martes, abril 30, 2024
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Israel masacra a la ONU

Tras varios intentos fallidos, el pasado 25 de marzo se aprobó una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que ordena un alto al fuego durante el Ramadán y exige la liberación inmediata de los 130 secuestrados en poder de Hamás

Mauricio Jaramillo Jassir

Israel nació del derecho internacional y concretamente de una decisión de la Asamblea General de Naciones Unidas, la 181 de 1947. Sin embargo, no hay nación parte del sistema ONU que haya violado de forma sistemática, frecuente y numerosa decisiones y opiniones consultativas de sus organismos como sus autoridades. Tel Aviv se comporta con cada vez más desprecio por el derecho internacional, el derecho internacional humanitario y el multilateralismo.

La primera vez de EE. UU.

Es la primera vez que Estados Unidos no bloquea una resolución de este tipo, pues en rondas pasadas mostró apoyo sin fisuras a la ofensiva israelí que ha dejado más de 30 mil muertos siendo más de una tercera parte menores de edad. Israel ha violado toda una serie de normas del DIH disparando contra civiles y ha atacado infraestructura vital para la supervivencia y que en nada pueden ser considerados como objetivos militares como escuelas, hospitales, iglesias e incluso campos de refugiados.

A raíz del sangriento ataque contra el Campo de Jabalia a finales de octubre, el gobierno colombiano decidió llamar a consultas a su embajadora en Tel Aviv, Margarita Manjarrez. Enhorabuena por el gobierno colombiano.

Los Estados del Sur Global han liderado la reacción para condenar a Israel y poner freno a la violencia. Entretanto, los más ricos han apoyado con distintos niveles el genocidio, pues buena parte apoya el proceso de colonización israelí al tiempo que ve en la población árabe los prejuicios que mantuvieron una red de colonias con la excusa de un proyecto “civilizador”.

EE.UU y UE contra la ONU

El marcado contraste entre el Sur y el Norte significa una ruptura significativa en el sistema internacional. Los Estados de la periferia han sido los más coherentes a la hora de defender el derecho internacional y la Carta de San Francisco, texto fundacional de la ONU. Desde comienzos de siglo, Estados Unidos, con la complicidad y apoyo de Europa, ha puesto en entredicho la autoridad de dicha organización pasando por encima de las advertencias del Consejo de Seguridad sobre la inviabilidad de una invasión a Irak y la ausencia de pruebas sobre armas de destrucción masiva.

En 2003, con la guerra no sólo se declaró una ofensiva contra varias comunidades del llamado Medio Oriente, sino que empezó una agresiva campaña contra el sistema de Naciones Unidas, que ha hecho hasta lo imposible por contrarrestar los caprichos estadounidenses.

Antes del 7 de octubre, el secretario general António Guterres había advertido sobre la situación insostenible en Gaza sometida desde 2008 a un bloqueo criminal por parte de las autoridades israelíes. Tel Aviv ha hecho caso omiso de la exigencia de poner fin a la ocupación de Cisjordania, la Franja de Gaza y Jerusalén Oriental a pesar de los pedidos de varios actores de la comunidad internacional sustentados en el derecho. Esto incluye la histórica resolución 242 de 1967 que obliga al retiro, pero que Israel se ha negado rotundamente con el argumento de que necesita el control del territorio para sobrevivir como nación, ante las amenazas de sus vecinos o de los palestinos.

Cruda y triste paradoja de la historia

Tel Aviv recurre a la tesis de un espacio vital, la misma teoría desarrollada por el geógrafo alemán Federico Ratzel (Lebensraum) y que sirviera de base para el proyecto de expansión nacionalsocialista, cruda y triste paradoja de la historia. Lo más preocupante no sólo es el supremacismo israelí (racismo que presume a superioridad de una cultura sobre otra), sino que en el último tiempo se ha radicalizado frente a los ojos de naciones que han mantenido un discurso de defensa sobre los derechos humanos y la democracia, no obstante, han preferido mirar para otro lado antes que condenar.

La violencia se ha exacerbado desde que Israel se dotara del gobierno más radical de su historia en los últimos años con ministros abiertamente homofóbicos, racistas y arabofóbicos que han declarado que los palestinos son animales, que son seres de la oscuridad, que sus aldeas deben ser arrasadas, que se les debe lanzar la bomba atómica o que en Gaza no hay un solo inocente.

No son expresiones aisladas, sino parte de un proyecto que se ha venido sincerando en estos meses de confrontación y que ha sido denunciado desde hace décadas por oenegés como Amnistía Internacional, Human Rights Watch o la israelí B’Tselem. Las tres han denunciado el establecimiento de un apartheid contra la población árabe en Israel como en los Territorios Ocupados. No hay ninguna dictadura en el mundo que de forma tan sistemática e histórica haya perseguido a otro pueblo con semejantes niveles de apoyo en las naciones más poderosas.

Colombia en lo correcto

Colombia ha hecho lo correcto al invitar a que se rompan lazos diplomáticos con Israel en caso de seguir pasando por alto las decisiones de Naciones Unidas. Por primera vez en muchos años, un gobierno defiende los derechos humanos por encima de retorcidos cálculos geopolíticos.

Se deben seguir apoyando los esfuerzos del Sur Global no sólo por detener el genocidio y apartheid, sino porque se establezca una paz duradera con un Estado palestino con fronteras fijas ─más ahora que Benjamín Netanyahu ha dicho que no cree en la salida de dos Estados─, el retorno de sus refugiados y lo más importante para muchas de las víctimas, el juzgamiento de los genocidas israelíes en cortes internacionales.

*Profesor de la Universidad del Rosario

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