La juventud que se reunió en el marco del XII Congreso Nacional de la Federación Nacional Sindical Unitaria Agropecuaria, Fensuagro, trabajó en temas como la salida política al conflicto armado, el reconocimiento de los derechos campesinos, la educación, la participación política, el feminismo popular y el acceso al arte, deporte y recreación
Yessica Arandia
Con la consigna “¡A sembrar poder popular!” se realizó la segunda asamblea nacional de jóvenes de la Federación Nacional Sindical Unitaria Agropecuaria, Fensuagro, en medio de un escenario que evocó la identidad del campo con muestras de cultivos, de productos agroecológicos y de semillas, adornando el centro del auditorio y creando así un entorno de la valiosa representación del campesinado colombiano.
Realizado en el marco del XII Congreso Nacional de Fensuagro los pasados 25, 26, 27 y 28 de agosto, siendo por demás un escenario fundamental para el nuevo momento del país. La proyección de la implementación de la reforma rural integral del Acuerdo de Paz y la histórica disputa por la reforma agraria se encuentran en las apuestas principales del actual gobierno y del movimiento social.
Las y los jóvenes integrantes de diversas asociaciones y organizaciones agropecuarias y campesinas del país filiales de la Federación, se encontraron para trazar derroteros en temas como la salida política al conflicto armado, la paz democrática, el reconocimiento de los derechos campesinos, la educación, la participación política, el feminismo campesino popular y el acceso al arte, deporte y recreación.
La redacción juvenil del semanario VOZ dialogó con las jóvenes fensuagristas Windy Pinillos, tecnóloga en agroecología y feminista campesina; y también con Daniela Vega integrante del Comité Ejecutivo Nacional de la Federación y dirigente de la Juventud Comunista Colombiana.
El derecho a la tierra
Muchas veces cuando se trata de abordar la problemática de la vida rural en medio de la cual se puede evidenciar que las y los jóvenes campesinos no pueden acceder a muchos derechos, pareciera que las posibles soluciones siguen dándose desde afuera, desde un ejercicio fundamentalmente institucional en el que llevar instituciones al campo es la salida al desarraigo del territorio, para poner un ejemplo.
En efecto, el desarraigo y la pérdida de la identidad campesina es una problemática que en medio de las brechas urbano-rurales afectan la posibilidad que la juventud siga en el campo. Sin embargo, hay por lo menos dos asuntos centrales interrelacionados en la garantía de permanencia: el acceso a la tierra y el derecho de vivir en paz.
Así pudo evidenciarse en lo dialogado con Daniela: “Nos debemos proponer reclamar el derecho a la tierra por parte de la juventud rural y agraria en la posibilidad de que podamos acceder a la propiedad sobre tierra fértil entendiendo situaciones como que, un joven campesino o trabajador agrario inicia sus labores desde muy temprana edad por cuanto es sujeto de este derecho como cualquier persona.
“La apuesta en el marco de la reforma rural integral es además lograr la adjudicación de tierras baldías por parte del Estado, que puede ser aprovechada para el desarrollo de experiencias colectivas productivas encabezadas por jóvenes”.
Es cierto que, las y los jóvenes agrarios necesitan cobertura educativa, necesitan herramientas de telecomunicaciones en medio de las demandas actuales, pero fundamentalmente necesitan tierra como un ejercicio además de reivindicación del derecho por el que más se ha disputado en la historia del país; con lo cual, también las y los jóvenes fensuagristas en medio de sus conclusiones, apuestan por la salida política al conflicto, éste mismo que inició con el reclamo que sigue vivo de la redistribución de la tierra, pero que en medio de sus desenvolvimientos, hoy llama por la no criminalización de la vida rural en tanto se asocia el movimiento juvenil con estructuras criminales y se le declara injustamente como objetivo militar de los actores armados en los territorios.
La educación campesina
“A partir de nuestras experiencias a lo largo de los seis años del Instituto Agroecológico Latinoamericano María Cano, IALA, y del análisis coyuntural de los territorios partimos de algunas realidades, como la acelerada descampesinización y cambio de uso del suelo en los territorios, identificamos en gran parte de las regiones que el campo se está envejeciendo, fundamentalmente porque en las zonas rurales no hay garantías de buen vivir para la juventud.
“Por ello uno de los retos es descentralizar nuestros procesos, para empezar a articular escenarios de educación popular en el fortalecimiento de la identidad campesina fensuagristas y la conciencia de clase, además de apropiar estrategias de comunicación alternativa contrahegemónica que abran la posibilidad de ampliar las perspectivas en términos de inclusión cultural y de diversidad de género, lo cual implica analizar, debatir, construir y deconstruir prácticas y costumbres machistas y patriarcales arraigadas y naturalizadas en la sociedad”, afirma Windy.
Y es que la experiencia del IALA ha logrado ser consigna del movimiento campesino nacional en la perspectiva de superar un ejercicio centralizado en el que las universidades deben ir al campo como “salvadoras”, de cara a la necesidad del reconocimiento de los saberes agrarios para construir sus propios centros de educación, los cuales como el IALA, esperan sean recogidos por las propuestas de reforma a la educación superior y cuenten con garantías suficientes para ser una universidad campesina de mayor cobertura desde la perspectiva de la educación popular y del feminismo campesino.
Movilización y organización
En medio de las mesas de trabajo y plenaria existieron apuestas en común, una proyección generalizada de las y los participantes en la necesidad de continuar el legado fensuagrista de organización y lucha. Ante ello Windy comparte: “La educación y organización campesina va en la lógica de seguir contribuyendo a la consolidación de la soberanía alimentaria, construir territorios más justos y equitativos para todos, todas y todes a través del fortalecimiento organizativo que impulse y amplíe el ejercicio juvenil”.
Sobre esta base, se parte por comprender las necesidades del nuevo momento, en el que existen expectativas, pero sobre todo, un ejercicio de planeación de la lucha de las y los jóvenes fensuagristas. “Sabemos que la coyuntura también implica la movilización en las calles y el trabajo de masas, pero entendemos que hay múltiples lugares de enunciación. Por ello proyectamos acercar a la juventud mediante distintas expresiones artísticas y deportivas que fortalezcan cuantitativamente y cualitativamente a quienes llevarán la batuta de nuestro presente y futuro por un mundo mejor”, concluye la joven lideresa.