por “la imaginación al poder”. Hoy necesitamos una gran imaginación para salvar el proceso de paz. Crear una gran movilización social por la paz acompañados del arte, la cultura, la ternura y el pensamiento. Recordar que la paz, tal vez como nunca, está frente a nuestros corazones. Inventar un cese bilateral, aunque sea temporal o solicitado por la comunidad internacional o el Papa desde Roma.